El diccionario define revuelo como la acción de hablar mucha gente de una misma cosa insistentemente y con excitación. Y pone como ejemplo de uso de la palabra la frase siguiente: «La noticia ha levantado un gran revuelo.» Alboroto ha sido la palabra clave en la campaña de Ciudadanos desde que el primer día la usó Inés Arrimadas y colocar esta palabra catalán medio de una intervención en castellano, asegurando que hasta ahora el proceso independentista ha hecho mucho ruido y poco más. Y desde aquel día el periplo electoral de Ciudadanos ha sido un alboroto continuo, por las encuestas con la intención de voto creciente, por los mítines con asistencia creciente de público, por el discurso de Arrimadas cada vez más en el papel de futura presidenta. Un sarao electoral constante y creciente hasta ayer, cuando el partido que lidera Albert Rivera obtuvo un resultado histórico en las urnas y se impuso en votos y diputados al resto de formaciones. El de ayer es un resultado imposible de imaginar hace once años, cuando nació el partido, pero estéril e insuficiente para organizar un gran y definitivo alboroto, como habría sido dar la vuelta a la mayoría independentista. Ayer Ciudadanos hizo línea, pero no pudo cantar bingo y, aún menos, hacer saltar la banca.

Los 37 diputados conseguidos ayer por Ciudadanos, la victoria en votos (poco más de un millón) y diputados, la victoria en Barcelona y Tarragona y el aumento en Girona y Lleida configuran la foto para la historia que siempre podrá enseñar Inés Arrimadas , pero el otro gran objetivo de la campaña de Ciudadanos, «conseguir que los constitucionalistas saquen un diputado más que los separatistas», tal como no se cansó de repetir Arrimadas los mítines, quedó lejos, muy lejos de hacerse realidad .

La muestra que los resultados de ayer supusieron un agridulce, más agrio que dulce, se vivió en el hotel Plaza, donde pasadas las once de la noche, cuando la victoria era clara, aún no había salido ningún líder de Ciudadanos en valorar los resultados, como hace habitualmente cada noche electoral la formación que resulta ganadora. Sólo hubo un momento para la euforia cuando el escrutinio provisional pasó de 35 a 36 diputados y se sintieron gritos entre los dirigentes de Cs que seguían el recuento en el hotel. Aquella hora el número de personas que se habían acercado hasta el escenario que el partido montó en la plaza España no llegaba a la cincuentena de personas y el ambiente era triste y gélido.

La noche electoral de Ciudadanos siguió el mismo guión que toda la campaña, en la que el partido naranja ha buscado deliberadamente, tanto en el discurso como en el simbolismo, deconstruir la estrategia y el discurso del movimiento soberanista. Es con esta lógica que anoche Inés Arrimadas y Albert Rivera programaron comparecer ante sus militantes y seguidores sobre un espectacular escenario de color naranja que se había montado en la avenida Maria Cristina de Barcelona, ​​junto a las torres venecianas de la plaza España, el mismo lugar donde Juntos por Sí cerró campaña hace dos años y donde se han hecho algunos actos soberanistas, el último el 3 de diciembre con un concierto que 10.000 músicos y cantantes protagonizaron para reclamar la libertad los presos políticos catalanes.

No fue hasta las doce menos cuarto de la noche que Arrimadas y Rivera salieron del hotel para ir hasta el escenario de la plaza, donde la candidata destacó que «por primera vez una fuerza constitucionalista ha ganado las elecciones en Cataluña «. Hasta ayer, el mejor resultado españolista la había obtenido el PP con Alicia Sanchez Camacho, cuando en 2010 sacó 17 diputados.

El independentismo con Puigdemont

El independentismo respiró aliviado, pero no abrió el cava. Las tres fuerzas que defienden el Proceso, Juntos por Cataluña, Izquierda y la CUP, conservaron la mayoría absoluta que los llevó a proclamar la independencia el 27 de octubre, con 70 diputados, dos menos de los que tenían hasta ahora, y el 47% de los votos, un porcentaje similar al 27-S. Una alegría para el bloque, y un desencanto: la victoria de Ciudadanos hace que el mapa de Cataluña, especialmente en las ciudades más pobladas, se tiña de naranja. Sin embargo, el independentismo podrá gobernar, y JxCat y ERC les basta con la abstención de la CUP para formar gobierno. Un éxito en unas elecciones anómalas y con la participación disparada, pero el aviso a las urnas es claro: no todo el monte es orégano.

La alegría fue por barrios, porque una de las principales sorpresas de la noche fue que Juntos por Cataluña se llevara la disputa interna con Izquierda. La lista de Carles Puigdemont obtuvo 34 diputados, dos más que ERC, con 32. Un resultado que reafirma el éxito de la lista del presidente: la última encuesta antes de la formación de la candidatura le daba la mitad de diputados y la situaba como quinta fuerza. Con la formación de JxCat -que ha diluido las dañadas siglas del PDECat-, un Puigdemont muy activo en campaña a pesar de ser en Bruselas ha mantenido el liderazgo del Proceso.

ERC, en cambio, es quien más ha pagado la anomalía de la campaña. No sólo tiene el candidato a la cárcel -Oriol Junqueras seguía el recuento desde Estremera- sino que ha visto como la apelación de JxCat al voto útil para hacer volver el presidente ha funcionado más que su llamada a evitar la victoria de Ciudadanos. Aunque la diferencia fue escasa, los republicanos, favoritos en las encuestas desde 2014, fueron ayer la tercera fuerza cuando más lo tenían a tocar.

La CUP también siguió con sabor agridulce el resultado. Tras beneficiarse de voto prestado el 27-S -la coalición CDC-ERC hizo que el independentismo alejado de figuras como la de Artur Mas optase por cupaires-, la llamada al voto útil de las dos principales fuerzas del bloque la condenó a perder la mitad de los diputados. Con cuatro escaños continuarán teniendo la llave del Proceso y del gobierno independentista, pero deberán hacerlo desde un grupo mixto que compartirán con el PP.

Nos decían que era imposible y hemos conseguido más votos independentistas que en 2015”

La secretaria general de ERC, Marta Rovira, ha celebrado esta noche los resultados de las eleciones catalanas de este atípico 21D, que ve como un pulso al gobierno del PP. “Es muy sencillo el resumen de esta noche: el independentismo ha ganado”, ha defendido. “Rajoy planteó estas elecciones como un plebiscito al artículo 155… ¡y la República ha ganado al 155!”, ha revindicado. “Pese a la ofensiva de tantos y tantos días, los ciudadanos de Catalunya han votado mayoritariamente a favor de la República”, ha sostenido.

La número dos de la candidatura, que encabeza Oriol Junqueras, ha subrayado la mayoría independentista del nuevo Parlament y ha instado al presidente del Gobierno español “a sentarse en una mesa de negociación”. “Como tantas veces le hemos pedido”, ha apostillado. En contraste con la vía unilateral del Govern en los últimos meses, Rovira ha defendido que “los ciudadanos han votado a favor de una vía pacífica, dialogada y negociada”.

Entre gritos de “Llibertat” de la militancia, Rovira ha recordado a los miembros del Govern depuesto que siguen en prisión o en Bélgica y ha exigido la liberación de los “presos políticos” y “el retorno del Govern del exilio”. También ha puesto en valor la alta participación, que no auguraba en principio buenas perspectivas para el soberanismo: “Todos nos decían que era imposible y hemos conseguido más votos independentistas que en 2015”. Considera revalidado, así, “el mandato democrático del 1 de Octubre”.

Con todo, la dirigente republicana ha asumido que la tercera posición obtenida este jueves no corresponde a las expectativas de su partido: “Es evidente que ERC quería quedar primera”. Por ello, ha felicitado a Junts per Catalunya por liderar el bloque independentista y ha dado la enhorabuena también a Ciutadans por su victoria electoral.

También ha mencionado de forma significativa a Catalunya en Comú, que junto a la CUP podría ser clave en la aritmética de la investidura. Ha augurado que con el partido de Xavier Domènech hallarán “espacios para construir y compartir la República”.

Finalmente Rovira –arropada por dirigentes de ERC y la expresidenta de la cámara catalana, Carme Forcadell– ha puesto el acento en la toma de posesión del nuevo Parlament de Catalunya: “Ahora lo que hay que hacer es reabrir el Parlament y volver a ponerlo en las manos de la ciudadanía”.

Iceta fracasa en el intento de competir con Cs

De la euforia de la campaña en el desánimo de la noche electoral para constatar una realidad: el PSC no remonta el vuelo. Tras parar el golpe el 27-S, la marca Iceta logró ayer mejorar los resultados del partido por primera vez desde 1999, pero sólo sumando un escaño respecto el 2016 -con casi 70.000 votos más- y situándose, con 17 diputados, como cuarta fuerza en el Parlamento. El partido no fue capaz de recuperar ni los 20 diputados que apenas había obtenido en 2012 con Pere Navarro, y el desenlace echó por tierra las expectativas que los socialistas habían puesto en estos comicios. Cs arrasó en la capitalización del voto útil unionista y la mayoría independentista frustró el premio de consolación que Iceta buscaba en estas elecciones: ser investido presidente.

El candidato afrontar el golpe de aspecto serio, leyendo una valoración cerrada y sin improvisación. «Estos resultados no son los que perseguíamos. No hemos conseguido una mayoría alternativa al bloque independentista ni ser el eje de esta alternativa «, dijo. Felicitando Arrimadas por la victoria, hizo notar que la mayoría independentista tampoco ha conseguido esta vez una mayoría de votos. «La mayoría habilita para investir a un presidente y un gobierno», admitió, pero advirtió: «Deben actuar en el marco de la legalidad […], hay que descartar de forma profunda la vía unilateral». Iceta ya había avisado en campaña que no le temblará el pulso si tiene que volver a avalar el 155.

Pero el apoyo a la intervención de la autonomía, la participación en las manifestaciones de Sociedad Civil Catalana y la explotación del discurso inflamado de Josep Borrell contra el independentismo no han sido suficientes para recortar distancias con los de Arrimadas, que arrasó y se convirtió en primera fuerza en el Parlamento. Ya horas antes de que comenzara el escrutinio, dirigentes del partido empezaban a cambiar el discurso optimista de las últimas semanas. La noche no presentaba muchos motivos para la celebración, y la única alegría en la sede de la calle Nicaragua fue, finalmente, un solo escaño.

Cargos del partido admitían que el discurso de la reconciliación que ofrecía el PSC era difícil que cuajara en el corto plazo en un contexto de máxima polarización, y que gran parte de los votantes que aspiraban a seducir optaron por el voto de revancha que les ofrecía Ciudadanos. La defensa de los indultos a los líderes soberanistas que Iceta hizo en campaña, así como su tono poco beligerante, castigaron el partido a ojos de los que buscaban un discurso sin ninguna concesión al independentismo. Tampoco ha hecho fortuna la alianza con Unidos por Avanzar -partido heredero de Unión-, que proyectaba transversalidad.

El fracaso en la estrategia se hizo evidente en los resultados en el antiguo cinturón rojo. La formación naranja se impuso con más fuerza que el 27-S en importantes feudos socialistas como L’Hospitalet de Llobregat, Viladecans y Gavà, y por primera vez en Cornellà de Llobregat y Santa Coloma de Gramenet. Iceta no consiguió ganarse el área metropolitana con su promesa de construir puentes entre bloques enfrentados, y tampoco con el discurso social que reivindicó con fuerza a lo largo de toda la campaña. El votante socialista de toda la vida, que sigue reivindicándose como tal en las municipales, volvió a dar el salto al PSC votante más en clave nacional que ideológica.

Domènech se estrella contra los dos bloques

No ha habido efectos Ada Colau de las municipales ni Xavier Domènech ha sabido trasladar las dos victorias electorales españolas en el Parlamento. Aspiraba a obtener por lo menos quince diputados siendo el candidato Borgen (presidente sin ganar en votos) ya tener la llave de la gobernabilidad, pero la coalición formada por Cataluña en Común y Podemos estrena con un resultado peor que los once escaños de Cataluña sí Que se puede (CSQP) y los trece de ICV en solitario en los comicios anteriores, en 2012, y tampoco será una fuerza decisiva para formar gobierno. Con sólo ocho parlamentarios, Domènech ha quedado aplastado entre los dos bloques que pretendía romper: el de la unilateralidad independentista y el del artículo 155 de la Constitución.

La equidistancia, la indefinición, la ambigüedad, las divergencias con Albano Dante hecho, las intervenciones de Pablo Iglesias culpando el independentismo de haber contribuido a despertar el fantasma del fascismo … Pueden ser múltiples los factores que expliquen este comienzo de singladura para los comunes que hoy analizarán con urgencia. La jornada de reflexión la trasladan al día siguiente de las elecciones.

«El origen de estas elecciones era ilegítimo, pero su resultado es sagrado. En este resultado, que hay que acatar, a nosotros nos han colocado en la oposición, que ejerceremos para construir el futuro que necesita este país «, valoró de entrada Domènech, ayer, con un tono apagado. A continuación admitió que no son los resultados que esperaba, pero que está «orgulloso» de haber formulado la campaña en términos de superación de bloques. El sabadellense vaticinó que en el futuro los comunes «deben continuar construyéndose» para convertirse en «la fuerza de gobierno que desencalle la situación» y descartó la posibilidad de desconfluir y lanzó un mensaje a Pablo Iglesias. Justamente, una de las incógnitas que surgirán a partir de ahora es si Podemos querrá caminar hacia la fusión o mantener la marca propia en Cataluña.

El único consuelo que le podía quedar a Domènech habría sido «tener la clave», uno de los objetivos de las elecciones, pero la suma del independentismo ha abortado esta posibilidad. La polarización les ha pasado factura, como ocurrió el 27-S con la candidatura de Lluís Rabell. Los podemites reducen su representación en la cámara, porque hasta ahora tenían cuatro parlamentarios y ahora quedan con el acta de Jéssica Albiach, que repite, y la de Yolanda López en Tarragona. A su vez, ICV empata con Podemos con dos diputados: ve recortada su presencia en el hemiciclo (hasta ahora tenía tres escaños) y solo se salvan sus dos coordinadores generales, Marta Ribas (número 4) y David Cid (7) . EUiA queda igual, con el acta de Joan Josep Nuet.

Por demarcaciones, la bofetada más grande se la llevan a Barcelona, ​​donde pierden dos diputados respecto de CSQP. Sin embargo, representa un golpe fuerte la pérdida de la representación que ICV tenía en Girona desde 2003. En Lleida, los comunes tampoco triunfan.

Si Cataluña en Común nacía con la aspiración de convertirse en el PSUC del siglo XXI, no ha quedado lejos de los últimos resultados del PSUC en declive, en 1984, cuando Antoni Gutiérrez obtuvo seis escaños. Desde 1999, con Rafael Ribó, que el espacio político de Domènech no quedaba tan mal parado.

El historiador siguió la noche electoral en el campus del Campus Universitario de la UPF de la Ciutadella, un espacio con un doble simbolismo: a pocos metros de Parlamento y después de enfilar la campaña con apelaciones al voto joven descontento con las tasas universitarias. La acompañaban cariacontecido Colau y dirigentes de ICV y EUiA. De la dirección estatal de Podemos no había nadie.

La CUP irá al grupo mixto y volverá a ser decisiva

La CUP pierde más de la mitad de los escaños, pero seguirá teniendo la llave para formar un gobierno con mayoría independentista. Los cupaires deberán utilizar sus cuatro escaños si quieren que se reedite un gobierno que apueste por sacar adelante la República. «Son cuatro escaños de oro que sirven para seguir teniendo la llave y ser determinantes», avisó Carlos Riera. A pesar de perder seis escaños, los diputados de la CUP serán imprescindibles para que se reedite un gobierno independentista, aunque esta vez sólo bastaría con su abstención. Ahora bien, su candidato, Carlos Riera, ha explicado varias veces en campaña -a diferencia de 2015- que están dispuestos a entrar en un gobierno independentista que apueste claramente por constituir la República.

La CUP -con un 94% escrutat- ha perdido la fuerza que ganó en 2015 y ha obtenido 182.442 votos, un 0,95% más que en 2012. De hecho, los cupaires volverán al grupo mixto como hace cinco años -esta vez la deberán compartir con el PP-. Carles Riera, Maria Sirvent, Vidal Aragonés y Natalia Sánchez serán los cuatro diputados que representarán los cupaires en la cámara. Los anticapitalistas han perdido el escaño que tenían en Tarragona y también el de Lleida -Xavi Milian y Mireia Boya, respectivamente, se quedan fuera del Parlamento-. El voto útil del independentismo hacia ERC y JxCat pero también voto prestado que tenían de 2015 son dos de las razones que podrían explicar el descenso de la CUP. Sin embargo, la izquierda anticapitalista volverá a tener la clave para garantizar una mayoría independentista en la Generalitat. Una clave, sin embargo, que será muy diferente de la del 27 de septiembre de 2015, por la pérdida de fuerza que le han otorgado los electores. Las condiciones que los cupaires habían puesto para apoyar un gobierno de JxCat y ERC eran unilateralidad para llevar adelante la independencia y negociar sus políticas sociales.

PP y PSOE constatan el fracaso de la operación antisoberanista

Fracaso de la operación «constitucionalista», al menos en cuanto al bloque del PP y del PSOE -los cuales han visto como la tercera pata del tridente, Cs, se llevaba toda la gloria-, y revés a la estrategia equidistante de Podemos. Con el 97% escrutado, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez vivían con estupor un escenario catalán que, a pesar de las fuertes sacudidas de los últimos meses, ratificaba la hegemonía del independentismo. Las valoraciones de unos y otros portavoces se hicieron esperar; al fin y al cabo, a medida que avanzaba la noche se confirmaban los peores pronósticos: que el 21-D no había roto la división en dos bloques y, sobre todo, que JxCat, ERC y la CUP -aunque perder escaños siguen sumando . Revés, pues, a una operación en la que se usó el 155 como bandera.

Los líderes de los dos principales partidos estatales siguieron el escrutinio en sus sedes centrales en Madrid, acompañados por buena parte de la cúpula directiva. Rajoy concentrarse con su núcleo duro en la calle Génova y Sánchez reunió sus en Ferraz. Y mientras Albert Rivera se encontraba en Barcelona, ​​Pablo Iglesias no se trasladó a la sede de Podemos pero estuvo muy pendiente de la noche electoral y en contacto permanente con otros miembros del equipo. A cada uno de los cuarteles generales se vivió el escrutinio con fuerza nervios y sin casi tener contacto con la prensa, después de que se hicieran públicos los primeros sondeos, los cuales no aportaban un exceso de claridad ya que en casi todos se perfilaba un Cs en ascenso, pero con un empate de bloques -con en Común como el partido que tendría la clave- y en algunos, en todo caso, ya se apuntaba a una nueva mayoría absoluta independentista.

Todos ellos estuvieron bastante pendientes de un escrutinio que antes de empezar ya se preveía «complicado» y que tenía que trazar la nueva composición del Parlamento y, sobre todo, los pactos que se abrirán a partir de ahora para formar gobierno, con la condición de que la resaca del 21-D, sin duda, marcará el futuro inmediato de la legislatura en el Congreso ya la vez establecerá un horizonte sobre la repercusión que los resultados catalanes tendrán a partir de ahora en las expectativas electorales de los partidos españoles.

De hecho, el ejecutivo de Rajoy necesitaba que el 21-D le desbroza el camino para poder avanzar la legislatura, ya que el PNV tiene congelado su acuerdo por los presupuestos estatales para el 2018 a raíz de la decisión de Rajoy de aplicar el artículo 155. al dirigente del PP le convenía fuerza que el callejón sin salida catalán se resolviera a su favor en esta convocatoria electoral y así poder avanzar en unas negociaciones que le permitirían casi agotar la legislatura. En cambio, si continúa el asedio contra el independentismo -l’ombra de una reválida del 155 es más vigente que nunca con estos resultados, y el PP ayer lo recordava-, Rajoy podría verse forzado a un adelanto electoral que en ningún caso no desea, sobre todo ante la confirmación del empuje que ha cogido Cs raíz del resultado catalán y de sus desastrosos resultados. Aparte del hecho de que el PP necesita tiempo para preparar la sucesión para las generales.

Pero tampoco durante el largo escrutinio la situación catalana parecía muy clarificadora para el PSOE, sobre todo a medida que avanzaba el escrutinio y se estancaba el ascenso de Miquel Iceta que preveían las encuestas. Los de Sánchez aseguran que desde que en mayo pasado volvió a ocupar la secretaría general, el PSOE ha recuperado una media de entre el 3 y el 4% en expectativa de voto al conjunto del Estado, y si bien el PSC ha mejorado en votos y escaños respecto a 2015, en ningún caso se acerca a estas cifras. Y esto también pesaba fuerza anoche en el ánimo de los dirigentes reunidos en Ferraz.

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