altFaldas rojo pasión salpicadas de lunares blancos, volantes que corretean revoltosos entre las piernas. No cesan las palmas ni el baile de manos, la guitarra despide una melodía ardiente que se mezcla con el sonido incesante de un taconeo. El flamenco es un arte. Y ahora también patrimonio de la humanidad. El Estudio de Danza Carmen Caparrós, del que es directora y profesora la prestigiosa bailaora Carmen Caparrós, recoge la tradición y esencia del flamenco para enseñarlo a todo aquel que quiera aprender su técnica. Situado en la ciudad de Barcelona, calle Galileu 261, abrió sus puertas el pasado año y fue destacado recientemente por la revista Time Out Barcelona como uno de los estudios de danza más prestigiosos del estado. Marta Vila, una de las cuatro socias fundadoras de la escuela, nos cuenta los primeros pasos del negocio y el porqué del flamenco como danza estrella.

Vuestro estudio de danza abrió sus puertas en Octubre de 2009. ¿Quiénes tuvisteis la idea?

Todas éramos alumnas de Carmen Caparrós en otra escuela y estábamos un poco cansadas del ambiente que había allí. A mi particularmente me parecía muy injusto que, con el talento que tenía Carmen, no tuviera un estudio propio. Ella, años atrás había tenido uno, pero lo tuvo que dejar. De ahí que el nuestro se llame Carmen Caparrós, para que ella tenga de nuevo su propia escuela. Es muy buena profesora. Yo he tenido otros profesores de flamenco pero como ella….

Somos cuatro socias. Soraya Villarroya, Carmen Caparrós, Sandra López y yo. Soraya es politóloga y es quien lleva el tema de la publicidad y el reparto de flyers. Carmen es la artista y directora de la escuela. Sandra es arquitecto técnico y es la que se ha ocupado del control de las obras del estudio. Y yo me ocupo un poquito de todo. Todas hacemos la secretaría, nos vamos turnando. Cada una tiene su trabajo a parte del estudio de danza. El diseño fue cosa de todas. Lo hemos hecho bien, todo insonorizado. La escuela a la que íbamos antes siempre tenía problemas con los vecinos, que se quejaban del ruido. Nosotras dijimos: “No. Aquí vamos a hacer una escuela bien hecha”.

¿Cómo pasa de ser una idea a una realidad?

Fue como un sueño hecho realidad entre todas. Un sueño de montar algo por nuestra cuenta, de ser mujeres emprendedoras. Ninguna tenía que dejar su trabajo, con lo que el riesgo no era muy elevado. Económicamente, teníamos unos ahorrillos cada una. Y entonces, como no lo vimos muy arriesgado dijimos “¿por qué no?”, tal cual. Y entre ¿por qué no? y ¿por qué no? empezamos a buscar local, y todo poquito a poco fue marchando… un poco sin pensarlo, muy ideológicas las cuatro. Dicho y hecho.

¿Cómo os disteis a conocer?

Con flyers, con flyers. También había gente que conocía a Carmen. De nuestro grupo de la otra escuela se apuntaron casi todas. Además nos anunciamos en el portal de flamenco. Nuestra ilusión es que venga gente de fuera por este arte. Ha sido un gran trabajo de Soraya, la verdad. Ir a la calle a repartir los flyers. En el segundo año también ha funcionado el boca a boca, porque lo estamos haciendo bien y la gente lo comenta.

¿Os costó arrancar?

No, no, no, no. Nos sorprendimos, ¿eh? El primer mes íbamos diciendo: “¡Ostras, ya tenemos cuarenta!, ¡ostras, ya tenemos cien!”, hasta que hemos llegado a un punto en que se ha frenado un poco, pero bueno, ¡estamos en los 170 alumnos!

¿Qué danzas se enseñan en vuestra escuela?

Yo siempre digo lo mismo, la nuestra es una escuela de flamenco, de clásico español y de sevillanas. Pero claro, también tenemos que hacer otras cosas. Hacemos comedia musical para niños, que es jazz. También la base de clásico, porque para bailar cualquier cosa has de tenerla; ritmos latinos, salsa… que tiene mucho éxito también (tenemos las clases llenas); rock and roll… Ahora hemos abierto una clase de funky para jóvenes, porque teníamos mucha demanda, pero nuestro fuerte es el flamenco.

¿Cuál es la danza que tiene más éxito?

El flamenco, el flamenco. Descarado, de calle. Es una danza que tiene mucho adicto. No es fácil montar una escuela de flamenco, no hay tantas. Insonorizar cuesta mucho. Yo creo que tiene tanto éxito porque el flamenco, en Catalunya, cada vez está más en auge. Además, los lunes hacemos la clase con un guitarrista. Entonces claro, no tiene nada que ver aprender con guitarra en vivo que hacerlo con la enlatada, de CD. Nada que ver. Nuestra idea es que en un futuro las clases sean siempre con guitarrista.

¿Alguien que no sepa absolutamente nada de flamenco puede ir a vuestras clases?

Sí, sí, sí. Tenemos tres niveles, el de iniciación, el intermedio y el avanzado.

altEntonces, ¿creéis que el flamenco es una buena apuesta?

Sí, sí, claro. Además a partir de ahora es patrimonio inmaterial de la humanidad. En Barcelona, siempre ha estado la rumba catalana. Están saliendo grupos de fusión de aquí, catalanes. Ojos de brujo, Calima, Jaleo Real, Macaco… el flamenco siempre ha estado muy arraigado aquí. Gusta mucho.De hecho, tenemos alumnas que ya hace años que bailaban flamenco, desde pequeñas.

Para los no entendidos, ¿cuál es la diferencia entre sevillanas y flamenco?

La sevillana es un folclore, el flamenco es una disciplina dentro de la danza. El flamenco es un arte muy difícil de aprender. No tiene nada que ver una cosa con la otra. Si sabes flamenco, sevillanas es un plis plas. El flamenco tiene muchos palos. Es muy difícil. La gente se piensa que es pegar golpes de zapatos pero no, tienes que saber de música. Hay el tacón flamenco, las seguidillas, la bulería, la soleá… Es muy amplio.

Cuando oímos la palabra “flamenco”, nos acude inevitablemente a la mente el sur de España. ¿Cuál es el perfil de gente que quiere iniciarse en esta danza?

Es muy amplio, hay gente de todo tipo. Yo soy bien catalana y me encanta. A todo el mundo que ame, entienda y sienta la música le puede gustar el flamenco. Es muy pasional, fuerte, te hace sentir y vivir. Una vez has probado el flamenco, te llena. A cualquier persona sensible le gusta el flamenco. Da igual que sea andaluz, catalán, vasco o japonés. Todo es sentirlo, sentir la música. Viene gente a la que realmente le gusta bailar, de todas partes. Y bien catalanes, también.

Tenéis la modalidad infantil y la de adultos, ¿Cuántos alumnos hay, aproximadamente, en cada una?

En total tenemos 170 alumnos, entre niños y adultos. Niños, no vienen tantos. Supongo que es porque en los colegios también hacen baile, aunque el nivel no es el mismo; también por el tema de la crisis y porque hay varias escuelas de baile en el barrio. Además, es más difícil que a los niños les guste el flamenco. Se apuntan más a comedia musical. Pero bueno, ¡tenemos una clase de flamenco de nueve alumnos!

Son cuatro los profesores que imparten las clases, ¿ya los conocíais?

No, excepto a uno de ellos. Fue a base de currículums e ir buscando. Tenemos una profesora de clásico para niños, otra de pre-danza, otra de lyrical y funky, dos de flamenco, contando con Carmen, al profesor de salsa…

A parte de las clases regulares, ¿hacéis algún tipo de cursillos puntuales?

Sí. Del 14 de enero al 4 de marzo haremos un monográfico de rock and roll. Ocho clases de ocho a nueve de la noche cada viernes. Con Carmen Caparrós, que lo baila muy bien. También a partir de enero haremos un cursillo de tres meses de sevillanas que se llama “Vamos a la feria”. Son doce sesiones para coger la idea de las sevillanas, para que la gente pueda ir a la Feria de Abril. También querría comentar que tenemos una profesora de contemporáneo, Marta, que además hace cursos de danza inclusiva, para niños discapacitados. A partir del 15 de enero, haremos clases de este tipo en nuestra escuela.

Además, participamos en el Comerç de Les Corts, en junio o así. Cuando salen todos los comerciantes a la calle, nosotras lo hacemos también para bailar.

Si pudieras dirigirte a la gente, ¿qué le dirías para que se animara a tomar clases de flamenco?

La gente necesita pasárselo bien. No hablo de flamenco en particular, sino en general. Tenemos dos alumnas que han enviudado hace poco y es magnífico ver la alegría y la ilusión con la que vienen. Como también lo es  ver lo contentos que vienen los niños. A la gente le va bien el baile. Es una terapia que recomiendo muchísimo. Y más en época de crisis, ya que te ayuda a evadirte de tus problemas, te olvidas de todo. Es un momentito de concentración para ti.

Con el flamenco sacas toda la rabia y la fuerza que llevas dentro, sacas tu lado más femenino y personal. Y cuando tienes estrés, dices “venga, voy a sacar toda la rabia zapateando”. A parte de que aquí haces un ejercicio que buf… Mira, yo he ido al gimnasio y he hecho una clase de GAP y te aseguro que no me canso tanto como en una clase de flamenco. No tienes celulitis, trabajas mucho los brazos y haces mucha fuerza. Además, aprendes a corregir la postura. Yo a mi hija Emma la he apuntado porque quiero que camine erguida y bien. Y lejos de lo que algunos piensan, no es sólo para mujeres. Tenemos dos hombres en clase de flamenco. Puede venir cualquiera, y tenga la edad que tenga.

En cuanto a las sevillanas, ¡es divertidísimo! Cuando ya sabes, te puedes ir a bailarlas a otros sitios como la Feria de Abril. Carmen las enseña muy bien.

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