El catedrático de Economía y exrector de la Universidad de Barcelona, Joan Tugores ofreció sus recetas para un escenario posterior a la crisis en la tradicional comida de networking organizada por AEFOL en la Masia Can Ametller de Sant Cugat.

Lejos de dejarse invadir por el desánimo o el derrotismo, el profesor balear ve el contexto de precariedad económica como “una espectacular ocasión” para repensar el modelo y poner los cimientos para una “sólida recuperación”. El contexto actual es fruto de una “apuesta insensata” por un crecimiento basado en la “baja cualificación de la mano de obra” pero también de un sistema financiero “que no dedicó sus recursos a actividades productivas de fondo”.

Según Joan Tugores, licenciado en Derecho y doctor en Ciencias Económicas, el primer paso para afrontar el futuro con optimismo es profundizar en lo propio, en este caso, la internacionalización, “de la que Catalunya es pionera”, así como sacar partido a las pymes, “nuestro motor de dinamismo y prosperidad”, a imagen y semejanza de Austria, Suiza, Dinamarca o algunos Länders alemanes. En este sentido, reivindica un enfoque gaudiniano de la cuestión, “la simbiosis entre tecnología y creatividad que requiere la competitividad en el siglo XXI”. Eso sí, con unas políticas públicas de apoyo y una capacidad de adaptación a las nuevas realidades y a los consumidores globales.

La lección del pasado: Joan Tugores y la crisis

Para no repetir errores antiguos, el exrector de la UB recordó que la Primera Guerra Mundial se solucionó de manera deficiente con el Tratado de Versalles, “el germen de las fricciones económicas, financieras, sociales y políticas” que tuvo repercusiones muy negativas: “la hiperinflación de la Alemania de los años 20, la década desastrosa de los 20, la gran depresión de los 30 y la Segunda Guerra Mundial”.

En cambio, después de la Segunda Guerra Mundial, la humanidad, escarmentada por “la penitencia de tres o cuatro décadas de inestabilidad”, fue capaz de establecer “un orden y unas reglas equilibradas” que permitieron décadas de “estabilidad y rápido crecimiento”. Atendiendo al espejo de la historia, Tugores se pregunta si los 10-20 años siguientes a la crisis serán “una repetición del fiasco de la era posterior a la Primera Guerra Mundial o una época de crecimiento”. Los economistas asociaron el fracaso de los años 20 a la ausencia de “equilibrios razonables”, la misma causa que según Tugores provocó la crisis actual. La siguiente incógnita es saber si saldremos de la crisis valorando la necesidad de un equilibrio “entre las exigencias sacrosantas de la competitividad y las exigencias sociopolíticamente importantes de la cohesión social”, la convivencia entre mercados y poderes públicos y el equilibrio entre la industria de alto valor añadido y los servicios de alto valor añadido.

Para poder avanzar hacia esta realidad, es imprescindible que las normas del sistema financiero “se reduzcan y sean más sensatas” y que las reformas estructurales y el proceso de liberalización se produzcan en un “clima sociopolítico adecuado”, es decir, que incluyan los lobbies poderosos con capacidad para autorregularse, como los colegios profesionales o la directiva de servicios.

En el marco legal, Joan Tugores puso de relieve la asincronía entre una jurisdicción global de aspectos económicos y otra jurisdicción estatal que se ocupa de temas fiscales, sociolaborales o medioambientales, un problema que “debilita la efectividad de las regulaciones”.

Gestionar las interdependencias

El catedrático también mencionó las renovadoras tesis de su colega francés Thomas Piketty, partidario de una visión amplia e integradora de la economía, es decir, que se preocupe de la eficiencia y el crecimiento sin olvidar la equidad y la justicia social. Una fórmula de Joan Tugores contra la crisis.

En el ámbito político, Joan Tugores lo dijo todo sin mojarse, de manera sutil. “Vivimos en un mundo de interdependencias, hay que aprender a gestionarlas, recuperar equilibrios razonables a nivel mundial y huir de maniqueísmos que provoquen tensiones o contradicciones. Necesitamos aproximaciones más matizadas, complejas y sofisticadas”. Estos equilibrios se concretarían en la aplicación de reglas similares a los Länders alemanes, que harían “impensable que un país con el potencial y la capacidad de generar riqueza de Catalunya tuviera ese déficit contable y esos problemas financieros”.

Por otro lado, sobre la crónica desconexión entre universidad y empresa, el profesor admitió que existe un distanciamiento “mayor del que sería deseable” y repartió culpas: “A veces las batallas corporativas para elaborar los planes de estudio en las universidades son sangrientas y muchas veces el tejido empresarial ve distinto y distante lo que sucede en el mundo académico”. Por eso, Tugores aconsejó aprovechar mecanismos de aproximación como el consejo social de las universidades, los consejos asesores de cada facultad, “que de momento han tenido una vida vegetativa” o incluso la reforma Wert del 3+2 para “repensar el modelo”. Además, advirtió que los países que funcionan mejor son aquellos en los que esta brecha es menor.

A modo de conclusión y mensaje, Joan Tugores citó un proverbio oriental que acostumbra a invocar su colega Oriol Amat. “El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años y el segundo momento es hoy”. Es decir, menos quejas, más trabajo y creatividad para encontrar las soluciones lo antes posible.

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