Como el código penal ya estaba escrito y además era algo de sentido común, el escritor se ha propuesto otro reto. Había una vez un escritor feliz y bien educado que se propuso contar la narración más hermosa jamás contada y para hacerlo viajó por todo el mundo y se codeó con las personas más interesantes. En dicho empeño conoció a las mujeres más hermosas, trabó ilustres amistades y entabló extraordinarias conversaciones. Pero por más que lo intentaba no encontraba ninguna historia que le pareciera digna de tal honor. Un día, por fin, alcanzó la madurez requerida para conmoverse a diario con los innumerables episodios de los hombres y mujeres que se cruzaban en su camino. Sin embargo, cuando comenzó a contarles aquel maravilloso cuento nadie le creía. De hecho, como si una antigua deidad hubiera castigado su audacia con una vieja maldición, a partir de ese día, irónicamente, nadie escuchaba sus palabras. Un permanente mutismo se adueñó de sus labios y su carácter cambió volviéndose muy taciturno. De nuevo, comenzó a viajar por el mundo, pero esta vez buscando un interlocutor adecuado para aquel increíble relato. En ese momento un descubrimiento insólito tuvo lugar. Aquel hombre comprendió que cuando hablaba ya no le escuchaban los hombres, pero que su atención penetraba en el corazón de todas las cosas y le escuchaban hasta las piedras. Es más, fue condenado a que todo el mundo, mientras estuviera a su lado, pudiera sentir en su interior lo que él estaba sintiendo. Debía ser que su historia era tan bonita que había conmovido a la Naturaleza. Ese día, desde muy lejos, llegó una bella mujer. Aquella mujer era la belleza que siempre había buscado, pero el hombre, empeñado en que le escuchara todo el mundo, había dejado de escucharse a sí mismo y no podía amarla, por lo que la dejó marchar. Entonces, cuando ella estaba en el avión, la Naturaleza hizo que la pista se helara y el vuelo no pudiera despegar. Y al final fueron felices, porque al volver a la casa, el hombre ya había comprendido que debía sentir su corazón y amarla, porque eran diferentes, pero ella era el reverso de su propia conciencia.

Escritor sevillano finalista del premio Azorín 2014. Ha publicado en diferentes revistas como Culturamas, Eñe, Visor, etc. Sus libros son: 'La invención de los gigantes' (Bucéfalo 2016); 'Literatura tridimensional' (Adarve 2018); 'Sócrates no vino a España' (Samarcanda 2018); 'La república del fin del mundo' (Tandaia 2018) y 'La bodeguita de Hemingway'.

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