En Nápoles existe un ‘ejército del mal’ formado por 2.000 chicos, en los barrios se dispara como si fuera un vídeojuego, y sicarios y víctimas son sólo adolescentes: los jóvenes de la ciudad han elegido la Camorra. En los últimos meses la escena se repite en algunos de los barrios más conflictivos de la ciudad: Sanità, Traiano, Soccavo o Forcella. Jóvenes en moto, armados con pistolas semi-automáticas o metralletas, se paran ante cualquier negocio, una peluquería, una pizzería, o el portal dónde vive un rival, descargan decenas de disparos y se van dejando una clara señal de advertencia.

El subsecretario del Ministerio del Interior italiano, Domenico Manzione, explicó en el parlamento que en Nápoles existe un «ejército del mal» compuesto por 34 bandas criminales y 2.000 jóvenes «despiadados» y «dispuestos a todo». Algunas veces, en la plaza San Vincenzo, en el barrio de Sanità, en el centro de Nápoles, quien se cruzó con las balas fue otro chico como ellos: Gennaro Cesarano, de 17 años. Quien conocía a ‘Genny’ aseguraba que era un buen chico, que había tenido sólo un problema con la Justicia por un intento de atraco, pero que ahora frecuentaba una comunidad y no podía ser a quien buscaban los sicarios.

Pero para la policía el objetivo era él. No importan mucho las circunstancias, Genny era un menor, como menores son los que empuñan las armas en Nápoles, empujados por los capo de la Camorra que les prometen un presente tranquilo y, sobre todo, un futuro. El cura anti Camorra El párroco del barrio de Sanità, padre Alex Zanotelli, uno de los históricos curas anti Camorra que denuncian cada día lo que ocurre en su zona y que el viernes celebró el funeral de uno de sus chicos, explica la «preocupante situación». «Los grandes jefes de la Camorra han sido arrestados.

Los que controlaban el barrio de Sanità están todos en la cárcel y muchos de ellos están colaborando. Por tanto, ante la falta de capos, las actividades ilegales están ahora en manos de las ‘baby gangs’ (bandas de niños): grupos de jóvenes despiadados, que disparan sin escrúpulos y que son feroces», afirma Zanotelli.

Los jefes camorristas, añade el combativo párroco de Sanità, «garantizaban un cierto control, pero ahora todo está a merced de estos grupos de chicos». Este cura misionero de 77 años, que desde hace 10 vive en este barrio napolitano, denuncia la «degradación» que sufre su zona, donde escasean los servicios, «no hay guarderías» y «un sólo instituto que funciona mal», a pesar de que viven cerca 70.000 personas. Lo que se necesita son municipales que pongan multas, policía que vigile el territorio.

No funcionan ni las cámaras de vigilancia que habían instalado. Aquí todo el mundo hace lo que quiere. No hay reglas. No existe el Estado»En Sanità se encuentra el segundo instituto italiano con más casos de abandono escolar. Esta claro que un chico que vive en estas condiciones y donde no hay trabajo ve un futuro mejor traficando con droga, que le aseguran 600-700 euros a la semana, que frecuentando una escuela que además ni funciona», observa. A estos grupos les llaman la paranza, típico plato napolitano de pescado frito de pequeñas dimensiones. En los últimos meses, según los documentos publicados por los medios de comunicación, 60 jóvenes napolitanos han acabado en la cárcel por delitos relacionados con el crimen organizado. Otro de los delitos que ha conmocionado a Italia estas últimas semanas ha sido el asesinato de un rumano, delante de su hija, cuando intentaba evitar un atraco en un supermercado de Castello di Cisterna: el asesino, Gianluca Ianuale, hijo de un jefe camorrista, tiene 20 años. «No es Bagdad», ha declarado el alcalde de la ciudad Luigi de Magistris, al asegurar que en Milán o en Roma hay más crímenes, pero se dijo preocupado por «la agresividad y violencia de estas bandas de menores».

«En Sanità se encuentra el segundo instituto italiano con más casos de abandono escolar. Esta claro que un chico que vive en estas condiciones y donde no hay trabajo ve un futuro mejor traficando con droga, que le aseguran 600-700 euros a la semana, que frecuentando una escuela que además ni funciona», observa. A estos grupos les llaman la paranza, típico plato napolitano de pescado frito de pequeñas dimensiones.

En los últimos meses, según los documentos publicados por los medios de comunicación, 60 jóvenes napolitanos han acabado en la cárcel por delitos relacionados con el crimen organizado.

Otro de los delitos que ha conmocionado a Italia estas últimas semanas ha sido el asesinato de un rumano, delante de su hija, cuando intentaba evitar un atraco en un supermercado de Castello di Cisterna: el asesino, Gianluca Ianuale, hijo de un jefe camorrista, tiene 20 años. «No es Bagdad», ha declarado el alcalde de la ciudad Luigi de Magistris, al asegurar que en Milán o en Roma hay más crímenes, pero se dijo preocupado por «la agresividad y violencia de estas bandas de menores».

El escritor y experto de Camorra, Roberto Saviano, explicaba por qué las familias camorristas están eligiendo a la paranza de los niños, poco más que adolescentes, provenientes de barrios problemáticos, y que no tienen porqué estar vinculados a familias camorristas». «La edad de la nueva paranza nos dice claramente que hay ganas y necesidad de fundar desde cero una nueva generación mafiosa», explicaba el autor, que desde hace años necesita protección por las amenazas de la Camorra. Para el padre Zanotelli, la solución es que en estos barrios se imponga que se respeten las normas. «Lo que se necesita son municipales que pongan multas, policía que vigile el territorio. No funcionan ni las cámaras de vigilancia que habían instalado. Aquí todo el mundo hace lo que quiere. No hay reglas. No existe el Estado».

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