“Una de las misiones del Tantarantana es tender puentes y facilitar la representación de espectáculos más allá del circuito catalán. Algunos de estos puentes son largos y otros, como el que tendemos en esta ocasión, son muy cortos y familiares”, comentan desde la organización de la sala. Con la intención de aproximar la producción valenciana al público catalán, el Tantarantana programa cuatro obras (Que tinguem sort!, de Albena Teatre; Eufòria, de L’Horta Teatre; Todas muertas y Canciones y amor con queso, de Oscura Teatre) todas ellas con un matiz de humor ácido, enmarcadas en un contexto en el que la acción de hacer teatro en Valencia puede considerarse un ejercicio de resistencia. “Puede ser esto mismo lo que provoca, unido a la propia naturaleza valenciana, que muchas de las compañías, y en el caso de este ciclo los cuatro espectáculos, utilicen el humor como un elemento catártico. Ahora con este ciclo tenemos la oportunidad de gozar de cuatro propuestas para conocer y acercarnos a la autoría valenciana”, aseguran.
El ciclo arranca con una magnífica producción de la compañía Albena Teatre. Que tinguem sort!, un texto de Carles Alberola y con una interpretación magistral de éste en compañía de Alfred Picó, no podía ser un mejor punto de partida en este recorrido por la dramaturgia valenciana contemporánea.
Que tinguem sort! Es una historia agridulce perfilada a través de un juego de espejos metateatral, donde la propia vida del camerino sale a escena. La línea que separa la realidad de la ficción se confunde otorgando una dimensión de juego entre lo que somos y lo que queremos ser. Y es que la pieza de Alberola es una narración de la cotidianidad y de la vida privada que llega al espectador. Los temas que los dos protagonistas tratan en escena son la amistad, el amor, el paso del tiempo, los anhelos, las inseguridades, las pérdidas… y todo desde la cercanía y un humor inteligente.
El espectáculo está dividido en dos partes; en la primera, situada en el espacio-camerino, los dos actores y amigos realizan un repaso a sus vidas; en la segunda, el propio espectáculo, cambia el registro nostálgico y pasa a una acción irreverente en la que los protagonistas, con bailes y diálogos animados, critican la situación que se vive en Valencia y defienden la práctica teatral como una puerta abierta que no desaparecerá, pese a quien le pese.