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Quizá muchos de los que lean esto les ha pasado lo siguiente. Un día determinado su impresora les sorprende con un mensaje tipo: “Algunas partes de esta impresora pueden dejar de funcionar. Le aconsejamos que llegado el caso acuda a nuestro servicio técnico”.

Cuando uno intenta buscar información por la red se encuentra que no hay nada que hacer, que es algo que pasa más temprano que tarde. Como un cambio de piezas o reparación, en la mayoría de los casos, le saldría más caro que comprar una impresora nueva y me temo que ni los servicios de reparación existen, es un decir, lo que se suele hacer, como fue en mi caso, es comprar otra impresora nueva. Claro que lo más corriente es que el modelo que usted tenía ya no exista y hay otro más actual.

Pues esta es la obsolescencia programada, la base del capitalismo. Las cosas se diseñan y fabrican para que tengan una vida limitada, para que se rompan, vamos. En el ejemplo aquí citado el culpable es un microchip que cuenta las impresiones y está programado para dar problemas cuando se rebasa un número determinado de ellas. La historia secreta de la obsolescencia programada es lo que se cuenta un documental que varias cadenas internacionales de televisión, entre ellas TVE y TV3, han producido: “Comprar, tirar, comprar”.

Es interesante ver como ya, a principios del siglo XX, había organizaciones que se encargaban de velar, incluso con multas, de que los fabricantes de bombillas no fabricaran modelos que rebasaran las 1000 horas de vida activa. O como en la Alemania Oriental llegaron a fabricar una bombilla de vida ilimitada, pero la caída del muro la convirtió en una pieza de museo. O la bombilla que lleva 100 años encendida y se celebra su cumpleaños con festejos populares. El caso de la lucha legal de cierto artista plástico neoyorquino contra una famosa empresa, con imagen ecológica, que vendía sus productos con unas baterías que dejaban de funcionar a los 18 meses y no había forma de cambiarlas porque la empresa no ofrecía ese servicio, también queda recogido en este documental dirigido y guionizado por Cosima Dannoritzer.

Miren ustedes por donde que un pequeño empresario español, Benito Muros, ha fabricado una bombilla que dura toda la vida y, como no, las amenazas contra él y su familia no se han hecho esperar.

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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