La Riviera Francesa ha sido, es y será, uno de los destinos turísticos más glamourosos del mundo. Ubicada en el litoral mediterráneo, al sureste del país galo, es hogar de innumerables celebridades y personajes famosos. Casas de ensueño, yates majestuosos y lujo por doquier inundan las principales ciudades de la Costa Azul. Así, Saint Raphael, Saint Tropez, Cannes, Antibes, Niza o Montecarlo son sinónimo de elegancia, estilo y belleza.
Precisamente, en esta última ciudad, Montecarlo, el barrio más pomposo del Principado de Mónaco, es donde se alza uno de los estandartes de la Riviera. Hablamos del mayestático Casino de Montecarlo, referente de la suntuosidad del estilo imperial francés y punto de encuentro de la aristocracia y la jet-set durante más de 160 años. Sin duda, un lugar de culto del juego de azar presencial.
Breve historia del Casino de Montecarlo
El edificio que actualmente acoge el casino es fruto del exquisito trabajo del arquitecto Jean Louis Charles Garnier, virtuoso creador de la Ópera de París (Palais Garnier). Se inauguró en 1863, en el distrito de Les Spelugues, tras cinco años de obras, bajo la gestión la Société des bains de mer et du cercle des étrangers de Mónaco (SBM). Pese a que en Francia el juego estaba prohibido, la pequeña ciudad-estado monegasca levantó el veto, atrayendo así el interés de los amantes de los juegos de azar.
La historia le atribuye a la princesa Carolina, cónyuge del príncipe Florestan I, la concepción del proyecto, con el claro objetivo de que se convirtiera en el principal baluarte de la economía monegasca. Tanto fue así que llegó un momento en que las ganancias fueron de tal magnitud que el Principado se permitió el lujo de suspender el impuesto de la renta a sus ciudadanos. Es de justicia mencionar que buena parte de los ingresos fueron sobrevenidos gracias a la creación de la ruleta Europea, basada en la ruleta ideada por el físico Blaise Pascal, pero a la que los hermanos Blanc le añadieron el 0.
A día de hoy, la Société des Bains de Mónaco sigue gestionando el casino, pero su principal accionista es la ciudad-estado de Mónaco, por lo que se ha convertido en una empresa pública. Mientras, el Casino de Montecarlo sigue acogiendo los torneos internacionales más prestigiosos de todo tipo de juegos de mesa.
Una experiencia inolvidable
El Casino de Montecarlo es un complejo de más de 10.000 m². Dispone de una oferta interminable de juegos de mesa y slots (máquinas tragamonedas). En Montecarlo se puede jugar a todo: ruleta europea e inglesa, blackjack, póker, craps… Y se puede hacer en medio de unos salones de ensueño, con una decoración exclusiva para que la experiencia del juego sea algo inolvidable. Destacan la Sala Europa (Salle Europe), escenario de varias secuencias de la saga 007, la Sala Médecin y la Sala Blanca (Salle Blanche).
En verano, la Salle Blanche abre su alucinante terraza, un emplazamiento único que permite al jugador disfrutar del azar mientras degusta un Martini y contempla unas panorámicas indescriptibles de la Riviera Francesa. Los métodos de pago en el casino son los habituales en estos círculos, aunque siempre existe el clásico fanfarrón que se atreve a presentarse cargado de fajos de billetes. En el casino también existen otras dos salas: la Renacimiento (que acoge más de 300 máquinas tragaperras) y la Sala América, donde se juega principalmente al blackjack.
Cuando necesitemos recobrar fuerzas, tras unas horas divirtiéndonos a lo grande, podemos pasarnos por los restaurantes del casino. Le Train Bleu, Le Salon Rose o los Privés, con vistas a Cap Martin, que brindan una oferta gastronómica solamente apta para los paladares más exigentes e instruidos en el arte de la degustación culinaria.
Personajes célebres y otros jugadores
A lo largo de más de siglo y medio de historia, las salas de juego del Casino de Montecarlo han seducido a una clientela internacional de toda clase y condición. Desde figuras controvertidas como Eduardo VII de Inglaterra (quien perdió cantidades ingentes de dinero), hasta referentes del cine clásico como Charles Chaplin, han pisado las alfombras que cubren los relucientes suelos de mármol de esta joya palaciega. Aunque, sin duda, una de las figuras que más glamour inyectaron al Principado fue Grace Kelly. La belleza y elegancia de la actriz estadounidense contagió a la sociedad monegasca durante la segunda mitad del siglo XX.
También ha vivido historias inverosímiles como la de Charles D. Wells, un ingeniero británico de medio pelo que, a finales del siglo XIX, entró en el casino con 4.000 libras y salió con cuatro millones. A lo largo de cinco días, Wells consiguió hacer saltar la banca hasta en tres ocasiones, encadenando una racha millonaria en la ruleta y el póker que dejó sin sentido el dicho aquel de que «la banca siempre gana».
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.