Ébola ha irrumpido en los medios de comunicación occidentales como un nuevo jinete del Apocalipsis que amenaza con destruir nuestra civilización. Pero el miedo generado por el sensacionalismo desdibuja el alcance real de la epidemia, así como su relación con los problemas socioeconómicos del continente africano.El
Ébola ha irrumpido en los medios de comunicación occidentales como un nuevo jinete del Apocalipsis que amenaza con destruir nuestra civilización. Pero el miedo generado por el sensacionalismo desdibuja el alcance real de la epidemia, así como su relación con los problemas socioeconómicos del continente africano.El
Roger Bernat Landonies médico patólogo, profesor titular jubilado de la Universitat Rovira i Vorgili de Tarragona y miembro de la Associació Catalana en Defensa de la Sanitat Pública. Durante décadas ha estudiado el origen y la repercusión de epidemias como el brote de Ébola surgido el año en curso en el África occidental. En su opinión, la gravedad del mal en sí, íntimamente ligada a los problemas de pobreza padecidos por la población africana, se acrecienta con la actuación improvisación de los gobiernos, la debilidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las acciones no siempre lícitas de las grandes compañías farmacéuticas.
Un link dirigido a la página web de Médicos Sin Fronteras califica el último brote de Ébola como “epidemia sin precedentes”. ¿Se refiere a que nunca hubo un brote tan grave de esta enfermedad o a que no ha habido nunca una epidemia de tal gravedad? (la segunda interpretación parece muy dudosa, pero el enunciado invita a ella).
La alarma actual deriva de la extensión de forma rápida a varios países de la zona del África occidental: Guinea, Sierra Leona, Liberia y Nigeria. Recientemente, en el Congo parece haberse identificado otra variante de los cinco tipos de Ébola.
Los riesgos de la infección por Ébola tienen dos vertientes. Localmente incluye el riesgo mortal elevado, que afecta naturalmente a personas que toman contacto por mordedura o condimentación, a través de la carne de murciélagos o simios. Es una zoonosis conocida desde hace mucho tiempo. El riesgo para Europa es indirecto: la transmisión interhumana es de muy bajo riesgo, ya que se produce por contacto directo con fluidos (saliva, orina, sangre).
La enfermedad tiene tasas de mortalidad que han alcanzado el 92 % en algún brote anterior, como el de 1976. A tenor de tales cifras, ¿el Ébola está siendo objeto de un tratamiento sensacionalista o, por el contrario, merece ser temido cual plaga milenaria?
La extensión del Ébola a ciudades populosas como Conakry, Monrovia y Port-Harcourt hace temer un difícil control. Sin embargo, la dramatización del riesgo puede aterrorizar a la población, que lleva a comportamientos inapropiados y desproporcionados.
Recordemos los 40.000 millones de euros que costó la negligencia en el manejo del programa de desarrollo bacilo del carbunco por un oficial del Ejército de los Estados Unidos.
¿Podría explicar con más detalle a qué se refiere, cuando pone como ejemplo el bacilo del carbunco?
Me refiero a la desproporción entre amenaza y riesgo. En el caso del carbunco se trató, según publicó el semanario francés Le Point de Francia a principios de agosto de este año, de la imprudencia en el manejo de las muestras en un laboratorio de investigación de la Fuerzas Armadas de Estados Unidos, que fue atribuida a la responsabilidad de un militar de plantilla.
A pesar de su gravedad, hay enfermedades, como la malaria, que matan a muchas más personas que el Ébola…
En términos de morbilidad y mortalidad hay otras enfermedades mucho más importantes, como el VIH, la malaria, la tuberculosis y las diarreas infectocontagiosas.
Es recomendable una gestión organizada que asocie a médicos, epidemiólogos, biólogos e investigadores, y que permita mantener el sentido común para reaccionar de forma proporcionada a problemas sanitarios de esta índole. Tanto los gobiernos locales africanos como la comunidad internacional parecen incapaces de gestionar el riesgo de estas enfermedades, aterrorizados como están por la resonancia mediática, el miedo a equivocarse y la falta de una red sanitaria fiable sobre el terreno.
Hasta el momento, el virus solo ha afectado a naturales o residentes en el área de África occidental y central, una región que ha padecido, desde la década de 1960 a esta parte, numerosas guerras, migraciones de refugiados y graves atentados contra el medio ambiente, además de una pobreza severa generalizada. ¿Estas circunstancias han podido influir en la aparición de los brotes del Ébola, así como en su dispersión geográfica?
En efecto, la degradación de los determinantes sociales y ambientales de la salud se ha incrementado en estas áreas. Además de los mencionados, hay que señalar la codicia mercantil que desprovee a los más pobres de sus medios tradicionales de sostén alimentario y sanitario. Al expolio de recursos naturales (suelo y subsuelo) por países neocolonialistas se suma una política sanitaria que no pone el acento en la prevención y promoción de la salud. La mayoría de estas políticas se dirigen a gastar grandes recursos en las epidemias, basados en modelos poco eficientes; suelen ignorar el sentido común de la población que conoce estas enfermedades.
¿Cuáles son esos modelos poco eficientes?
Los biomédicos que concentran recursos en el hospitalocentrismo y la tecnología «punta», elementos que empobrecen los recursos orientados a la asistencia primaria y la promoción de la salud a través de los determinantes sociales de la misma. En la base de la asistencia sanitaria de los países más pobres esta el sentido común más que el beneficio personal (aunque también los hay).
A falta de vacuna, ¿cuál es el tratamiento habitual contra el Ébola?
La necesaria ayuda internacional ha de centrarse en la única estrategia terapéutica existente: el suministro y administración de suero anti-Ébola lo más inmediatamente posible.
Los sueros aplicados hasta la fecha no garantizan la curación: algunos pacientes sanan, otros fallecen. En la respuesta del organismo al suero, ¿inciden otros factores determinantes, como la edad, la constitución física, haber padecido otras enfermedades, etc.?
Por supuesto que estos determinantes influyen negativamente en la respuesta terapéutica (sérica o no), como ocurre en otras muchas enfermedades. También inciden el género, la clase social, y el nivel educacional que facilita el acceso a la deficitaria infraestructura sanitaria pública o privada. Esos mismos determinantes inciden en la extensión de la epidemia de Ébola.
¿Podemos decir que las personas occidentales, que solemos estar mejor alimentadas y disponemos de condiciones de vida más higiénicas, sufriríamos el Ébola con menor riesgo de muerte?
Efectivamente. Para empezar, no tenemos necesidad de alimentarnos con alimentos inseguros (carne de animales hallados muertos), ni de manipular la carne de esos animales sin garantías de higiene mínimas. Nosotros solemos tener una alimentación proteica suficiente, que proporciona los «ladrillos» de la barrera inmunitaria.
Al parecer, hay dos ensayos de vacuna en marcha, y la OMS cuenta con disponer de un preparado eficaz para los humanos en noviembre de 2014. ¿Se trata de proyectos antiguos, cuya fase final ha coincidido casualmente con este último brote, o de investigaciones a contrarreloj, motivadas por el temor a un contagio masivo en los países desarrollados? (Y de ser el segundo caso: ¿no existía antes ese temor a la aparición de brotes en los países desarrollados?)
La habitual opacidad de la empresa privada no permite responder a estos interrogantes. Como es sabido, la competitividad entre empresas obliga al silencio. La mayoría de los investigadores por cuenta privada firman férreos contratos de confidencialidad. Las buenas intenciones puestas en pie después de la Segunda Guerra Mundial por la ONU y la OMS, basadas en criterios de bien social público, han ido desvirtuándose hasta llegar a una situación de privatización de la OMS. Al parecer, alrededor del 60 % de los recursos actuales de la OMS están financiados por empresas privadas. La más conocida es la Fundación Bill & Melinda Gates.
Por ello, la industria médico-farmacéutica es, hoy en día, sospechosa habitual de codicia. Esta importante acaparadora de poder económico y política, es denunciada por diferentes foros desde hace una década. La Organización Mundial de la Salud (OMS), tan recortada de recursos económicos y políticos, en las últimas décadas se ve asediada por intereses privados que desde la industria propician conflictos de interés, como se denunció con ocasión de la epidemia de gripe A de 2009-2010. Cabe temer que en este caso este pasando lo mismo.
Parece ser que una de las vacunas con más posibilidades de eficacia es la rVsV, elaborada al alimón por la empresa NewLinkGenetics, el Departamento de Defensa de Estados Unidos y el Instituto de Investigación Walter Reed de la Armada estadounidense. ¿Vacuna o arma, o ambas a la vez?
Es la razón de la sinrazón de la guerra. La historia nos enseña que muchas victorias y cambios geopolíticos se debieron a una nueva tecnología. Por ejemplo, la del hierro frente al bronce. La investigación en guerra bacteriológica y otras amenazas para la integridad de las personas, se ha incrementado mucho en los últimos cien años. Claro que siempre hay fariseos y demás torticeros que intentan convencernos de que… ¡Así avanza la ciencia!
El pasado martes 2 de septiembre, el presidente de Médicos Sin Fronteras pedía a los estados miembros de la ONU la urgente intervención de las fuerzas médicas civiles y militares en África del Oeste. Se recurre a los que han mostrado hasta ahora su ineficiencia para solucionar el problema. Un cubo de agua para apagar un incendio devastador.
Se ha dicho que un extracto de la fruta Garcinia kola, endémica de África occidental, tiene efectos benéficos para los afectados por el virus, pero este tratamiento no parece haber despertado el interés de los investigadores.
Es inexplicable la pasividad de las autoridades sanitarias internacionales frente a propuestas científicas no controladas por la gran industria. Por ejemplo, en la década de 1980 el equipo de investigadores dirigidos por Tu You You marcó una pauta de tratamiento y erradicación eficiente de la malaria que ha sido ignorada de modo reiterado por las multinacionales y los organismos públicos que estas controlan (ver Guide des 4000 medicaments, útiles, inútiles ou dangereux de P. Even et B. Debré, Le Cherche Midi, París, 2012).
La prensa ha dado cuenta de varios casos de falso Ébola en distintos lugares del mundo, incluida España. ¿A qué se debe ello? ¿A que la enfermedad se solapa con otras dolencias? ¿A una situación de pánico?
Un gran número de enfermedades tienen síntomas y signos comunes, y en algunas de ellas no se llega a identificar en agente causal a pesar de moderna tecnología. Si el paciente muere, la autopsia clínica puede, en algunos casos, aportar información complementaria suficiente para encuadrar el proceso distinto del presumido Ébola. El pánico no puede justificar un error de diagnóstico. De ser así entraríamos en una mala práctica clínica.
De cualquier modo, parece correcto que se tomen medidas preventivas y rápidas, aunque luego no se confirme el diagnóstico de Ébola…
La prevención suele ser una intervención a largo plazo, que empieza por los determinantes sociales. Desde una alimentación suficiente para que poblaciones expuestas no tengan que recurrir a comer carne de animales que son reservorio de Ébola (murciélagos y simios), hallados muertos y que en condiciones de vida normal no se consumirían, hasta una red sanitaria básica mínima pero suficiente para la identificación de la dolencia. La prevención rápida suele ser ineficiente en epidemias como la que nos ocupa. Sobre todo por lo costosa que resulta, especialmente para poblaciones tan empobrecidas.
¿Deberían crearse en España centros de tratamiento específico del Ébola?
No. No obstante, el lugar que ocupa España como productor de riqueza –otra cosa es como se distribuye– exige uno o más centros de tratamiento, docencia e investigación de enfermedades infecciosas, víricas o no. Pero ello no debe hacerse en detrimento de la red básica sanitaria (la asistencia primaria), que es la que identifica problemas a investigar y que actualmente está siendo amenazada por la desinversión en recursos, especialmente humanos.
Con respecto al caso del Miguel Pajares, el sacerdote español que falleció a causa del Ebola, ¿se hizo su traslado en las debidas condiciones? ¿Fue acertado el traslado en sí, desde un punto de vista médico?
A nuestro entender, el Ministerio de Sanidad tuvo una insegura, caótica y desproporcionada actuación. Insegura porque se trasladó al paciente a un centro con deficiencias, debido a la desinversión en recursos de los últimos tiempos. Caótica y desproporcionada por desalojar todo un hospital especializado para atender a dos personas presuntamente enfermas por el Ébola. Ello agravó el déficit de camas de hospitales públicos, de por sí reducidos por los recortes económicos excusados en un déficit financiero.
¿Las autoridades sanitarias españolas están actuando debidamente con respecto al riesgo que el Ébola pueda suponer para el país? ¿Cuáles han sido sus aciertos y cuáles sus errores?
Uno de los signos de mal gobierno del actual Régimen es la falta de transparencia y el dialogo deficiente con los profesionales de la salud. Hasta el punto de que, según nos es conocido, el Ministerio de Sanidad, y consecuentemente las comunidades autónomas, carece de un plan integral ante el riesgo de la extensión de la infección po