Actualmente nos encontramos en un contexto social y económico muy negativo para las clases sociales más desfavorecidas. Las constantes reformas laborales hacia posturas más neoliberales han provocado un malestar general que ha puesto a los sindicatos en el punto de mira de muchos ciudadanos, que han ido perdiendo la confianza en estas organizaciones. Sin embargo, Joan Carles Gallego, Secretario General de Comisiones Obreras en Catalunya está convencido de que la única manera de superar esta crisis es mediante la organización sindical de los trabajadores.
Desde los Pactos de la Moncloa, da la sensación de que los trabajadores hemos ido perdiendo cada vez más derechos.
Es cierto que desde la creación del Estatuto de los Trabajadores han ido aumentando los tipos de contratos y la precariedad.
¿Esto algún día se acabará?
Las cosas no van nada bien, pero lo que es necesario es construir un marco legal más simple que evite la gran multiplicidad de contratos que existen en la actualidad y crear nuevos contratos que se ajusten correctamente a la causa estructural de cada uno de los sectores laborales. Si hiciéramos esto, nos daríamos cuenta de que realmente no son necesarios tantos tipos de convenios.
¿Cuáles son las medidas que están adoptando los sindicatos ante esta situación?
Los sindicatos van presionando para mejorar los convenios colectivos e intentan incidir sobre la modificación de la ley, creando también un espacio donde confluyan todas las opiniones, pero el problema principal con el que se encuentran es la existencia de una correlación de fuerzas desigual.
En algunos convenios colectivos sí que hemos conseguido mejorar el factor de la temporalidad de los contratos. No obstante, si dentro de las empresas no existe un sindicato sólido y bien estructurado, es difícil que estas mejoras lleguen a aplicarse en su totalidad. Por eso es importante también que todos los trabajadores se conciencien de lo trascendental que es organizarse para reclamar sus derechos; aunque por otro lado vemos que en muchas empresas cunde el miedo a la pérdida del empleo, lo que conlleva que los trabajadores prefieran no quejarse…
Los sindicatos han sido acusados en diversas ocasiones de centrar sus esfuerzos en las grandes empresas y dejar de lado a las PYMES.
Cuando nosotros participamos en las negociaciones colectivas lo hacemos siempre para el bien de todos los trabajadores, sin ninguna distinción. Lógicamente, en las grandes empresas los trabajadores tienen más capacidad de organización que en las pequeñas, donde la relación empresario-trabajador es mucho más bidireccional. Los sindicatos pueden actuar, pero si dentro de cada empresa no existe una buena organización de los trabajadores se pierden derechos muy importantes.
Evidentemente, cuando los sindicatos se oponen, por ejemplo, al encadenamiento de contratos temporales sin límite de tiempo, es para todas las empresas, sean grandes, medianas o pequeñas. Pero esta lucha se tiene que concretar dentro de todas y cada una de las empresas para que pueda funcionar y sea útil la creación de un nuevo marco legal.
Por otro lado, la desventaja que sufre España en este aspecto es precisamente su tejido productivo tan débil. En comparación con Francia o Alemania, nosotros tenemos un conjunto de grandes empresas más bien reducido y en cambio contamos con miles de PYMES, cuando en estos dos países es totalmente lo contrario. La existencia de tantas empresas pequeñas hace que también sea muy difícil que se agrupen para defender sus intereses.
Por lo general, dentro de las grandes empresas también vemos que la estabilidad laboral es más elevada, lo que conlleva que los empleados puedan trabajar e innovar para mejorar su situación. Esto no sucede tanto en las empresas más pequeñas, sobretodo porque su vida es mucho más corta que la de las grandes.
¿La baja afiliación a los sindicatos también tiene algo que ver con el aumento de la precariedad?
España tiene un nivel bajo de afiliación en relación con otros países, pero si observamos los efectos de la actuación del sindicato en función de la representatividad, vemos que no es tan negativa la situación. El modelo de elecciones sindicales del que disponemos hace que cada cuatro años los sindicatos pasen una revisión por parte de todos los trabajadores, afiliados o no. El nivel de participación en las elecciones sindicales siempre es bastante elevado, lo que refleja que, a pesar de no existir una afiliación alta, el compromiso es importante.
La falta de cohesión entre los sindicatos puede también afectar al rumbo de las negociaciones…
La división sindical, obviamente, no contribuye a ayudar a los trabajadores. Los sindicatos acaban compitiendo entre sí por un problema de siglas en lugar de hacer un frente común para luchar por los intereses de los trabajadores. Es bueno mantener la pluralidad de tendencias y la diversidad de opiniones pero es necesario que a la hora de la verdad, delante del gobierno, haya unidad para cambiar las cosas. No solo para los sindicatos, la unidad de acción es importante para todos los trabajadores.
¿Existe alguna división ideológica por autonomías dentro de CC.OO?
CC.OO es una organización confederada y no tiene “soberanías”. Normalmente se decide la acción sindical en función de la realidad social y económica de cada momento. Nuestra política sindical se basa en compartir con el resto de divisiones territoriales la lucha por los intereses de los trabajadores y llegar, a través del debate y el acercamiento de posiciones, a un frente común.
¿Se plantea la posibilidad de convocar una huelga general como medida de presión contra la reforma de la Constitución?
No, de momento no está planteada, pero no descartamos ningún elemento de presión, sobretodo cuando estamos ante un conflicto social que sobrepasa el ámbito laboral. Más allá de la reforma de la constitución, el gobierno ha ido aprobando toda una serie de limitaciones en las relaciones laborales, como por ejemplo el encadenamiento de contratos temporales, que nos sitúa ante un horizonte de precariedad laboral inservible económicamente, ya que estamos convencidos de que no ayudará a mejorar el escenario actual.
También debemos tener en cuenta que estamos en un momento muy próximo a las elecciones generales. Si planteamos una huelga general debe ser con unos objetivos claros y conscientes de lo que queremos conseguir.
Sin embargo, el Ministro de Trabajo ha afirmado que “es mejor un trabajador temporal que un parado”.
El problema del Ministro es que no ha entendido que la disyuntiva no está entre trabajadores temporales o parados. La disyuntiva es tener a un trabajador estable y bien cualificado, que es la base para la mejora productiva y el cambio de modelo productivo, o no tenerlo.
Si creemos que es mejor tener trabajadores temporales, lo único que haremos es que estén muchos más años en paro que trabajando. Para salir de esta situación de crisis que tenemos, lo importante es cambiar el modelo productivo, y para ello se necesitan unas bases de derechos laborales que refuercen la estabilidad y la cualificación laboral. La temporalidad y los bajos salarios no nos llevarán nunca a ser más competitivos.
¿Tendremos, pues, un otoño caliente?
Lamentablemente todo apunta a que sí. Confluyen diversas cuestiones, como el recorte de derechos sociales (sanidad, educación…) y laborales. Lo que nos lleva a exigirle al Gobierno otras políticas sociales que garanticen los intereses de la ciudadanía.
Nuestra intención es desbloquear, en el ámbito laboral, muchos convenios que estaban bloqueados y otros que las empresas se han negado a cumplir hasta el momento. Organizaremos varias jornadas de lucha, la primera el 6 de setiembre y la siguiente el 6 de octubre.
El panorama actual hace que los trabajadores tengamos que expresar el malestar existente ante los empresarios y el Gobierno.
Licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y especializada en periodismo y comunicación digital.