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Octubre acaba de despedirse llevándose consigo el LEM de otoño 2010. Ya han pasado por el escenario todos los protagonistas de esta edición del encuentro de música experimental, que como cada año se ha celebrado principalmente en el distrito barcelonés de Gracia. La actuación de Les Males Herbes, colectivo responsable de la revista de ciencia ficción que recibe el mismo nombre, fue precisamente una de las últimas sorpresas del dispositivo. No cantaron, ni tampoco hicieron cantar a curiosos instrumentos, porque el LEM no es sólo un festival de música, va más allá de eso. Recitaron cuentos que consiguieron sumergir el bar Musical María en las profundidades desconocidas del terror fantástico.

Les Males Herbes es un proyecto autogestionado, una revista que editan y distribuyen sus propios creadores, que luchan por convertirla en plataforma de la literatura underground. Su objetivo, fundir la tradición del cuento de ciencia ficción americano de los 50 con la producción catalana. Entienden como literatura fantástica la que utiliza los mundos irreales para tratar de comprender mejor el que conocemos. Por eso, la publicación recoge cuentos inéditos de autores que escriben de una forma no comercial ni delimitable en los parámetros de la literatura convencional. Cuentos como el que Miquel Cabal, miembro del proyecto, recitó. De autores como Eric Fuentes, que en su relato explica cómo un anciano que va en autobús elabora cuidadosamente un nudo con un cordel que luego se convierte en la soga con la que ahorca al conductor. O de Jordi Sanglas, que habla de plagas mundiales de gusanos que impiden a la gente salir a la calle si no es con trajes especiales.

Pero la noche del LEM no acabó con esos cuentos, aunque sí con más literatura. Javier Calvo e Ignacio Lois fueron quienes tomaron el relevo de la fantasía recurriendo a la interpretación. Melodías siniestras fusionándose con la voz en un espectáculo bautizado como Suomenlinna, nombre de la fortaleza construida en Helsinki en 1748 contra el expansionismo de la Rusia Imperial y también título del nuevo libro del propio Javier Calvo. La sala del bar abandonó el terreno de la ciencia ficción para remontarse a un pasado real revestido de literatura que recordó la tragedia de todo un pueblo. El escenario se sumió en una oscuridad tan sólo rota por el ir y venir de las llamas intermitentes de unas pocas velas. Las manos de Lois se deslizaban de una tecla a otra del piano, mientras las palabras de Calvo, vestidas de un tono lúgubre y acompañadas a momentos por la cándida voz de Carlota Gómez, contaban la historia de una niña que veía desde la fortaleza de Suomenlinna cómo caían enormes bolas de fuego del corazón del cielo. El testimonio de una guerra ahora lejana, la de Finlandia, que en 1809 fue ocupada por Rusia. Sin duda, un relato que puso la guinda final a una noche de emociones, llena de historias ansiosas de despertar el instinto de la reflexión en cada uno de los espectadores.

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