Jussi Adler-Olson (Copenhague, 1950). Los estudios políticos, una educación cinematográfica y crecer como hijo de un psiquiatra le han proporcionado la perspicacia para escribir sobre temas tan diversos como la locura, los problemas de la sociedad actual o las conspiraciones internacionales. Desde 1995 se dedica por completo a la escritura y actualmente es uno de los autores europeos de novela negra que más éxito ha cosechado. Desde hace muchos años tiene una relación muy especial con Barcelona, ciudad que ama y donde tiene un apartamento, en el que le gusta recluirse para escribir.
Con Cloruro de Sodio llega el noveno y penúltimo volumen de su exitosa serie Los casos del Departamento Q, que se ha publicado en más de cuarenta y dos países, donde ha atrapado a más de quince millones de lectores.
Cloruro de sodio empieza con un suicidio y con Carl Mørk y el Departamento Q reabriendo un caso de hace más de 30 años. ¿Qué nos puede contar de la historia a la que se enfrenta Carl?
Se trata de un caso imposible, porque hay una serie de muertes que jamás fueron registradas como asesinatos, sino como accidentales. De casualidad, una de las muertes llama la atención del Departamento Q, pues en las fotografías de la escena del crimen aparece un sospechoso montoncito de sal. Partimos de un asesinato casi perfecto que parece un accidente y, para descubrir que se trata de un asesinato, hace falta ayuda. En esta ocasión la ayuda llega del propio asesino, que deja un montoncito de sal en el lugar de los hechos como firma, quizás por presumir. Este caso nos lleva desde 30 años atrás hasta la actualidad, en los que descubrimos un total de 17 asesinatos. Además, vemos que estos crímenes están rodeados de muchos símbolos y señales que son los que permiten anticiparse al siguiente asesinato.
La muerte para mí es algo real, que sucede continuamente, incluso a gente cercana
La novela transcurre en plena época de pandemia del COVID, con restricciones que condicionan la investigación. ¿Por qué decidió ubicarla en esa época?
La respuesta es muy fácil: siempre escribo en tiempo real. Si empiezo a escribir el 1 de diciembre esa es la fecha en que empieza la novela. En este caso empecé a escribir a finales de 2020, cuando la pandemia empezaba a remitir un poco, aunque seguía siendo grave, y para mí, era muy importante incorporar todo lo que estaba pasando. Sobre todo, para explicar qué tipo de personaje es Carl Mørk, pues él no hace caso de las restricciones, no se pone la mascarilla, interroga en persona a los sospechosos en lugar de hacerlo por teléfono… Además, eso me permitía añadir un poco de humor, que después de un año de pandemia creo que era muy necesario, pues permitía establecer cierta distancia con lo sucedido.
Su padre era psiquiatra, por lo que usted empezó a ver este mundo desde bien pequeño. ¿Hasta qué punto esto le ha influido en sus novelas?
Creo que me ha influenciado en muchísimas cosas, sobre todo en lo que respecta a la empatía, en entender qué hay detrás de una persona, por qué se comporta como lo hace. Y en ese sentido creo que me ha acercado a la realidad. Debido a su trabajo hospitalario he visto muchos muertos, el primero cuando tenía unos 5 años. He visto autopsias, trepanaciones, ahogados… de todo. Además, estudié medicina durante algunos años. Por todo esto siempre me ha dado la impresión de que morir es muy fácil. La muerte para mí es algo real, que sucede continuamente, incluso a gente cercana.
¿Tenemos una mala visión de las enfermedades mentales?
Sin duda. Creo que las enfermedades mentales estar acompañada de comportamientos muy normales y, sin embargo, en las películas lo vemos representado de una forma totalmente idiota. Recuerdo por ejemplo Alguien voló sobre el nido del cuco, que a la gente le encantó, pero cuando fui a verla yo me reía, pues me parecía una representación totalmente artificial.
Cuando hace 15 años descubrimos Barcelona, quedamos fascinados
En todas sus novelas los crímenes parecen casi perfectos, hasta que aparece el Departamento Q ¿Cree usted que existe el crimen perfecto?
Por supuesto, claro que hay crímenes perfectos, muchísimos. Pero no nos enteramos y por eso son perfectos, porque nunca los descubrimos. Normalmente, son llevados a cabo por alguien que nunca imaginaríamos que es un asesino, a quien probablemente la víctima no conoce. Hay asesinatos aparentemente fortuitos o accidentales, por ejemplo, de alguien que se atragantó con una manzana, pero no sabemos que hubo algo que provocó ese atragantamiento. En una ocasión estaba paseando por Hamburgo con una periodista que me pidió que la matara de diez maneras diferentes que nunca serían descubiertas. Y así lo hice: la empujé a la carretera y fue atropellada, la golpeé con una barra de hierro que encontramos… Es realmente fácil matar a alguien si estás decidido a hacerlo. En un país como España cada año puede haber centenares de asesinatos no clasificados como tales.
Su anterior novela, Víctima 2117, empieza en Barcelona, ciudad donde usted tiene un apartamento. Cuéntenos su relación con la ciudad.
Hace unos años decidimos con mi mujer buscar algún lugar donde pasar algunos meses de invierno, un sitio con un clima más benigno que el de Dinamarca. Investigamos muchos lugares, como el sur de Francia, Italia, Estados Unidos… Cuando hace 15 años descubrimos Barcelona quedamos fascinados, porque es una ciudad que, sobre todo después de los Juegos Olímpicos funciona fenomenal. Es agradable, limpia, se encuentra en la costa, la gente es muy agradable, la cocina estupenda… Además, es muy colorida, y los colores son muy importantes en nuestra vida.
¿En qué barrios ha vivido en Barcelona?
Hemos vivido en el Born, en la Barceloneta y en un par de sitios más, pero ahora estamos en el barrio Gótico y nos encanta. Creo que todo el mundo debería conocer una ciudad como Barcelona en algún momento de su vida. Actualmente pasamos aquí unos dos meses al año, pero es probable que ampliemos ese tiempo. Barcelona ahora también es nuestro hogar.
Consigo adicción en mis novelas escribiendo con amor hacia los personajes y logrando que el lector se enamore de ellos
¿Por qué cree que su serie de novelas del Departamento Q han tenido tanto éxito? ¿Qué es lo que encuentra el lector en ellas?
En todas las series de lo que se trata es de crear adicción. Creo que yo lo consigo escribiendo con amor hacia los personajes y logrando que el lector se enamore de ellos. Si alguien lee los diez libros que conforman la serie lo sabrá todo sobre los personajes principales y creo, sinceramente, que sentirá un amor hacia ellos que perdurará toda su vida.