Premio Nobel, premio Pulitzer, escritor, narrador, dramaturgo, guionista, corresponsal de guerra… Pocas figuras hay comparables a la del estadounidense John Steinbeck.

Apodado ‘el novelista proletario’, su prosa tiene un fuerte componente alegórico y espiritual, y se sustenta en la piedad e interés por los desfavorecidos. Para la posteridad quedan novelas como Las uvas de la ira, De ratones y hombres o Al este del Edén. De origen californiano, empezó a trabajar como albañil, jornalero y tendero. Pronto empezó a destacar en la redacción de artículos periodísticos.

En esta pieza hemos rescatado tres cartas del californiano escritas desde el sureste asiático mientras cubría la guerra de Vietnam junto a su mujer Eliane Anderson Scott. Las tres misivas van dirigidas a su agente literaria en Nueva York, Elizabeth Otis.


Para Elizabeth Otis

Saigón, 2 de enero de 1967

Querida E. O:

No he escrito porque me he estado moviendo muy rápido, teniendo que escribir con el corazón en la boca para que el tiempo no se me eche encima.

Tengo una semana más, y muy ajetreada, muchas misiones, pero el próximo miércoles -18 de enero- volamos a Bangkok. Completaré los partes de guerra allí. Ya he visto casi todos los rincones del país, cada tipo de combate y cada tipo de unidad, excepto algunas otras que conoceré en mi última semana.

Hay tanto por hacer aquí que hay poco tiempo para dormir. Eso tendrá que ser más tarde. Y nunca me he sentido mejor en mi vida. Recibí tus cartas con gratitud. Pero Nueva York parece tan lejano… Pongo la mayoría de las cosas en la copia que envío. Recuerdos a todos. Trataré de escribir desde Bangkok.

Con cariño,

John


Para Elizabeth Otis

Bangkok, 23 de enero de 1967

Querida E. O:

Hace mucho tiempo que no te escribo. He estado intentando infructuosamente mantenerme al día con el trabajo porque es mi deber. Hay tantas cosas de aquí que me atraen que no tengo tiempo para escribirlas.

Puede que haya salido de Vietnam demasiado pronto. Tengo la sensación de tener asuntos pendientes allí, pero he mantenido el visado abierto para poder volver si es necesario. Fue duro para Elaine y yo estaba y estoy muy orgulloso de que haya venido. Estar en Saigón es un poco horrible. Pero ella lo ha hecho y por supuesto conoce la ciudad mucho mejor que yo. Estuve tiempo en Saigón.

Bangkok es encantadora. Quizás cualquier lugar lo sea después de conocer Saigón. Este hotel es un regalo del cielo. Nos tienen en una suite real con vistas al río. Resulta que es la misma suite en la que Somerset Maugham vivió años atrás. No he salido mucho. Vine por la frontera con tanto por escribir que me he encadenado al escritorio. Las cosas tienen una forma extraña de oscurecerse si no se hacen en su debido momento.

La semana que viene nos vamos al noreste. Los Vietcong están empezando a desplegarse por ahí.

Hemos estado particularmente bien. Elaine tenía un picor en la cara que la preocupaba. Un médico local le echó un vistazo… y dijo que debía haber sido la rozadura de una polilla blanca, que lleva un veneno en el polvo de sus alas. Le dio un ungüento que la alivió de inmediato. Huele a genciana y probablemente lo sea. Esto me interesa, porque si una polilla tiene este fuerte efecto, tal vez otras tengan un efecto menor, lo que explicaría el miedo e incluso horror que algunas personas sienten por las polillas. Estoy aprendiendo muchas cosas interesantes.

Y ya es hora de que me ponga a trabajar si quiero terminar…

Antes de las dos, cuando Elaine entregue mi copia a Pan American.

Con cariño,

John

Debo admitir que nunca me sentí mejor en mi vida. Esto es una locura, pero real.

Otra vez amor,

John


Para Elizabeth Otis

Penang 27 de febrero de 1967

Querida E. O.:

Como Elaine sin duda te habrá dicho, estamos parados aquí para descansar un poco antes de continuar. Los nueve días en Laos fueron particularmente agotadores. Cubrimos el territorio en todo tipo de aviones. No hay carreteras y grandes zonas del país están en manos de su propio Vietcong, llamado Pathet Lao, armados, ordenados e instruidos como el otro. Pero son unos asesinos cabroncetes cuando se ponen a ello.

Una noche volamos de vuelta a Bangkok porque teníamos una audiencia con el Rey y la Reina. Luego, ese mismo mediodía, tren y 27 horas por la península malaya hasta Penang. Sombras de Warren Hastings, Lord Cornwallis, Kip-ling y Somerset Maugham. Habitación enorme en el Eastern and Oriental y aire acondicionado y, de repente, los tres meses me alcanzaron y me derrumbé.

Dormí toda la noche, el día siguiente y la noche siguiente. Intenté trabajar, escribir sobre Laos, pero no pude. Ayer tuve un poco de mejor suerte. Tengo dos piezas escritas y una o dos para enviar, pero hoy nada importante. Parece que no tengo nada escrito en realidad. He enviado 52 piezas desde diciembre. Todo muy terrible. De todos modos, estoy en una gran depresión y agotado. Iba a irme lejos todo el día con ms. pero luego decidí que no. ¿Por qué diablos voy tan deprisa?

Con cariño,

John

*Traducciones no oficiales realizadas por el equipo de Revista Rambla.

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