El director de cine Josep Maria Forn habló con Revista Rambla cuando acababa de recibir en el año 2010 el premio Gaudí de Honor por toda su carrera. La Acadèmia del Cinema Català le entregó este reconocimiento durante una ceremonia celebrada en el Cinema Coliseum de Barcelona.
En el currículum de Josep Maria Forn siempre destacó La piel quemada. Su película se estrenó hace 50 años, pero ahora, cuando su director acaba de fallecer, sigue siendo más vigente que nunca. Habla de la inmigración como pocas películas europeas lo han hecho.
¿Qué supone haber recibido el galardón Gaudí d’Honor?
(se ríe) Por un lado, parece que están pensando que ya me voy… Aparte de eso, hay un cierto reconocimiento a una tarea. Lo dije en la ceremonia de los premios. Este mes de marzo pasado hace 62 años que entré por primera vez en unos estudios de cine. Son muchas películas, muchas historias. Y continúo haciendo cine.
¿Y cómo le va con El Coronel Macià?
Pues acabó de estrenar El Coronel Macià en Perpinyà y me lo ha cogido un distribuidor de Perpinyà que lo llevará a ciudades como Cannes, Niza, Montpellier y Prades. El día del preestreno de El Coronel Macià en Perpinyà estuvo presente en el coloquio Jacques Font, que es el propietario del famoso cine de Perpinyà, El Castillet. Es ese cine al que tanta gente fue durante los años 70 a ver películas prohibidas en España. Jacques Font dijo que la película le había tocado el corazón y que la quería estrenar en París porque este empresario tiene 200 cines en toda Francia.
Igual piensa en una continuación.
La tengo en la cabeza, pero no quiero escribir nada hasta que vea que se pueda rodar.
Décadas después y se sigue hablando de su película La piel quemada, porque este mes de mayo se pasará en el Lincoln Center de Washington en un ciclo de cine catalán. La han elegido como una de las obras más representativas del cine catalán.
Hay películas que nacen de pie. De la misma manera, hay películas que nacen malditas. Me viene a la cabeza una cosa. Me hace mucha gracia lo que dice Joan Ignasi Guardans, el responsable del Instituto de la Cinematografía. Ha propuesto que aquí hay que hacer menos películas. Industrialmente, está bien pensado porque el cine español no se puede permitir producir 180 películas al año.
No hay mercado para tanto cine español.
Es evidente. Guardans proponer hacer menos películas pero de más coste y mayor calidad. Pues no. Esto no va ligado. Si fuera así, la Metro, la Paramount y las grandes productoras de Hollywood acertarían siempre. Y se equivocan bastante. Se equivoca todo el mundo porque, a veces, el éxito salta sin saber el motivo.
¿No se sabe las causas del éxito de una película?
Mi teoría es que tú haces la película y luego, sin que te des cuenta, en la película se cuelan cosas. La película no se realiza hasta que el público la ve y el público ve cosas que tú no has puesto, pero que están allí. Esto parece una entelequia, pero no lo es.
Digamos que la gente se identifica con la película.
Exacto. Tú has ideado unas escenas para que funcionen y no pasa como pensabas. El gag que creías que iba a funcionar, no funciona. En cambio, otro sí que funciona bien. Hay un sentimiento colectivo cuando el público conecta con una película. Una obra cara no tiene por qué funcionar obligatoriamente. El cine es, por suerte, que la gente se haga suya la película.
¿Y qué tiene, entonces, La piel quemada?
Algo tiene… Yo quería hacer neorrealismo porque me rebelaba ante el cine escapista que se hacía en España. Se presentaba una sociedad falsa. Por ejemplo, en el uso de decorados en las películas. No era cierto que la gente de Madrid, Barcelona o Sevilla viviera en esas casas. Era falso. “La piel quemada” hablaba de la inmigración y el turismo, que eran dos fenómenos auténticos de los años sesenta, que pasaban en verdad.
Un director de su generación, José María Nunes, se ha muerto recientemente. ¿Qué opina de él?
Le quería como un hermano. Era una gran persona. Aunque somos de la misma edad y hacíamos las mismas cosas, su cine no me interesaba demasiado. Pero yo distingo entre mi opinión personal y entre el Nunes amigo mío personal. Él era un enamorado del cine. Hace muy poco estuve con él y estuvimos hablando de “El Coronel Macià”, que le había gustado mucho. Era una persona extraordinaria. Es el último anarquista que quedaba.
¿Cuál será la herencia de Nunes?
Quedarán películas como “Noches de vino tinto”, de la que soy un fan. Es una película extraordinaria, fruto de un momento determinado. “Noches de vino tinto” me enamoró. Después, muchas de sus obras no me gustaron tanto, pero él era un romántico de cine y eso se lo tenemos que agradecer siempre.