En enero de 2025, España se vio sacudida por la noticia del asesinato Karilenia, la víctima, tenía 40 años, era originaria de Cuba, que se convirtió en la primera víctima de violencia machista del año en el país. El crimen, que tuvo lugar en Langreo, una localidad de Asturias, destacó no solo por su brutalidad, sino también por las condiciones que rodearon su trágica muerte. Este ensayo se propone analizar el caso específico de Laura, abordar las causas que subyacen a la violencia machista en España, exponer los errores cometidos por las administraciones en su manejo, y examinar el perfil de la sociedad española en relación con la sensibilización sobre este grave problema. Finalmente, se presentará un breve resumen histórico de la violencia machista en el país.
El caso de Karilenia es un reflejo sombrío de una realidad persistente que afecta a miles de mujeres en España. Según los datos oficiales del Ministerio de Igualdad, más de 1.200 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas desde el año 2003, cuando comenzaron a registrarse estas estadísticas. Laura fue apuñalada en su hogar por su expareja, quien había sido denunciado previamente por episodios de violencia. La familia de Laura declaró que, a pesar de haber hecho denuncias y de haber solicitado ayuda, las medidas de protección no fueron suficientes para salvaguardar su vida. Esta situación evidencia la necesidad urgente de reforzar las políticas de protección y de garantizar que las denuncias sean tomadas en serio por las autoridades competentes.
Las causas de la violencia machista en España son múltiples y complejas. En primer lugar, se puede identificar la cultura patriarcal que todavía impera en muchas áreas de la vida social, económica y familiar. Este machismo arraigado se manifiesta en comportamientos de control y dominación que los hombres ejercen sobre las mujeres, perpetuando así un ciclo de violencia. Según la psicóloga y experta en género, Ana González, “la violencia machista no es solo un acto aislado; es la culminación de una educación que normaliza la violencia y minimiza el valor de las mujeres” (González, 2022). Además, el silencio y la estigmatización que enfrentan las víctimas al denunciar a sus agresores contribuyen a mantener el status quo. La educación sexual y en igualdad, presentada como una herramienta esencial para erradicar estas prácticas, sigue siendo deficiente en muchos ámbitos educativos en España.
En cuanto a los errores de las administraciones, estos son lamentablemente evidentes. A pesar de la existencia de leyes como la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género de 2004, muchos casos siguen sin recibir la atención adecuada. Las críticas a la falta de recursos destinados a la protección de las víctimas y a la formación de agentes de la ley son frecuentes. Por ejemplo, el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género ha alertado sobre la insuficiencia de fondos y la falta de personal especializado en muchas comisarías, lo que dificulta la atención de las denuncias (Observatorio, 2023). Además, la burocracia lenta y la falta de coordinación entre distintas instituciones crean un entramado que pone en peligro la seguridad de las mujeres que buscan ayuda.
El perfil de la sociedad española en relación con la violencia machista es uno en transformación, aunque aún queda mucho por hacer. La creciente sensibilización sobre el tema en los últimos años ha llevado a una mayor denuncia y visibilización de los casos de violencia de género. Campañas como “No estás sola” y “La violencia machista no tiene excusa” han logrado movilizar a segmentos importantes de la población, fomentando un sentido de comunidad y apoyo hacia las víctimas. Sin embargo, según una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), un significativo porcentaje de la población todavía considera que las denuncias suelen ser exageradas o que las mujeres deben asumir parte de la responsabilidad en la violencia que sufren (CIS, 2024). Esta percepción revela que, a pesar de los avances, persisten actitudes machistas en la mentalidad de ciertos sectores de la sociedad.
Por último, es importante ofrecer una breve reseña histórica sobre la violencia machista en España para entender su evolución. Durante la dictadura de Franco, la violencia en el ámbito familiar fue silenciada y justificada bajo un modelo de familia tradicional. Con la llegada de la democracia en 1978, y especialmente en la década de 1990, comenzaron a emerger movimientos feministas que exigían cambios legislativos y sociales. La aprobación de la Ley de Violencia de Género en 2004 fue un hito significativo, pero a lo largo de los años, la implementación efectiva de esta ley ha enfrentado varios obstáculos. Cada asesinato de una mujer a manos de su pareja o expareja resalta no solo el fracaso de las políticas públicas, sino también el desafío cultural que enfrenta la sociedad española.
En conclusión, el caso de Karilenia es solo una de las muchas historias que revelan la persistencia de la violencia machista en España. Este problema multidimensional requiere un enfoque integral que no solo fortalezca las estructuras legales y administrativas, sino que también promueva una transformación profunda en la educación y la cultura. Cada asesinato es una tragedia que debe llevar a la reflexión y la acción colectiva, recordándonos que la lucha contra la violencia machista es responsabilidad de toda la sociedad. Urge un cambio que empodere a las mujeres, garantice su seguridad y condene el machismo en todas sus formas.
Referencias:
– González, A. (2022). *La violencia de género: causas y consecuencias*. Editorial Feminista.
– Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género (2023). *Informe anual sobre violencia machista en España*. Ministerio de Igualdad.
– CIS (2024). *Encuesta sobre actitudes hacia la violencia de género en España*. Centro de Investigaciones Sociológicas.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.