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La Violencia de Género sigue siendo un problema latente en la actualidad, y la cifra de mujeres muertas a manos de sus parejas o ex parejas continúa aumentando. En lo que va de año, ya son 8 las fallecidas por Violencia de Género, que se suman a las 46 víctimas mortales de 2012. Desde que este tipo de violencia se entendiera como una lacra social a erradicar y se creara una ley específica para regular estos casos, los datos han ido disminuyendo progresivamente, pero no lo suficiente. La polémica creada por el actor y diputado de UPyD Toni Cantó ha destapado la caja de Pandora y, de nuevo, los políticos, los medios y la sociedad han centrado su atención en esta cuestión. Pero la Violencia de Género es algo más que una cifra de víctimas mortales.

Diego Sánchez Murube, psicólogo y experto en Género e Igualdad, ha trabajado durante mucho tiempo la Violencia de Género. Sus estudios y análisis, derivados de su experiencia tanto en la prevención, como en la sensibilización y la atención de víctimas de esta violencia, le han otorgado un gran conocimiento entorno a la Violencia de Género, un término muy utilizado pero poco conocido. La definición de este concepto, las causas y las consecuencias de sufrir esta violencia son algunas de las cuestiones a las que este psicólogo trata de dar respuesta.

¿Violencia de género, doméstica o hacia la Mujer?

En primer lugar hay que aclarar términos. El nombre que se le tiene de atribuir debe reflejar la motivación de la violencia, por lo que Violencia de Género sería el concepto más acertado, diferenciándose de los otros tipos de violencia como la Violencia Intrafamiliar o Doméstica.

Antiguamente se llamaba Violencia Domestica a toda la que ocurría dentro del hogar. Ahí entra la de padres a hijos, la de hijos a padres, la de abuelos a nietos y viceversa, y la de parejas. Lo que reflejaba este término es que la violencia ocurría dentro del hogar, lo que suponía un problema, ya que la idea era visibilizar aquello que ocurría en el ámbito doméstico, demostrar que era un problema social e intentar erradicarlo. Si se entiende como un problema del hogar, se respeta como una situación privada y no se denuncia.

Yo considero que la violencia de la que estamos hablando es Violencia de género. La Teoría de género se basa en la reproducción de los roles tradicionales, los roles masculinos y femeninos, es decir, una estructura patriarcal. En la teoría de género hay un hombre dominante y una mujer dominada, un hombre que hace los roles productivos, trabaja, y una mujer que hace los reproductivos, las tareas domésticas y de la familia. Hasta los años 60, no hace mucho, la mujer dependía del hombre. No tenía capacidad jurídica, ni derecho a tener una cuenta bancaria sin la autorización del marido. Era propiedad del marido, como los hijos, la casa y el perro. Esta dependencia daba el poder al marido de educar a los hijos y a ella misma, generalmente con violencia y según las bases patriarcales. Por suerte, esto ha cambiado, aunque no demasiado.

La motivación de esta violencia, que es lo que la diferencia de otros tipos de violencia, es la Teoría de género, de ahí que se denomine Violencia de Género. Esta violencia es la que va del rol masculino al rol femenino, pero eso no quiere decir que siempre sea un hombre el que la ejerce sobre una mujer. Pueden darse casos de mujeres que ejercen violencia sobre el hombre, aunque es más raro. Además, las parejas homosexuales, que han sido educadas en la misma estructura patriarcal, pueden reproducir los mismo roles. Una parte de la pareja tiene un rol más dominante y el otro más dominado, más sumiso, lo que puede derivar en casos de Violencia de Género. De hecho ha habido algún caso que ha abierto jurisprudencia basándose en la Ley de la Violencia de Género, y aunque esta legislación en principio no lo reconoce, hay situaciones en que sí se incluyen. Bajo mi punto de vista, si la motivación es la misma, es decir, la desigualdad de poder y la dominación, se trata de Violencia de Género.

Desde hace algunos años existe una legislación específica para este tipo de violencia. ¿Podría afirmar que esta ley funciona?

Los últimos datos son muy buenos, así que supongo que la ley está sirviendo para algo. Lo bueno de esta ley,  la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral Contra la Violencia de Género, es que por primera vez unifica todos los ámbitos, tanto el sanitario y el educativo, como el policial y los servicios sociales. Tiene medidas de sensibilización, protección y prevención de la violencia, y se centra además en los derechos de las mujeres víctimas de violencia y en la tutela institucional y penal de los hijos.

Uno de los aspectos más importantes de esta ley es que integra el ámbito judicial. Hasta ese momento, en los casos de Violencia de Género, cuando había un asesinato se trataba como un asesinato más. Durante un tiempo, el hecho de que fuera tu pareja la que te matara se consideraba un atenuante, es decir, un crimen pasional, y así se vendía en los medios. No hace mucho hubo un cambio y se empezó a considerar un agravante, aunque seguía siendo tratado como un asesinato más.

En el caso de los niños asesinados en Córdoba, por ejemplo, el hecho de que sea su padre el que los ha matado se considera un agravante para la condena. Este caso es un ejemplo claro de Violencia de Género. Las víctimas mortales son los niños, pero el padre no los ha matado porque tuviera motivos contra ellos, sino para hacer daño a la mujer. El objetivo era la mujer, y ella es la víctima indirecta de este crimen, aunque no sea la asesinada.

A partir de la implantación de esta ley se crea un juzgado específico para tratar estos temas, con una legislación concreta que gestiona sólo estos asuntos.

¿Qué indican los datos?

Según un estudio realizado en 2012 entre el CIS y el Ministerio de Igualdad, más de 600.000 mujeres sufren Violencia de Género. De estos 600.000 casos, sólo el 24% denuncian, unos 120.000.

A pesar de la idea generalizada de que estas situaciones se dan más en personas inmigrantes, sólo el 33% de esos casos eran extranjeras, mientras que el 64% corresponde a mujeres españolas. Con estos datos se demuestra que la nacionalidad, al igual que la clase social o económica no es determinante.

El número de juicios por faltas, que son las injurias, los insultos, las vejaciones y las humillaciones, ha aumentado. Esto indica que las mujeres ya no esperan a la agresión física para denunciar, sino que se ataja antes el problema, lo que resulta muy positivo. En cuanto a los delitos, el 78’4% de los juicios corresponde a delitos por lesiones. De este porcentaje, sólo un 2’6% fueron por lesiones con intervención médica, mientras que los juicios por maltrato habitual alcanzaron el 11’6%. El 64’2% fueron juicios por lesiones sin tratamiento, el 8’5% por coacciones y amenazas y el 6% de los casos por quebrantamiento de las medidas de alejamiento. Todos estos datos son positivos, ya que hay menos quebrantamientos y menos lesiones con tratamiento médico.

¿Han aumentado las denuncias con respecto a años anteriores?

Sí. Cada vez se denuncia más y se retiran menos. De hecho, en el último trimestre de 2012 ha habido un 3’4% más de denuncias que en ese mismo periodo del año anterior. De ese porcentaje, sólo 4.000 denuncias fueron retiradas. Antes las mujeres no denunciaban, sino que se callaban, hasta que ya era tarde. Incluso estaba mal visto que las mujeres se quejaran de este tema, porque era normal. Una frase muy común era “mi marido me pega lo normal”. Porque era normal que los maridos pegaran, como era normal que tuvieran amantes o salieran. Ahora esto ha cambiado. Cada vez son más las mujeres que denuncian su situación, y en gran parte ha sido gracias a esta ley. Antes, cuando no existía la ley, la resolución de las denuncias en estos casos podía tardar años, y no había medidas de alejamiento ni se protegía a la mujer. No servía para nada. Ahora, a las 24 o 48 horas de denunciar ya hay medidas cautelares, lo que impide que la mujer pueda ser coaccionada o manipulada para que retire la denuncia, y a la vez se sienta protegida y apoyada.

Aun así, el número de denuncias retiradas sigue siendo alto, y puede aumentar debido a la crisis, y por consiguiente el número de muertes. Las nuevas tasas judiciales también se aplican en los casos de Violencia de Género, y muchas mujeres no pueden hacerse cargo. Las mujeres, según los patrones tradicionales, dependen económicamente del marido o no cuentan con unos ingresos altos, lo que hace que en muchos casos no puedan hacer frente al coste de las vistas y los juicios y decidan no seguir adelante con el proceso.

¿Y las muertes?

En 2012 han sido 46 las víctimas mortales por Violencia de Género, el dato más bajo en muchos años. En periodos anteriores, el número de víctimas no había bajado de 50, llegando a 60 o 70. De estas 46 víctimas, sólo 9 habían denunciado su caso, y 7 de ellas habían solicitado medidas de protección. Las medidas de protección de 3 de las víctimas estaban vigentes, por lo que ha habido quebrantamiento, mientras que las 4 restantes tenían las medidas caducadas.

Estos números, a pesar de ser positivos, indican que todavía hay muchos casos que no se denuncian. La denuncia es la clave, y si no denuncias no existes, hasta que te matan y te conviertes en un número más.

¿Cómo se detecta un caso de Violencia de Género?

Normalmente, la Violencia de Género sigue un ciclo, una espiral llamada ‘El círculo de la violencia’, con tres fases que se repiten de forma cíclica. El primer signo de violencia no es físico, sino psicológico. La dominación de la mujer empieza con el control de las relaciones sociales: “con esa chica no hables que no me gusta”, “con hombres no te relaciones”, del vestuario: “esa falda no”, “esos tacones no”, “no te pongas escote”, de las comunicaciones por móvil o correo electrónico. Esas señales de control son las primeras alarmas de que algo no va bien. Es en ese momento en el que la chica debería salir de la relación, porque cuanto más tiempo se mantenga, más sentirá él que la chica le pertenece y más difícil será acabarla. Es por eso que la mayoría de casos de muertes o agresiones físicas más graves se dan en las rupturas o procesos de separación y divorcio. “La maté porque era mía”. Esta fase, conocida como ‘Fase de tensión’, incluye agresiones verbales y hace que la mujer se sienta angustiada, con miedo, culpable, e intenta quitarle peso al asunto.

La fase siguiente es la ‘Fase de explosión violenta’, donde cada vez son más frecuentes los momentos de tensión y derivan en agresiones físicas, psicológicas y/o sexuales.

Una vez pasadas estas dos fases, llega la ‘Fase de amabilidad y afecto’, conocida como ‘Luna de miel’. El agresor hace creer a la víctima que nunca volverá a pasar, y se presenta especialmente amable con ella, manipulándola psicológicamente con el perdón y el arrepentimiento.

El ciclo vuelve a repetirse en la medida que el agresor siente que la mujer ha ganado confianza y que ello puede suponer una amenaza para su poder y su dominación, volviendo a la primera fase.

Puede haber casos en los que la violencia sólo se quede en psicológica, porque la relación se termine, por ejemplo. O simplemente porque ese hombre desarrolla el rol masculino tradicional en un 60% y no en un 90%, por lo que no llega al maltrato físico y como mucho le da una patada a una puerta o un puñetazo a una pared. A ella no la toca. Eso no quiere decir que no haya Violencia de Género ni que sea menos grave, porque la situación de violencia es la misma, la dominación, el control, las vejaciones, las humillaciones y los insultos coinciden con el caso de violencia física.

¿Hay justificación?

No. En ningún caso está justificado. Ni el alcohol, ni las drogas, ni la crisis, que es otra cosa que he escuchado. Por mucho que bebas o te drogues o estés agobiado, si no eres una persona violenta y tu relación con tu pareja es de igualdad y de respeto mutuo, nunca se te va a ocurrir ponerle una mano encima. Mucha gente justifica los malos tratos porque estaba borracho, o se había drogado, pero no existe justificación. Es cierto que el alcohol te libera, pero si no eres violento no tiene ese efecto. Y en todo caso, ¿por qué le pega a su mujer y no a un amigo? Por ejemplo. Lo hace porque eso está ahí. El que es violento es porque es así, porque ha sido educado así y además le parece bien.

Y en cuanto a los trastornos mentales, ¿puede la psicología justificar los motivos de una persona para maltratar a su pareja?

Puede haber casos de trastornos psicológicos que justifiquen que unas personas sean más violentas que otras, pero son los menos. Y en todo caso, volvemos a lo mismo. Que sea más violenta no justifica que ejerza esa violencia precisamente contra su mujer y no contra otra u otras personas de su entorno. Generalmente, el que ejerce la violencia con su pareja lo hace por la educación que ha recibido y por los roles adquiridos durante su madurez.

¿Existe un perfil de mujer maltratada?

En principio, cualquier mujer puede ser víctima de Violencia de Género. Es verdad que si se trata de una mujer independiente, autónoma, autosuficiente, con un trabajo y una independencia económica y emocional, la situación es más difícil. Cuando dicha mujer se encuentra con una pareja que es más tradicional o machista, por decirlo de alguna forma, lo más probable es que los choques entre ambos sean muy frecuentes y esa relación no siga adelante, sin llegar a la Violencia de Género.

Por otra parte, hay mujeres que se adhieren más al modelo tradicional y que, por tanto, pueden tener más posibilidades de sufrir Violencia de Género que estas otras mujeres, lo que no quiere decir que por ello la sufran.

El problema es que a todos nos han educado en lo mismo, en la idea de un príncipe azul, del amor eterno. A todas, en el fondo, les gusta que la cuiden, que les hagan regalos, que le abran la puerta del coche. Estos detalles de ‘caballerosidad’ o de romanticismo pueden convertirse o dar pie a actos de dominación justificados por la educación, la cultura, la televisión y sus películas románticas, y la religión. Todas las religiones son machistas y reproducen el mismo modelo: el poder está en manos de los hombres, la fuente del pecado siempre viene de la mujer y, además, Dios es hombre. Todo esto conduce a que se creen unas líneas de pensamiento que hacen que una mujer viva por y para su pareja, dejando de lado todo lo demás, sin pensar que son, por ellas mismas, algo más que la pareja de alguien.

Una vez que se consigue salir de esa situación, ¿qué secuelas quedan?

Generalmente, las mujeres que han sido víctimas de la Violencia de Género tienen mucho miedo al agresor, un miedo que se extiende a los hombres. De ahí que los equipos de atención primaria a la mujer en estos casos, tanto policía como salud, estén formados por mujeres. Yo opino que también es bueno que en esos momentos tengan delante a otros hombres, al menos uno, que reproduzca otros roles y que le haga ver a la mujer que también hay hombres no violentos.  Ese miedo generalizado a los hombres hace que muchas de ellas no vuelvan a rehacer su vida.

En otros casos, pasado un tiempo, las mujeres consiguen rehacer su vida y vuelven a ser víctimas de Violencia de Género. Esto es posible porque estas mujeres, además de no haber trabajado el tema de la Violencia de Género y no son capaces de volver a detectarla, siguen reproduciendo los mismos roles femeninos tradicionales y siguen buscando el mismo modelo de hombre.

¿Se puede superar haber sido víctima de esta violencia?

Se puede superar y se supera. El pasado año, el 25 de noviembre, día en que se celebra el día Internacional contra la Violencia de Género, hubo una programación especial en televisión y pude ver a la presidenta de una asociación de mujeres llamada ‘Supervivientes’. Esta mujer defendía la idea de que las víctimas son las 46 muertas de 2012 y todas las mujeres que sufren esta violencia cada día. Las demás, las que han logrado salir de esa situación y pueden contar su caso, son supervivientes de la Violencia de Género, no víctimas. Supervivientes que demuestran que se puede salir de eso, que ellas lo han conseguido y que las demás también pueden hacerlo.

Una situación de Violencia de Género es muy dura, deja muchas secuelas y traumas y puede costarles la vida, pero con ayuda, es una situación que se puede superar y de la que las mujeres, o muchas de ellas, consiguen salir reforzadas. También es bueno dar esa visión. “Sí, ha sido duro, pero he salido y he sobrevivido.”

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