Helios Gómez (Sevilla, 1905 — Barcelona, 1956) ilustrador y pintor, poeta, anarquista y comunista, gitano de Sevilla y vecino de Barcelona, hubiera caído en las cunetas del olvido a no ser por su hijo, que se ha dedicado a recoger testimonios y documentos para recuperar su figura. Helios Gómez, que pasó por la cárcel Modelo de Barcelona en varias ocasiones, es conocido por ser el autor de la Capilla Gitana, una serie de murales que representaban en las paredes de una pequeña celda los retratos de sus compañeros presos políticos y que quedó mutilado por la desidia de la conselleria de Justicia de la Generalitat catalana.
Su hijo Gabriel Gómez Plana acaba de publicar otro libro, titulado Un gitanillo en la ciudad de los muchachos. Las generaciones perdidas sobre el artista y también sobre su propia niñez de huérfano en un barrio de casitas unifamiliares que hoy aún se mantiene casi intacto, al pie de la colina de Montjuïc. Como sucedió con tantos otros niños de familias devastadas por la posguerra, sus abuelos no podían mantenerle y le internaron entre 1952 y 1956 en el hospicio La Ciudad de los Muchachos, al lado de Vallvidrera, repleto de críos hambrientos y revoltosos. De allí salió algún domingo para ver a su padre, a quien conoció apenas entre el griterío del locutorio de la Modelo y más tarde en la Residencia Sant Jordi de Barcelona, donde Helios vivía en una pequeña habitación que le servía de estudio cuando falleció a edad temprana.
El libro contiene una serie de testimonios sobre la estancia de Helios Gómez en Barcelona y su actividad como ilustrador de la abundante prensa de izquierdas, muchas veces sin cobrar un céntimo. En un día de Sant Jordi de 1930, publicó en la revista La Rambla una ilustración en la que el dragón se parecía a Alfonso XIII, lo que ocasionó la confiscación de todos los números por parte de la policía y una multa al editor. El director, Luis Aymamí i Baudina, le subió el sueldo a Gómez para recompensar el éxito comercial que iba teniendo la revista.
En muchas ocasiones Helios Gómez no cobraba por sus ilustraciones. Algunos testimonios hablan de que vivía en un cuartucho sin aseo en la calle Riereta, pero siempre iba elegantemente vestido, no fumaba ni bebía y era muy atractivo, además de culto. Era también habitual de las tertulias de los cafés de la época como el Café de la Rambla, Maison Doré, Oro del Rin, Ateneu Barcelonés y Ateneu Enciclopèdic Popular, donde se organizaban auténticos debates que en alguna ocasión acabaron a puñetazos a causa de la presencia de Bruno Mussolini y un grupo de “camisas negras” italianos.
Hacia 1928-1929, Helios acudía a las tertulias con Dolores Ibárruri, La Pasionaria, mayor que él y con la que tuvo una relación amorosa, según varios testimonios. El periodista Emili Granier Barrera le contó a Gabriel Gómez que La Pasionaria le montó una escena de celos a su padre cuando lo vio con una muchacha alemana con quien se relacionaba, Irene Weber. Este dato de la relación sentimental también lo confirmó Domènec Escorsa, que conoció a La Pasionaria al presentársela Helios Gómez en el Maison Doré. Esta relación no era conocida, en parte por la eficacia del aparato propagandístico del PCE, que convirtió a Dolores Ibárruri en una heroína y madre, una líder de gran eficacia pero sin un hombre al lado. Durante muchos años, la líder comunista tuvo como compañero a Francisco Antón, 17 años menor, al que aupó al comité central.
En cuanto a Helios Gómez, viajó a París, Viena, Berlín y la URSS antes de que estallara la guerra civil, en un periplo interesantísimo en el que divulgó su producción artística y acumuló experiencias de tipo político. Durante la contienda, tuvo problemas con la militancia del PCE al ejecutar a un comisario político en el frente de Andalucía, al parecer por una cuestión de derrotismo o cobardía. Gómez participó también en el intento de invasión de las Baleares que lideró el capitán Bayo y tras la derrota republicana, pasó por diversos campos de concentración del sur de Francia.
Compartió las vicisitudes de los primeros exiliados y al no poder dirigirse hacia América, acabó en el funesto campo de concentración de Djelfa, en el Atlas sahariano marroquí, realizando trabajos forzados. Consiguió regresar a España, donde con otros compañeros reanudaron en Barcelona la publicación de la confederal Solidaridad Obrera y acabó encarcelado en la cárcel Modelo, donde contrajo diversas dolencias que causaron su temprana muerte en 1956.
El estilo de Helios Gómez es inconfundible, sobre todo en sus ilustraciones y grabados en blanco y negro de estilo expresionista, que constituyen un auténtico alegato contra la injusticia y a favor de la libertad. A estas alturas, todavía no se ha organizado una gran exposición de sus obras, lo que evidencia el poco interés de las autoridades culturales en rescatar a figuras vinculadas a las vanguardias y a la militancia obrerista de difícil clasificación.