Desde que en 1976 incursionara en la escena artística con el proyecto Macromassa Víctor Nubla (Barcelona 1956) se ha ganado a pulso el reconocimiento como referente de la música experimental española; algo similar ocurre con los eslabones de su narrativa pues parece ser que se coloca como el creador de un universo personal que late entre el suspense policial y el neorrealismo postneanderthal, entre el surrealismo de los cronopios cortazarianos y el humor negro; tan difícil de manejar a veces, que algunos lo dan por olvidado. Hace un año, las páginas que componen Cómo se caza un dromedario, —recopilación de sus más arriesgados escritos— avizoraban de manera indirecta de esto y despertó la expectativa de quienes al margen de solemnidades, siguen el rastro de este icono peculiar del downtown barcelonés; ahora nos ofrece El regalo de Gliese (Aristas Martínez ediciones) artefacto definido y maquillado por las ilustraciones de Pep Boatella y que advierte del inminente peligro que se avecina.
Todo comienza cuando Sebastián Janowsky asiste a una fiesta de degenerados experimentales y de un momento a otro no tiene claro si alguien lo vigila pero sabe que algo raro está sucediendo; desde el día 11 de agosto de 2010 vive desconcertado; abre los ojos y no sabe dónde está, se pregunta qué pasó la noche anterior con ese cadáver que terminó por encontrarse pero el intento por rememorar es una empresa fallida que lo atormenta.
El caso es que sabe que Juan Ninja está muerto; ahora bien, lo que desconoce es si ha sido él quien lo ha matado, en una noche de verano en Barcelona, porque en esta novela hay un cadáver en una fiesta de verano y Sebastián Janowsky lo ha visto y luego se ha palpado los bolsillos y se ha encontrado con un fajo de billetes; comienza entonces el periplo de su huida porque lo persiguen, se cambia la identidad y aun así continúa preguntándose por qué no hay una razón precisa para descubrir lo que le sucede y para saber por qué los perros, “esos seres que se huelen el culo a la menor oportunidad”, así como tantos variados objetos, hablan correctamente al tiempo que ven el futuro próximo, lo que puede ser una ventaja y a la vez un ingrediente atrevido de esta psicodelia de palabras.
Todo comenzó cuando hace millones de años los habitantes de Gliese, es decir los gliesianos y los perros que hablan se enfrentaron a los “primordiales”: “Gron, Moloñ, Espigoñ, Zamfoñ y Rigodoñ, seres metamórficos que, una vez vencidos pero no eliminados, en la memorable batalla de Wah Wah, fueron enterrados en un lugar remoto de la galaxia, planeta tierra denominado Bugulú, concretamente en la plaza del Raspall del barrio barcelonés de Gràcia, “donde vais a menudo”; lo hicieron ahí porque pensaron que nunca habría vida, y ahora, hay tanta…que uno no puede ni caminar, ahora los primordiales están entre nosotros para hacer que todo vaya peor y su hambre voraz se justifica por los doscientos millones de años que llevan sin comer.
Asistir al universo Gliese es entrar en el juego que propone Víctor Nubla, un juego, no tanto de palabras sino de situaciones, de personajes frikis donde el elemento suspense se suma al argumento de intriga planteado desde el principio, nos sumerge en una Barcelona actual, contraponiendo la ciencia ficción con un realismo clásico lleno de policías, críticos, editores, falsificadores de documentos, regidores, espeleólogos y grafistas entre otros y cuyo escenario son las calles del barrio en la antesala y durante la Fiesta Mayor de Gràcia. El regalo de Gliese es una novela singular, eso sin duda, una apuesta libre y ajena a los manoseos del mercado.
Está claro que Nubla es consciente de lo que supone seducir a un público poco acostumbrado al humor marciano que habita en su novela, construida a partir de registros urbanos, con amigos infaltables y extraperrestres quetransmiten el mismo respeto que las drogas; hay una imaginación desbordante y cómo no, la huella de de Kurt Vonnegut y Philip K. Dick, autores de los que ha bebido Nubla como un abominable, a la suma de este panorama multicolor que explota finalmente en un ataque masivo venido desde lejos, se añade la influencia de Enid Blyton, reconocida por el autor.
El regalo de Gliese es un objeto de esos que hacen ruido y Víctor Nubla un creador nato de tiempo completo que desde hace varios años salta de la música a la literatura, de la promoción cultural a las calles del barrio gitano de Gràcia, ahí las croquetas se degustan en la medida que la espera de un cambio, no precisamente de planeta se hace cada vez más inminente, se repite por las calles catalanas que ya no parecen temer a la invasión de los primordiales que han perdido toda su capacidad multimórfica; aunque cabe la posibilidad de que nuestro planeta se termine convirtiendo en un campo de batalla de una guerra interestelar. ¡A ver quién aprieta el botón primero!, que guerra avisada… no mata gente.