El pasado 10 de octubre se celebró el Día de La Salud Mental y con motivo de ello, La Confederación de Salud Mental ha lanzado en redes sociales la campaña #TrabajoySaludMental.  «Una serie de infografías en las que, de una forma visual, explica temas como el vínculo entre salud mental y trabajo, las barreras en el empleo de las personas con problemas de salud mental, o las consecuencias de la precariedad laboral.» Según el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2023 (Publicado el 5 de agosto de 2024) un 34% de la población en este país padece algún tipo de afección correspondiente a la salud mental y la precariedad laboral supone un factor de riesgo determinante que incrementa su desarrollo.

Todos hemos escuchado hablar de la precariedad en el trabajo, de la problemática que suponen condiciones laborales como son la contratación temporal, los bajos salarios, la presión en el puesto de trabajo, la falta de conciliación laboral, el impago de las horas extraordinarias, la falta de oportunidades de promoción, la peligrosidad en el puesto de trabajo o las malas relaciones interpersonales dentro del ámbito laboral. Lo que debemos tener en cuenta, es que esta situación deriva en la mayoría de los casos hacia graves dificultades para el acceso a una vivienda digna y, por otro lado, genera alarmantes diagnósticos de enfermedad por salud mental, siendo los más frecuentes los cuadros clínicos por depresión, ansiedad, insomnio y estrés.

En muchos casos, una sintomatología de estas características sostenidas en el tiempo, puede desembocar en serios problemas de salud que dan como resultado el desarrollo de severas complicaciones a la hora de llevar a cabo la vida cotidiana y finalmente, ser diagnosticada una discapacidad por enfermedad psiquiátrica. Existen personas que ya presentan este tipo de discapacidad previamente, para las que unas condiciones de trabajo precarias no hacen más que agravar los síntomas de su enfermedad.

En los últimos años, ha tenido lugar un incremento de empresas inclusivas, entornos laborales que basándose en la Ley General de Discapacidad tienen establecida la contratación de un porcentaje de trabajadores discapacitados en función del número de empleados de que conste la empresa. Los beneficios son indiscutibles, ya que entre ellos la diversidad en el ámbito laboral puede suponer una mejora en la innovación y en la toma de decisiones, además de reforzarse la contratación de empleo.

Al asumir estas obligaciones legales según sean sus circunstancias, las empresas pueden optar a subvenciones y beneficios fiscales. Sin embargo, la realidad sobre el acceso al empleo de las personas con una discapacidad por motivos de salud mental es desalentadora. Las empresas suelen dar un paso atrás en la contratación para un puesto con discapacidad cuando esta tiene que ver con diagnósticos psiquiátricos. Prefieren emplear a personas con otros tipos de discapacidades al considerar conflictivas a las que lo son por razones de salud mental.

A la hora de realizar entrevistas de trabajo, una práctica bastante habitual en las empresas es hacer preguntas de una forma extraoficial que revelen el diagnóstico concreto y la historia clínica de la persona con este tipo de discapacidad. De este modo, prevalece una idea muy perjudicial; que el acceso y el mantenimiento del empleo de las personas con discapacidad psiquiatrizada está condicionada por su propia enfermedad. Así, las dificultades para el acceso al empleo se atribuyen a la propia persona y no a las condiciones en las que está organizado el mundo laboral.

Es triste percatarse de que la vulnerabilidad y la fragilidad de las personas, sigue siendo un hándicap a la hora de acceder a las oportunidades que ofrece una sociedad con un ritmo de vida hiperactivo y competitivo a casi todos los niveles. Es una problemática seria, ya que desde edades tempranas se sigue creando un sesgo poblacional alarmante. Cuestiones como son el estado de salud de la persona, su condición sexual o el país de procedencia, pueden determinar a qué sector de la población pertenece, lo que provoca que en muchos casos sean los propios individuos quienes se autoadjudican unas circunstancias adversas de por vida dentro de la sociedad.

Eso es absolutamente bochornoso e inadmisible en el mundo desarrollado en el que vivimos y se debe a los mensajes con los que la sociedad bombardea a la población sobre cumplir con una perfección a niveles desajustados y basados en unos estándares totalmente alejados de la realidad que nos rodea, para así poder considerar a las personas socialmente aceptadas o no, generando discriminación y diferentes sectores poblacionales en función de ello.

Debemos seguir luchando por concienciar a nuestra sociedad en cuanto a la desigualdad social que sigue vigente y exigir políticas sociales que garanticen los derechos de todos los ciudadanos sin excepción, con el fin de preservar, alcanzar e impulsar unas condiciones de vida dignas para todos nosotros.

marta pérez fernández revista rambla

Amante de la música y las letras. Apasionada por el dibujo y el deporte. Estudié música, comencé con cuatro años y toqué el violín hasta cumplir los dieciocho. Desde entonces, Londres, Barcelona y Madrid han supuesto grandes experiencias vitales. Escribo porque tengo mucho que decir y necesidad de comprender.

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