A menos de un mes del referéndum sobre la nueva Constitución que, de ser ratificada por la votación popular, daría paso a las elecciones parlamentarias y presidenciales que podrían poner fin al turbulento período de transición atravesado por Egipto
A menos de un mes del referéndum sobre la nueva Constitución que, de ser ratificada por la votación popular, daría paso a las elecciones parlamentarias y presidenciales que podrían poner fin al turbulento período de transición atravesado por Egipto desde la destitución del presidente islamista Mohamed Mursi, Público ha dialogado con Ibrahim Awad, Politólogo y Profesor de la Universidad Americana de El Cairo (AUC). Hasta hace pocos añosdiplomático para la ONU en diversos países del mundo y, actualmente, Director del Centro de Estudios en Migraciones y Refugiados de la AUC, Awad analiza no solo los pormenores de la delicada situación política egipcia sino tambiénalgunos de sus efectos sobre las poblaciones vecinas, como el maltrato registrado en su país, durante los últimos meses, hacia los refugiados sirios.
¿Cuál es su valoración sobre el proyecto constitucional aprobado el pasado 1 de diciembre?
En comparación con la Constitución de diciembre del 2012, sin lugar a dudas hay un progreso notable en el capítulo de derechos y libertades. El énfasis está puesto en la igualdad y la no discriminación, lo cual creo que es muy importante, además de que, por primera vez, se cifran las partidas de gasto público en el ámbito de la educación, la sanidad o la investigación científica.
Por otra parte, se vuelve a ampliar la distancia– que la Constitución de 2012 había reducido– entre el espacio político y el religioso, aunque para muchos tendría que expandirse aún más.
De todos modos, los avances en algunos campos pueden contrarrestarse con retrocesos en otros, como la sujeción de civiles a la justicia militar o los privilegios dados a determinados sectores de la sociedad, cuestiones que molestan bastante a gran parte de la población.
¿Qué le cambiaría a esta Constitución?
Los 40 años de conservadurismo social y cultural que han dejado huella en la sociedad y, por tanto, en la Carta Magna.
En los últimos meses son frecuentes las noticias que nos llegan de detenciones y represión hacia voces disidentes del gobierno militar interino ¿Usted, que lo ve desde adentro, cree que hay libertad de expresión en Egipto en estos momentos?
En medio de la inestabilidad y la situación política turbia que estamos viviendo, las libertades de los Hermanos Musulmanes sí que están mermadas pero, en general, puedo decir que no hay restricción a la libertad de expresión. Lo que sí existe es una gran campaña que desprecia la pluralidad y las opiniones que pueden poner en tela de juicio a algunas decisiones gubernamentales. Pero no se le impide a nadie que diga lo que quiera.
Sin embargo, el Gobierno suspendió el programa televisivo del popular presentador Baseem Youssef, portavoz de quienes promovieron el cambio en las movilizaciones del pasado agosto…
Por eso decía que hay una campaña que quiere unificar las visiones y los enfoques. Esto es lamentable porque en realidad el movimiento en contra de los HM era justamente a favor de la diversidad.
Si se aprueba la Constitución y se convocan elecciones ¿Piensa que podrían ganan los HM?
No, porque si analizamos las fuentes políticas y vamos en profundidad hacia la historia de Egipto, vemos que Mursi, en su día, ganó las elecciones (con el 51,3 % de los votos) porque aglutinó a muchas voces laicas y de izquierdas que, en realidad, lo que querían era que se fuera el antiguo Primer Ministro Mubarak.
Por otro lado, mucha gente piensa que Egipto nació como Estado moderno en los años 80. Pero esto no es así, su inicio se dio en el primer cuarto del siglo XIX y, por tanto, existe ya una larga tradición de separación entre la vida política y religiosa. Hay motivos reales para el rechazo al acercamiento entre estos dos espacios, que es el meollo del Islam político. Los egipcios no han salido a la calle porque sí.
¿Es posible calmar la fuerte escalada de violencia en las calles?
La situación política, económica y social es muy difícil pero esta violencia debe parar y, a mi entender, para conseguirlo tiene que haber un enfoque gubernamental que no se base solo en la seguridad. Hay que abrir cauces de entendimiento político porque la estabilidad no será posible si todas las fuerzas políticas no tienen su lugar.
Según datos recientes publicados por la ONU, 946 refugiados sirios han sido detenidos en Egipto durante el último mes, a la vez que los requisitos para solicitar asilo se endurecen cada vez más. ¿Qué opinión le merece esta política migratoria del Gobierno militar?
Es lamentable lo que ha ocurrido. De un día para el otro, la situación de los sirios -que eran muy bien recibidos en Egipto– cambió radicalmente. Es inaceptable la campaña xenófoba que están promoviendo muchos medios de comunicación.
¿Este mensaje anti-sirio ha calado en la población?
No ha afectado a toda la sociedad pero ya es suficiente con que una parte de la población la asuma para que la situación de los refugiados sea muy mala. Esa actitud hostil es injustificable, se les reprocha que algunos se hayan manifestado en pro de Mursi y los HM pero, primero, si se han manifestado, están en libertad de hacerlo; segundo, no han sido todos los sirios; y, por último, considerar que fue el pueblo entero es precisamente rendirles servicio a los HM porque significaría que todos los sirios son partidarios suyos, lo cual no es verdad.
A menos de un mes del referéndum sobre la nueva Constitución ¿Cuál cree que será la respuesta de la población?
El problema en Egipto es la tasa de participación. En el referéndum para la Constitución del 2012 votó solo el 32% y se aprobó el texto con el 66%, de ese 32%. Habrá que ver cuánta gente se implica esta vez pero, en cualquier caso, yo creo que saldrá que sí.