La librería Taifa (Verdi 12, Barcelona) acogió la presentación de Estabulario, la nueva antología de relatos de Sergi Puertas (Barcelona, 1971). Alrededor de 40 personas acudieron al acto conducido por el propio Puertas y los escritores Miqui Otero y Rubén Lardín.
Imagine que tiene usted un trabajo que le deprecia. Un jefe dominado por la mediocridad y la maldad. Una novia que le ningunea, una cuenta bancaria de color rojo sangre.
Imagine que su día a día oscila entre el hastío y la ira. Que recela de sus amigos y fantasea con empuñar un lanzallamas cada vez que camina por unos grandes almacenes o por una calle céntrica de una gran ciudad.
Imagine, por último, que un día decide que las paredes de su casa necesitan una puesta a punto. Las rocía con gasolina, junto con su jefe, su novia y sus amigos, y se planta frente a ellos con una cerilla encendida, un cigarro en la boca y una cerveza fresca a su lado. Para darse la vuelta, salir por la puerta, enarbolando un «nos vemos en el curro» y buscar un bar sórdido en el que proseguir la fiesta hasta el día siguiente.
Si ha llegado hasta aquí, felicidades. Ha encontrado el libro perfecto para usted.
Estabulario (Impedimenta, 2017) nos desgrana, a través de seis cuentos de variable duración, sumergidos en algo que podríamos denominar «realismo fantacientífico», historias de lo miserable, pero entrañable, que aflora y resiste en el ser humano. En el ser humano sometido, deglutido y vomitado por un entorno atemporal, árido, hostil, en el que la tecnología y la política ficción juegan un papel primordial.
Ninguno de los protagonistas de estos relatos escapa a su terrible falta de destino. Algunos se resisten y se burlan, a su modo venciendo a su sometimiento. Otros se someten a través de la desidia y un tenaz desinterés.
No es una antología fácil para el lector de bestsellers. No encontrará historias «fermosas» ni aventuras extraordinarias. Se adentrará en el territorio de los «pringados» y mamelucos y parias, situaciones absurdamente plausibles en contextos anodinos, todo salpicado, impregnado, de un retorcido y negrísimo humor. Un humor que emerge de las entrañas de la desesperación y de la apatía del que ve la porquería, pero está demasiado cansado para apartarse de ella.
Resulta, en definitiva, el libro-definición ideal del kafkiano artista del hambre, sitiado por aparatos tecnológicos de nueva generación.
Miqui Otero y Rubén Lardín ejercieron de cicerones de la velada, parapetando al propio Puertas (que, humildemente, solicitó «una cervecita» para abordar la situación).
Sergi Puertas, escritor
Lardín comenzó su intervención definiendo a Sergi como «uno de esos autores que no se prodigan demasiado, no porque no escriban, sino porque no publican todo lo que deberían«, para pasar a declarar su admiración por Sergi, al considerar que este era un dato que le «honra como autor, pues, escribe y, una vez termina, se da cuenta de lo mucho que le asquea el mundo editorial, el tener que colocar su libro, tener que vender su moto y explicar lo que hace. Y Sergi, ahí, decide desviar sus energías y seguir escribiendo. Y se pasa la puta vida escribiendo«.
Estabulario como representante patrio realista
Para Lardín, Estabulario es como un «tresillo de pesadillas«. Un libro de ciencia ficción alegórica, donde, sin embargo, un idealismo subyacente emerge a través de su lenguaje cáustico. «Sergi es una buena persona. Y eso juega en su contra. Por tanto, sólo puede hacer comedia. Es un libro muy divertido«. De hecho, «un final feliz para Sergi puertas es que se extinga esta puta especie humana«.
No pretende explicar el futuro, sino que trata del presente inmediato y por eso, según Lardín, «cuando empiezas a leer uno de sus cuentos, al principio piensas ¿Qué cojones está pasando aquí? ¿Qué es esto? Y, poco a poco, te vas situando, vas tomando noción del entorno y te das cuenta de que el entorno es el mismo en el que tú te encuentras«. A esto ayuda un lenguaje que no pierde un consciente toque castizo, que «le acerca al esperpento, que arroja luz sobre las cosas que nos explica«.
El habla y la burla
Miqui Otero coincidió con Lardín en su concepción de lo esperpéntico, aduciendo que Sergi era «una persona muy cabreada«, consciente de la miserabilidad de la vida cotidiana. Para ello, resaltó «la manera irónica en que utiliza el lenguaje publicitario y de autoayuda, que ha vaciado de todo contenido cualquier palabra luminosa. Como, por ejemplo, el concepto de Libertad«. Puso como ejemplo el relato de J.G. Ballard El futuro del futuro (1977), en el que el autor teoriza sobre un futuro plausible en el que «todos los seres humanos acabarán grabando todo lo que les pasa con unos dispositivos de vídeo y luego llegarán a casa y elegirán los mejores perfiles, les aplicarán los mejores filtros y crearán una ficción de su vida en las que ellos serán los protagonistas y todos los que les rodean acabarán relegados a actores de reparto«. Para Otero, esta concepción vital se encuentra en los relatos de Sergi Puertas, que «plantea una neura de forma costumbrista y luego va derivando hacia la caricatura y la distopía«.
Tecnología y ciencia ficción
El propio Sergi Puertas definió sus relatos como «la clásica historia realista que he hecho toda la vida. La de un pobre comemierda atrapado en una situación horrible que, en este libro, el primero en el que meto elemento fantásticos y futuristas, (herencia de su guión para el cómic apocalíptico Logout, ilustrado por PIer Brito y que publico Norma Editorial en 2014) me he dado cuenta de que puedo llevar a unos extremos totalmente grotescos que me dan mucho juego, que hacen que me lo pase pipa. Normalmente, te inventas los personajes y las situaciones, pero a través de los elementos de ciencia ficción, me puedo inventar el mundo. Y, aunque utilizo la tecnología como marco, no hablo de ella, no me paro a explicar ese mundo, prefiero que se mantenga bajo una neblina que obligue al lector a preguntarse e imaginarse como es, no dárselo mascado. En mis historias, las cosas suceden de una forma natural, de a poquito. Pones al personaje ahí, hay una situación y, a partir de ella, a ver qué pasa. Aunque, como me conozco, todo acaba derivando a lo chungo«.
Y es que «al final, el contexto en que vivimos condiciona cómo vivimos. Estamos todos sin poder desembarazarnos de esas mierditas electrónicas, del correo electrónico, que las percibo como algo muy agresivo y que se me está merendando el tiempo y generándome una patología. Se me ha ido de las manos. Nos estamos olvidando de que existe la comunicación cero con el exterior, que puede valer sólo con el aquí y el ahora. Me da mucha impresión que, en un mundo como el que vivimos, en el que estamos tan terriblemente preocupados por todo a tantos niveles, por la salud, por lo que comemos, por lo que le enseñan a nuestros hijos… el tema de cómo ha entrado la tecnología, arrasando con todo, no ha generado un debate real a la magnitud que corresponde.«
Territorio hostil, personajes afines
Puertas reconoció haber recibido muchos rechazos editoriales («un cajón lleno«) por lo negativo de las situaciones y los personajes que crea, con los que según determinados editores es imposible empatizar. Puertas no está de acuerdo con eso, puesto que todo los que rodea a sus protagonistas es tan miserable que al final sólo hacen lo que pueden. «Cuando todo es mierda alrededor, salpica. Y es inevitable acabar enmierdado«. Pese a todo reconoció entre risas que parte de los personajes de Estabulario son genuinamente miserables, ya que su voluntad era arriesgar, llevarlo todo al extremo. «Como escritores, tendemos muchas veces a seguir esquemas más conservadores que sabemos que funcionan. Pero, con este libro, he intentado hacer funcionar elementos muy locos que, en circunstancias habituales se cargarían el relato«.
Phillip K. Dick como fuente de inspiración
Puertas no dudó en resaltar la fuerte influencia en su obra del autor de El hombre en el castillo, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? o Ir tirando. Un autor al que no se estaba citando durante la promoción de Estabulario. Argumentó que esa decisión seguramente se debía al hecho de que K. Dick no es literatura a primera vista. Su lenguaje es «de andar por casa. No tiene párrafos gloriosos, pero el hijo de la gran puta te lleva a unos momentos extrañísimos, a unos estados de la mente imposibles, hace montones de cosas loquísimas que escritores más literarios no consiguen. Y, en este sentido, para mí K. Dick es más modelo para escribir. Además, en sus novelas jamás de los jamases sabes hacia adónde va a tirar aquello, pero no pierde nunca la coherencia interna«.
Gestación y publicación de Estabulario
Cuando fue inquirido sobre la forma de seleccionar los relatos, Sergi confesó que había escrito Estabulario en forma de libro, desde el principio No había realizado una selección de cuentos escritos anteriormente, puesto que argumentó que «este tipo de relatos, si no salen como libro, no sirven para nada. Soy un fan de las nouvelles y los relatos muy largos y, si tienes un relato de sesenta folios, las revistas no lo quieren, las antologías, tampoco, da la impresión de que quieres adueñarte de medio libro. Los premios, tampoco, pues las extensiones son ridículas, por el rollo de esos jurados ganduletes de yo más de cinco páginas casi que no. Si Estabulario no hubiese aparecido publicado como libro, me lo habría comido con mi pan«.
Asimismo, declaró su intención de cada relato tuviese un registro y «una voz» diferenciados de los otros, pero características comunes. De este modo, encontramos relatos en una alocada primera persona aterrada por las situaciones que vive, otros en una tercera persona fría y distante que se limita a explicar lo que sucede. Incluso aparecen buenas personas, pero que, fieles al mundo de Puertas, «van destruyendo, haciendo mucho daño a la gente«.
Para lograr la publicación, reconoció, con su inimitable socarronería, que había recurrido al proceso «vulgarmente conocido como spam. Tienes un Excel lleno de correos de gente del mundillo ¿vale? (Yo de los círculos literarios no conozco a nadie, porque por las noches salgo con mis amigos, con mi novia, me emborracho… Sólo voy a las presentaciones de los amigos que escriben, que son tres). Y en fin, hago spam sin miramientos. Y al amigo Enrique (Redel, fundador de la editorial Impedimenta) le gustó el libro y aquí estamos. (Risas de los asistentes). Sí, está mal la cosa«.
Para terminar informó de que la de Estabulario era su primera presentación de un libro de narrativa. «Yo siempre se lo he dicho a las editoriales: todo lo que sea promoción y sea bueno para un libro, bien, voy donde me digáis. Pero de motu proprio no puedo mover un dedo. El mundo del publirreportaje, ese estar ahí dando la chapa en las redes sociales, lo justo. Mis otras editoriales nunca me organizaron presentaciones y a mí me pareció muy bien también. Por lo demás tengo resentimiento para todos (risas)».
Futuros proyectos
Rubén Lardín no dudó en instar a Puertas para que «sacara cosas de los cajones». Sergi aseguró que estaba en ello y que ya le había enviado a su editor la novela que escribió inmediatamente antes de Estabulario. «Ahora a cruzar los dedos bien fuerte«.
Toda presentación, como bien saben, ha de finalizar con la tradicional firma y dedicatoria de la obra presentada. Suele darse la circunstancia de que es en estas presentaciones cuando se producen picos destacados en las ventas de ejemplares. Esta ocasión no fue la excepción y, si me permiten, finalizaré esta crónica con la jocosa y consecuente dedicatoria que le hizo el autor a un servidor (avisándoles de que acudí en muletas al acto por una lesión en una rodilla):
«Para el amic Arturo, de muerto de hambre a muerto de hambre.
Saldremos adelante, compañero. Aunque a cambio tengamos que exterminar a la humanidá.
Me se cuide usté esa patita y un abrazo.«
En un mercado literario tan comedido y frugal, tómense un momento para degustar este banquete de bocados de realidad.
No se arrepentirán.
Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la UAB.