Los tres años cargados de desacuerdos entre Junquera Bobes S.A y los trabajadores del Matadero Central de Asturias se han visto plagados de impagos, reducción en los salarios, un ERE y la negativa por parte de los 86 trabajadores
Los tres años cargados de desacuerdos entre Junquera Bobes S.A y los trabajadores del Matadero Central de Asturias se han visto plagados de impagos, reducción en los salarios, un ERE y la negativa por parte de los 86 trabajadores a admitir “una lista con 31 despidos”, lo que ha derivado en la liquidación de toda la plantilla.
Sin embargo y sumándose a las acciones de otras empresas de la región, desde el 15 de julio de 2014 estos trabajadores, por turnos, permanecen dentro de las instalaciones de la empresa con la esperanza de encontrar una solución a un abismo que parece no tener fin. Alberto González, portavoz de la asamblea de trabajadores, al margen de cualquier agrupación sindical asegura que todo cambió desde que “una nueva directiva” asumiera el control del macelo. Agrega convencido, que el cierre en ningún caso “responde a un descenso en la producción”.
Crónica de un engaño
Esta empresa que desde 2011 ya arrastraba despidos, recortes de carácter temporal, reducción de salarios, huelgas, nóminas impagas y posteriores denuncias de los trabajadores, tuvo su punto de inflexión el pasado verano de 2014 cuando miembros del comité fueron llamados a la dirección; ahí, en una muestra de “confianza” se les explicó “que debido a un problema puntual de liquidez la paga extra no se podrá abonar en la fecha estipulada”. Prometieron sin embargo abonar una parte “con la nómina de julio y la siguiente con la de agosto” “¿Seguro?” preguntaron llenos de dudas los miembros del comité de trabajadores. “Claro que sí”, les confirmaron, sin embargo llegado el día 10 de julio no se pagó la nómina. Tampoco la paga extra. De inmediato y contagiados de incredulidad los trabajadores se presentaron nuevamente en la oficina de la dirección, donde les aseguraron que ya se había procedido a realizar la transferencia, y que al día siguiente, es decir el día 11, todos tendrían el ingreso abonado en cuenta, cosa que tampoco sucedió.
“¿Qué pasa con el dinero?” preguntaron a las 9 de la mañana los trabajadores. Las máquinas seguían funcionando. Estaban inmersos en una jornada habitual. Pero era una jornada cargada de incomprensión y silencios. Fue entonces cuando desde la secretaría de gerencia solicitaron a todos más paciencia, pues había que esperar a que llegara Ana Presa, la gerente. Enervados ante lo sucedido “por acuerdo generalizado todos decidimos parar de trabajar”. El afán solidario duró poco dado que, tratándose de un trabajo con animales vivos, acarreaban una enorme responsabilidad. “Hasta te pueden demandar”, afirma González que trabajaba desde hace 23 años como oficial de II. En tal sentido “decidimos reanudar el trabajo y terminar lo restante”, explica. Sin embargo, los trabajadores no culminaron la jornada de ese día porque alrededor de las 12 de la mañana, a cada uno le fue entregada una carta donde la empresa solicitaba el concurso voluntario de acreedores. “Así nos engañaron”.
El éxito del fracaso
Lo que denota una mala gestión por parte de los dueños de esta empresa es que en julio de 2014 a tan solo una semana de que la empresa se declarara insolvente y se presentara a concurso de acreedores, además de la plantilla completa de 86 trabajadores, “en la zona de despiece había 30 personas externas provenientes de ETT y cooperativas”. Todo ello se hizo supuestamente para reforzar la plantilla “porque teníamos un incremento notable en la carga de trabajo” remarca. Esta empresa que se fundó hace 47 años sacrificaba el 55% del cerdo de la región y un 50% de ganado vacuno. “La mitad de lo que se sacrifica en Asturias se hacía en el matadero ¿Eso qué significa?”, se queja enérgicamente González y al tiempo defiende que se trata de una empresa de referencia en la zona, añade que facturaba “cerca de 34 millones de euros al año y comercializaba a importantes grupos cárnicos en Cataluña, Madrid y Valencia, además del extranjero”. Y a diferencia de otros mataderos en su mayoría pequeños, también “ofrecía servicios a terceros y particulares”.
Como un ahogado que lanza manotazos al aire, los trabajadores instaron a la empresa para que, aun cuando ya parecía inminente el cierre se siguiera ofreciendo servicios a los supermercados que acostumbraban traer entre 20 y 30 terneros a las instalaciones. “Insistimos en dedicar 3 días a la semana para realizar dichos sacrificios, así no perdíamos clientes (que aunque pequeños aportaban ingresos) y las instalaciones seguían funcionando, pero no lo consideraron necesario”, lamenta. Lo cierto es que así comenzó el declive de uno de los mataderos más importantes de España, “producto de la mala administración de los nuevos herederos”, es decir de la segunda generación en la que se mezclan hijos y nietos. “Ellos tomaron las riendas de la empresa cuando los fundadores pasaron a retiro”.
Cambio en el modelo de negocio
Se podría decir que, cuando empezó esta nueva directiva, todo iba bien pero al cabo de 2 años comenzó a cambiar el modelo de negocio: “trajeron al señor Emilio Ubis, director de planta que tenía un pie en la jubilación”. El mismo que de manera insistente “criticaba nuestro trabajo”. Ya desde entonces propuso reducir sueldos, exigía más, más, más, a lo que se sumaba unos soberbios espectáculos. “Un día detuvo toda la producción y a gritos se dirigió a los trabajadores. ¡Yo no voy a consentir sabotajes ni devoluciones!” Por entonces, en vez de vender a clientes fijos de toda la vida como Campofrío se tuvo que vender a muchos otros comercios que dejaron de pagar, así como a empresas en las que curiosamente este señor llevaba comisión, lo mismo con las Granjas de cerdos que habitualmente nos suministraban: fueron reemplazadas por otras empresas cuya calidad del producto era inferior, pero en las que este señor “¡también arañaba una comisión!”. A la par, en 2013 “desde la directiva se impulsó el inútil incremento de cargos medios, incentivaron planes de despiece secundarios, algo que no hacíamos aquí pero que tenía como finalidad obtener mayores ingresos, pero no vimos nada ¿dónde está el dinero?”, reclama.
En 2014 se registraron “pérdidas de casi 900 mil euros… ¡pero de qué! Cómo puede estar pasando esto cuando vemos que se incrementa la carga de trabajo. Yo lo puedo entender si trabajo en una fábrica de muebles ¿pero aquí?”, cuestiona. Aunque es evidente que hay una deuda, “pensamos que hay una doble contabilidad en el Matadero, porque insisto… aquí siempre hubo trabajo”.
También se perjudican los ganaderos
Con el cierre de este matadero se empiezan a ver perjudicados los ganaderos de la región pues antes tenían la posibilidad de “vender sus animales directamente a nosotros a un precio estipulado por el mercado, pero ante la falta de competencia, ahora no les quedará otro remedio que tratar con compradores externos y recibir un precio menor”. En la feria del pasado septiembre ya se produjo una caída de precios notable, reconocida por el director del Mercado Nacional de Ganados de Pola de Siero y los sindicatos de ganaderos. “Por nuestra parte contactaremos con los sindicatos agrarios a fin de ejercer presión, para que el gobierno del Principado se implique, porque una región como Asturias, debe dar alternativas a estos productores”, propone.
Políticos locales que señalan a los trabajadores del matadero como únicos culpables del cierre, son los mismos que “ante nuestras solicitudes de apoyo advertían que se trataba de una empresa privada en concurso de acreedores y que por tal razón no podían tomar parte”. El Principado de Asturias tampoco ha mostrado interés, aun cuando “no exigimos nada ajeno a lo que son funciones y obligaciones de un gobierno”. Ahora se trata de una empresa cerrada por lo que “ya no tienen excusa”, advierte.
Una lista de 31 trabajadores
Cuando el año pasado los directivos Junquera Bobes presentaron un plan de viabilidad para que la empresa continuara funcionando, señalaron que resultaba necesario despedir a 36 trabajadores, cifra que luego descendió a 31. Al margen de los despidos, “a lo que siempre nos opusimos, instamos a los dueños para que mediante pruebas confirmaran la financiación requerida para que esta empresa saliese adelante”. Hablaron de un posible inversor, de avales para otorgar créditos provenientes del Principado de Asturias, “pero los dueños nunca se tomaron la molestia de confirmar aquello”, explica. La poca confianza de estos trabajadores se agotó cuando “el Director General del Principado y el Consejero de Economía y Empleo desmintieron tales avales que supuestamente había ofrecido el Principado”, aclara.
29 voluntarios
“Nosotros presentamos una lista de 29 voluntarios dispuestos a dejar la empresa pero los empresarios se negaron a aceptarla”, recuerda este portavoz. “No”, respondieron, e insistieron en la necesidad de prescindir de “31 trabajadores elegidos por ellos”. De esa forma quedó en evidencia la existencia de una lista de despidos que incluye a toda la gente que reclamó en los juzgados. “¿Si yo voy al juzgado y reclamo soy conflictivo?” se pregunta con impaciencia Alberto al tiempo que asegura que en los 23 años que trabajó en el matadero “nunca me vi en la necesidad de ponerle una denuncia a la empresa, hasta el año pasado cuando comenzó toda la debacle. No me siento orgulloso pero reclamo el salario adeudado. Estoy en mi derecho”, sentencia. Frente a tales denuncias y ante la incertidumbre que no hacía más que acrecentarse, la empresa empezó a difundir entre los trabajadores una política denominada “divide y vencerás”, a esos que mordían la carnada “les ofrecían cierta seguridad a cambio de dividir nuestras acciones”, pero no dio resultado.
Esto que ha pasado en el Matadero Central de Asturias “lleva trabajándose desde hace tiempo con la finalidad de que los dueños puedan eludir cualquier responsabilidad”. Lo llamativo del asunto es que aun cuando Junquera Bobes S.A no paga salarios, para todas estas gestiones ha contratado los servicios de Garrigues abogados, uno de los bufetes más caros de España, a ello hay que sumarle los servicios de un asesor contable que es de San Sebastián pero desde hace dos años vive en Asturias. “Probablemente sea quien preparó el terreno para que no pillásemos nada”, remarca. Ingeniería contable hay en muchos sectores, “que al final se descubra o no eso ya no lo sé, pero si hay trabajo y venta ¿dónde está el dinero?”, repite.
Desconfianza de los sindicatos
Cansados de que las negociaciones se realicen a través de las Federaciones de los Sindicatos, los trabajadores de este matadero decidieron excluir a los sindicatos de las negociaciones con la empresa y eligieron a nuestro entrevistado portavoz de la asamblea de trabajadores. “Si nos equivocamos vamos a ser nosotros”, entiende. Este operario de la industria cárnica, por otra parte celebra contar con el asesoramiento jurídico de la Corriente Sindical de Izquierda, quienes se ofrecieron voluntariamente, pero sin buscar protagonismo, a diferencia del SOMA (Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias) que cuando empezaron los problemas corrieron a presentarse como asesores, “¿gente de la minería me va a asesorar?”, cuestiona con cierto tono de indignación. Yo, como representante disponía de 15 horas mensuales que cuando trataba con la asesoría jurídica debía justificar. Pero estos liberados de la minería que en 30 años en el sindicato no pisaron la mina, no están obligados a nada. Recuerda que el “SOMA llegó a tener aquí en Asturias 150 liberados de los cuales ninguno trabajaba. Defendían lo que lograron con la minería ¡pero ¿qué lograron? si de casi 30,000 trabajadores ahora hay 1,500!” denuncia. “Cerraron todos los pozos, ellos se quedaron con el dinero de los fondos mineros, se largaron a darse la gran vida y dejaron Asturias hecha una miseria”. No existe ninguna empresa en funcionamiento que se haya financiado con fondos mineros. “Eso fue penoso. La empresa Alas Aluminium es un ejemplo”.
La liquidación
Con la liquidación de este macelo, se llevará a extinción todos los contratos, la sociedad quedará disuelta y la empresa pasa a manos del Juzgado Mercantil para ser gestionada por los administradores concursales para la venta. “La oferta va a tener que ser alta, pues ahora mismo los dueños presentaron una deuda de 8 millones de euros algo que en teoría está tasado en 14 millones de euros”.
Continúa el encierro
“Nosotros por eso vamos a seguir manteniendo el encierro iniciado en diversos turnos desde el 15 de julio. Seguiremos en contacto con la administración concursal y el Juez para que nos informe sobre las ofertas que haya para este matadero”. Es optimista porque si hubiera dos ofertas similares en cantidad económica, “puntuará más la oferta que absorba a los antiguos trabajadores”. Lamenta sin embargo que aunque eso ocurra, se perderá la antigüedad y se negociarán nuevas condiciones laborales. Algo ya muy habitual en España.
El caso de la factoría Tenneco, un ejemplo a seguir
Tenneco es una empresa dedicada a la fabricación de componentes para automóviles, cuando presentó un expediente de extinción, ofreció a los trabajadores “compensaciones excesivas que ellos se rehusaron a recibir”. Se implicaron tanto que llevaron el conflicto hasta la Unión Europea, al tiempo que establecieron contacto con otras empresas que atravesaban situaciones similares, las mismas que ahora siguen su ejemplo. Y es que Tenneco aunque parezca mentira, volvió a abrir sus puertas y muchos trabajadores fueron admitidos.
A partir de entonces y con la finalidad de apoyarnos en todas las reivindicaciones surgió la Plataforma de Empresas en Crisis, con la finalidad de tener una mayor visibilidad y donde se agrupan: Tenneco, el Matadero Central, los trabajadores del hotel León cuyo cierre, pese a su alta rentabilidad, se produjo porque “los gerentes de dicha empresa construyeron a las afueras de Gijón un hotel de lujo que fracasó como consecuencia de la crisis. Los trabajadores del hotel León llevan actualmente más de 300 días de encierro, pero según parece están negociando una oferta.
En el caso de Fundición Nodular ocurre que también se presentaron a concurso de acreedores, pero un grupo inglés, según se sabe, “ha mostrado interés por la empresa y por los 130 trabajadores, es decir: por casi la totalidad de la plantilla”. Cabe señalar que en este caso hubo intervención del Gobierno del Principado de Asturias para que contraten a los trabajadores que ya tenían experiencia.
Aguas de Fuensanta también entró en concurso de acreedores pero “un grupo con capital mexicano absorbió a buena parte de los trabajadores, a todos no, pero se comprometieron según las necesidades de la empresa, a considerar primero a los que quedaron fuera”.
Y si seguimos sumando habría que añadir a los 55 despedidos de General Dynamics, trabajadores del hotel Reconquista, trabajadores del ERA (servicios de residencia de ancianos de Asturias), trabajadores del Burger King de Gijón, que acaban de llegar a un acuerdo con la empresa. Los del Apta: una empresa de discapacitados que dependía de la ONCE y que cerró paradójicamente al tiempo que la ONCE recibía el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
Cabe señalar que “aun cuando hay despedidos individuales que cuentan ya con el apoyo de la plataforma, existen también trabajadores de empresas pequeñas que carecen tanto de sindicatos como de asesores”. Aclara en ese sentido que “cualquier persona afectada puede acudir a la plataforma”. Y otra cosa: ahí no se apreciará “el logo de ningún sindicato”.
Una puesta a punto de todo
La industria alimentara ha sido de las pocas industrias que ha sorteado la crisis. Aun cuando cerraron algunas empresas, es un sector que a nivel estatal “está tirando bastante”, explica González. Hay mucha exportación a países del Este, aun cuando perjudicó el reciente conflicto de Rusia, país al que se exportaba mucho, pero ahora se exporta también a China.
Eso sí, el día que el matadero vuelva a funcionar habrá que poner nuevamente en marcha las instalaciones, y eso tendrá un coste de apertura pues al haber estado paralizado el sistema del frío ha perdido gas. Habrá que poner a punto todo. Lo cierto es que mientras más tarden en reabrirse las instalaciones, el coste será mayor.
Un deseo en Convadonga
Aunque no lo digan, los niños están pendientes de todo lo que se habla en casa… Alberto tiene un niño de 10 años. Este pasado verano toda la familia viajó a Covadonga “Subimos a los lagos”, recuerda con una sonrisa. Me cuenta que el niño de pronto corrió para beber a la fuente de los siete caños, lugar donde se ubica el Santuario de la Virgen. Y es que según versa la tradición, aquel que bebe de los siete caños y pide un deseo se cumple. El niño fue y pidió su deseo.
—¿Qué pediste? —preguntó la abuela.
—Si te lo digo no se cumple—dijo el niño.
–
Pero la abuela respondió que aun así, el deseo se cumpliría.
—Que papá vuelva a trabajar —dijo el niño.
Alberto cuando lo supo vivió momentos de impotencia, tuvo mucha rabia pues aunque no habla de devoción ni de vírgenes en su rostro se evidencia la esperanza de volver un día a trabajar. Sin embargo es realista pues “ahora mismo ya sabemos que, dado que no se produjo nada que supusiera lo contrario, se hará efectiva la liquidación anunciada. Esperaremos para ver cómo se va a producir esta liquidación, en qué plazos, cómo se van a extinguir los contratos”. Eso sí, ahora que la empresa permanece cerrada se debería buscar un inversor para sacar a flote el matadero. “Nosotros vivimos de esto”.
En un abrir y cerrar de ojos nos acercamos hasta la puerta del matadero.
—¿Dónde es?—pregunto
Señala en dirección al lugar donde hay unas pancartas. Unas instalaciones protegidas por rejas.
—¡Ahí!
—¿Y cuántos hay ahora?
Marca el móvil y luego habla con un compañero.
Hay dos.
—¿Se puede entrar?
—No. Ahí no puede entrar nadie.