El pasado 15 de mayo,Barcelona -igual que cincuenta ciudades más del estado español– contempló cómo por sus calles transcurrió una riada humana bajo el lema “No som mercaderia en mans de polítics i banquers”, sin sindicatos ni políticos en la cabecera. Cerca de 15.000 personas se manifestaron en un recorrido que tenía su punto de encuentro en Plaça Catalunya y que a través de las calles Fontanella, Via Laietana, Isabel II y Marqués de Argentera, acabó por desembocar en el Parc de la Ciutadella. Todo ello, en apariencia, con un escaso seguimiento policial: el ambiente festivo y buenrollista de la manifestación debió desmotivar a aquellos que no necesitan muchas razones para cargar sus porras.
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En el twitter, “Democracia real ya” había adquirido visibilidad gracias al hashtag #15m. De acuerdo con Juan Varela, de Periodistas21, este uso de la tecnología recuerda poderosamente a los hechos ocurridos en marzo de 2004, cuando se autoconvocaron manifestaciones y protestas por teléfono móvil contra el gobierno del Partido Popular. De nuevo con Juan varela, “la crisis de la democracia representativa y del sistema de medios de comunicación que la hizo posible se acelera cuando los manifestantes controlan en tiempo real la magnitud de su movilización”.
No falten euros: sobren lladres!
En la recta final de la campaña electoral para las municipales (y autonómicas en algunas comunidades), la manifestación “Por una democracia real ya”, simultánea en todo el estado español, arroja más preguntas que respuestas, al tiempo que mantiene bajas las expectativas de un cambio electoral que se escape a la lógica del bipartidismo dictatorial del PP y del PSOE. Quizá aún sea pronto para tal objetivo, aunque si nos descuidamos el cometa Halley volverá y nada habrá cambiado desde su última visita.
Ellos comen canapés y yo no llego a fin de mes
Parados, pensionistas, estudiantes, trabajadores precarios, etcétera. El perfil de los asistentes a la manifestación, si bien con un claro predominio de juventud, resultaba diverso y transversal -representado tal vez en la profusión de banderas republicanas tricolores-, lo cual no deja de ser paradójico: tras la fragmentación de la clase trabajadora en la opulencia capitalista, el debilitamiento del estado del bienestar vuelve a colocar a cada quién en la trinchera que le corresponde. Los elevados niveles de hartazgo y frustración se hacen incompatibles con unos políticos que dicen “representar a la ciudadanía” y que, al tiempo, consideran que el mayor problema para llegar a final de mes es que un juez no les haya imputado algún delito por corrupción.
Le llaman democracia y no lo es
“Som persones normals i corrents. Som com tu: gent que s’aixeca tots els matins per estudiar, treballar o buscar feina, gent amb família i amics, gent que treballa dur cada dia per viure…”, dice el manifiesto al que Arcadi Oliveres puso voz, poco después del inicio de la manifestación. El tiempo y la voluntad dirán si actos como los del 15 de mayo son flor de un día o el inexorable devenir de un cambio de mayor profundidad y alcance.