El área de Psicología y Psiquiatría Infantil y Juvenil del Hospital Clínic de Barcelona ya tiene a varios de sus médicos encargándose de tratar a niños y adolescentes que están enganchados a los móviles. Mejor dicho, adictos. La doctora Rosa María Díaz, una de las responsables de esta área habla con nosotros para darnos las claves de cómo enfrentar estas nuevas situaciones.
La sociedad nos lleva por caminos que antes sonaban a ciencia ficción. La tecnología avanza más rápido que las sociedades y nos brinda instrumentos que obtenemos sin pensar. Disponemos de ellos y no sabemos utilizar ni siquiera el 25% de su capacidad. Esto, unido a una sociedad de consumo que empuja a los ciudadanos a estar siempre en la cresta de la ola y tener lo último en tecnología, nos ha llevado a situaciones impensables. Comunicarse con alguien que está a miles de kilómetros de distancia es lo más común del mundo ahora mismo. Vemos en directo acontecimientos que pasan en la otra punta del mundo y los vemos en dispositivos que caben en la palma de una mano.
Todos estos avances están mejorando la circulación de información. A saber que pasa en todos los rincones del planeta, a hablar con un familiar que vive fuera a través de videoconferencias, a hacer gestiones de la Administración a través de un ordenador o un móvil. Pero también provoca imágenes desconcertantes o, al menos, curiosas. ¿Quién no ha ido a un restaurante y no ha visto como en la mesa de al lado los comensales no se hablan entre ellos porque están mirando la pantalla de un móvil? O un viaje en el metro… Antes al subir veías a varias personas con sus libros y ahora los vemos enfrascados en sus móviles, tablets o kindles…
Los que nacimos en los ochenta lo vemos con sorpresa aunque ya seamos parte de este mundo, pero nos choca ver como un niño de 10 años maneja la tecnología como un informático casi. ¿Cuántas veces un chaval ha de explicarle a un adulto cómo funciona Facebook, Instagram o incluso el propio ordenador o teléfono? Estas escenas tan graciosas y habituales también tienen sus consecuencias. Los niños ya no salen a la calle a jugar a pelota o al escondite, sino a cazar Pokemons con sus móviles. O lo que es peor, a gastar bromas pesadas a la gente (cuando no a agredirla) para grabarlas en sus dispositivos y colgarla en redes o en YouTube.
¿Cuántos niños de 6, 7 u 8 años no han pedido un móvil a sus padres? ¿Cuánto tarda un padre a claudicar y comprárselo? Y una vez se lo dan, ¿son capaces de controlarlos? ¿Cuántas peleas tienen a diario padres e hijos por el uso de los móviles?
Es cierto, todo es fruto del paso del tiempo, de los avances tecnológicos y sociales, pero ¿qué hay de los riesgos? El área de Psicología y Psiquiatría Infantil y Juvenil del Hospital Clínic de Barcelona ya tiene a varios de sus médicos encargándose de tratar a niños y adolescentes que están enganchados a los móviles. Mejor dicho, adictos. La doctora Rosa Díaz, una de las responsables de esta área habla con nosotros para darnos las claves de cómo enfrentar estas nuevas situaciones.
Doctora, ¿se puede hablar ya de adicción a los móviles?
Las llamadas adicciones tecnológicas se establecen principalmente con dispositivos que tienen acceso a Internet. No es lo mismo tener un móvil para hacer llamadas que tenerlo y que éste tenga accesos a Internet y por tanto a videojuegos online o redes sociales, por ejemplo. La adicción está muy relacionada a la posibilidad de estar 24 horas conectados sin que haya un coste económico especial. Y así poder refugiarte en ellos.
¿Pero cuándo deja de ser una herramienta de ocio a una adicción? ¿Y cuáles serían los síntomas?
Hay unos criterios establecidos en los manuales clínicos para diagnosticar adicciones. Y debe decirse que se equiparan a las adicciones a drogas. Se detecta cuándo por ejemplo el niño necesita estar cada vez más tiempo conectado, cuando éste se siente mal, nervioso, irritable si no puede estar en contacto con este dispositivo, cuando se pelea con los padres cuando les pone un límite, se salta comidas, la escuela empieza a irle mal, no queda para salir con sus amistades, deja de hacer cosas que solía hacer regularmente … Cuando empiezan a verse estos indicios es cuando estamos rallando la adicción. Si, pese a ser consciente de ello, la persona no modifica y reduce su hábito de consumo o acceso a estos dispositivos es cuando nos enfrentamos ya ante un trastorno adictivo.
¿Pero es muy habitual acabar en agresiones?
Es cierto que algunos se ponen muy agresivos, sobre todo cuando se les quita el dispositivo. Sin embargo, habitualmente los chicos que acaban desarrollando un trastorno adictivo presentan algún otro trastorno de base, normalmente algún problema del neuro-desarrollo que hace que tengan graves dificultades de adaptación social, impulsividad, pensamientos extraños… Todo esto sumado a la obsesividad por estar conectado acaba conformando un problema mucho más amplio.
¿O sea que en realidad son chicos que ya sufren de una patología?
Sí, suele ser así, diagnosticada o no. Lo que más vemos en nuestro programa, por ejemplo, son chicos que han sido diagnosticados antes de un trastorno del espectro autista, o un síndrome de Asperger o bien un trastorno por déficit de atención con sin hiperactividad (TDAH). También observamos con frecuencia trastornos obsesivo-compulsivos, depresivos o de ansiedad que acaban desarrollando problemas de adicción, sea por dificultad de adaptación a la vida social, excesiva auto-exigencia a nivel académico u otros problemas.
Y esta patología ha podido ser diagnosticada antes o bien a raíz de esta adicción a los dispositivos con acceso a internet los padres empiezan a ver algunas de las conductas antes citadas y se descubre algún tipo de trastorno.
¿Por tanto podemos decir que la adicción a los móviles es más una consecuencia de una patología que una causa?
La causalidad puede ir en ambas direcciones, la adicción puede llevar a otras psicopatologías y también a la inversa. Por otro lado, no hay factores causales únicos. Pueden ser genéticos, pero también del entorno, de la educación, como el hecho de que el menor esté expuesto constantemente a estas situaciones. A veces a raíz de una pequeña frustración afectiva, con la pareja o con los amigos,… uno acaba por relacionarse con cierta frecuencia con un grupo de Internet, o uno se acostumbra a evadirse un rato con los video-juegos… y puede llegar a desarrollar problemas adictivos.
¿Cuáles serían los perfiles?
Hay varios. Está quien encuentra en las redes una manera de socializar porque le cuestan las relaciones cara a cara, otros se refugian en la red y dejan de pasar tiempo con su familia o amigos. Hay en cambio quien es muy sociable y a través de Internet puede llegar a tener contacto con más gente todavía. Luego hay quien es muy exigente en sus actividades diarias y para relajarse acude a las redes y puede acabar por implicarse más de la cuenta con las actividades a través de Internet (por ejemplo, sentirse muy responsable de sus obligaciones con su grupo de juego).
Entonces doctora, ¿a partir de que edad debe un niño y/o adolescente tener acceso a un móvil?
Depende. Uno se ha de ir adaptando a las demandas de la sociedad. No es que haya una edad en concreto en que ya se les pueda dar, pero si que los padres deberían esperar a que sus hijos tengan una edad en que el dispositivo en cuestión sea necesario y tenga un sentido. Y a poder ser darle un dispositivo sin datos y/o Internet al principio. Para poderlos localizar o darles instrucciones antes de llegar a casa.
Si se le da un dispositivo con acceso a Internet deberían estar supervisados, con unas reglas muy estrictas y que los padres los estén controlando. Los padres han de saber moverse con estas nuevas tecnologías y adaptarse.
¿Se podría decir lo mismo de una tablet? Porque ya se hacen libros de textos para tablets o se envían deberes vía Internet…
¡Efectivamente es lo mismo!… Estos dispositivos se pueden utilizar como un juguete al que los padres pueden restringir el acceso. Son los padres los responsables de controlar cuando el niño está teniendo acceso a la tablet u ordenador y qué uso le da.
Los niños no tienen porqué tener libre acceso a móviles, tablets y ordenadores, han de ser los padres o los tutores y educadores los que controlen el acceso. Al menos hasta cierta edad. ¡Esta es la clave! Que padres y profesores sepan usar su autoridad para decirle a los chicos cuando pueden hacer uso o no de estos dispositivos a unas horas determinadas. Si a los niños le ponemos un caramelito delante y no les informamos que esto puede ser malo, estarán todo el día comiendo caramelitos.
Sí, pero ven a los padres manejando estos dispositivos durante todo el día.
Efectivamente eso ocurre con cierta frecuencia. Sin embargo, los niños son niños y deben poder aceptar el control parental. Pero sí, los padres hemos de controlar el uso de los móviles, sobre todo cuando hay menores delante. Hasta pasados los 20 años el cerebro no está completamente desarrollado y los niños y adolescentes no tienen suficiente madurez para controlar los impulsos y las ganas de hacer cosas que podrían ser muy perjudiciales. Ahora, ¿que las nuevas tecnologías están en la calle y a la vista de todos? Sí y las podrán usar. Pero intentemos tener una supervisión. Se le puede dar a un niño un juego en una tablet pero luego se le retirará, no lo dejaremos 4 horas con la tablet.
La sociedad va hacia aquí. Ya no podemos prescindir de Internet ni de móvil.
No, pero los niños han de entrar poco a poco en este mundo para poder hacer un uso adecuado en beneficio de su desarrollo. Por ejemplo: Si a un niño que es poco sociable le damos uno de estos dispositivos para que disponga de él todas las horas que quiera tendremos a un niño aislado. Y precisamente a este niño le interesa, desde bien chico, que poco a poco se supervise que tiene contacto con otras personas para que desarrolle las habilidades que no ha recibido por genética. Es tarea de los padres y los educadores saber dosificar esta herramienta.
A un niño de 2 años no le dejarás un cuchillo, a un niño de 12 sí…
Bueno… depende…
Exacto. De esto hablamos precisamente. A un niño de 12 años con un desarrollo normal, le puedes empezar a dejar cierta libertad para gestionar el acceso a ciertas tecnologías. En cambio, a un niño de 12 que ves que no tiene habilidades sociales en principio no le darás libre acceso a ciertos dispositivos para tratar de potenciar las relaciones sociales cara a cara, aunque en según qué casos utilizarás precisamente esos dispositivos para facilitar que al menos tenga acceso a relaciones sociales online. Es más, si ese niño de 12 años que se desarrollaba sin problemas de sociabilidad y le has dado libertad de acceso, de repente ves que no se puede controlar, le retirarás los dispositivos con la autoridad que nos confiere ser padre o madre… y ya está.
Pero por el ritmo de vida que llevamos no se puede estar tan encima. Pasa con los padres de niños que acosan a otros, los padres no han sabido ver ese comportamiento…
Nos hemos de gestionar y adaptar. Nos ha pillado a todos por sorpresa. Si que vemos los cambios, pero la sociedad no tiene la capacidad de gestionarlos todos y tan deprisa. Los padres estamos todo el día fuera, los maestros están saturados… Hay muchos problemas que nos preocupan y era de prever que pasar.
Por eso mismo los padres ofrecen los teléfonos a sus hijos. Porque no los pueden llevar o traer a la escuela, o a las actividades extraescolares…
Insisto en que hacerlo es normal hoy en día, son herramientas que pueden facilitar ese control de los hijos. Pero quizás se les debería dar a los niños móviles sin acceso a Internet. Puede resultar más caro o que a los chicos no les gusten porque no sean tan “guays”… pero ha pasado toda la vida con otras cosas. Se le dice al niño que si demuestra que sabe hace una buena gestión del móvil más adelante se le puede ofrecer uno con Internet… y más adelante aún, si conviene, una tarifa plana. ¡Cuando se considere necesario! Y si el padre ve que no lo controla, se le retira, siempre avisándole previamente.
Allí ya puede ser demasiado tarde. Y el niño ponerse violento. ¿Cómo gestionan esto los padres?
Normalmente si los padres hacen pactos de buen uso de los dispositivos y se mantienen firmes en las consecuencias del mal uso, no suelen ocurrir reacciones agresivas. Sin embargo hay casos muy muy extremos en los que es necesario realizar un ingreso psiquiátrico porque la reacción del chico es absolutamente desmesurada o se desencadenan síntomas de trastornos graves, sean psicóticos, depresivos, agresivos… Pero son porque son chicos vulnerables a estas patologías que hemos comentado antes. Si uno es propenso a desarrollar trastornos psicóticos y los videojuegos te hacen permanecer mucho tiempo en mundos irreales o virtuales que te alejan de la realidad, es más fácil que se puedan desencadenar los síntomas de la enfermedad.
¿Y qué pasos hay que seguir?
Cuando las reacciones de los chicos son muy agresivas no puedes aplicar normas estrictamente restrictivas y sacarles los dispositivos, sino procurar cambios paulatinamente. Los ingresos psiquiátricos deben ser muy justificados, no deben realizarse a la ligera, y se evalúa antes si el chico puede tirar hacia atrás por si sólo dándoles otras pautas de comportamiento a los padres. Siempre se estudia el entorno para comprobar la capacidad de los padres, profesores, etc. para facilitar este proceso de recuperación del autocontrol sobre el uso de este tipo de tecnologías…
¿No vale con usar los bloqueos de control parental?
Sí, son útiles si se les explica que se van a poner esos controles, sobre todo si es desde el principio del uso de estos dispositivos, pero si ya es demasiado tarde no los aceptan tan fácilmente.
Se trataría de educar desde la prevención, tal vez, y no tanto desde la prohibición
Exacto. Explicarle a los niños que a las tecnologías se entra poco a poco, como a todo. Y a medida que uno se desarrolle mejor en su uso, no de la técnica, sino de colgar ciertas fotos, dar el nombre o dirección, entrar a ciertas páginas… Todo se ha de enseñar desde pequeño.
¿Y los maestros que suelen hacer? Hemos visto casos de escuelas que en la entrada ya piden los móviles a los alumnos para devolvérselos a la salida o el caso de Nico…
Algunas escuelas piden que vayamos a los colegios o institutos para dar alguna charla o incluso para desarrollar un programa preventivo. En Internet hay materiales preventivos, libros pedagógicos o guías para escuelas sobre el uso de estos dispositivos.
Pero también los educadores cada vez están más concienciados. A los chicos han de enseñarles y educarles en las nuevas tecnologías explicándoles que cuando en una clase se accede a Internet se hace de manera controlada, con restricciones…
En nuestro hospital de día, por ejemplo también hacemos formación a los niños y a sus padres, sobre cómo prevenir posibles problemas con el uso de las nuevas tecnologías. Los chicos con trastornos psiquiátricos son muy vulnerables en este sentido.
Parece curioso que mientras crecen las adicciones de jóvenes y no tan jóvenes a las nuevas tecnologías éstas sirvan para menores con problemas de autismo y otros trastornos.
Efectivamente hay programas y juegos para que puedan ejercitar las habilidades en las que tienen dificultades, aunque por supuesto el uso de estos dispositivos tiene que estar supervisado y su diseño ha sido muy estudiado para cumplir las funciones que se persiguen
¿Podría haber una subespecialización dentro de la psicología o la psiquiatría?
Existe la “subespecialización” de las adicciones comportamentales, igual que la referente a las adicciones a drogas, De hecho, en nuestro entorno contamos con dispositivos asistenciales específicos para atender este tipo de trastornos: las unidades de juego patológico y otras adicciones comportamentales.
¿Y los casos de adicciones a móviles o a redes es más psiquiátrica o psicológica?
Depende del caso. Tiene que ser de los dos tipos si la situación lo requiere. Habitualmente en el tratamiento de este tipo de adicciones se utilizan técnicas psicológicas, aunque en ocasiones se debe incorporar el tratamiento psiquiátrico con medicamentos para paliar síntomas graves que dificultan el abordaje psicológico o para estabilizar el funcionamiento alterado del sistema nervioso.
Joan Colás
Periodista.