Imagínense que entran en una librería y se dirigen a la mesa de novedades y ven que hay un solo título. Lo mismo pasa en la sección de los más vendidos, en las estanterías de novela o en la sección de libro infantil. Toda la maldita librería está llena de libros, pero siempre es el mismo y único título. Si fuera un libro de Paulo Coelho les diría que están teniendo una terrible pesadilla, claro que también podrían estar en una librería de la cienciología…

Pues nada de eso, si tienen ustedes la suerte de estar paseando por el West Village de Manhattan, y se acercan al 547 de la calle Hudson, se toparan (si se dan prisa, a finales de mayo desaparece) con la librería “Ed’s Martian Book”, un curioso establecimiento con 3.000 ejemplares de Martian Summer: Robot arms, cowboy spacemen, and my 90 days with the Phoenix Mars Mission, que viene a ser algo así como: Verano marciano: Brazos robóticos, vaqueros astronautas y mis 90 días con la misión Phoenix Mars. Como ven, todo es raro en esta historia, hasta el título del libro. Les explico:

Andrew Kessler, el padre de la criatura, además de periodista, hábil publicista y diseñador, tiene una licenciatura en matemáticas, y por ella imagino que fue contratado como colaborador externo por la NASA, concretamente para la Misión Fénix a Marte. El libro, al que no le falta humor por las referencias que he podido leer, explica su experiencia de tres meses en una sala de control de la agencia espacial, por ello también en la singular librería hay una exposición sobre dicha misión de la NASA.

Publicado por la editorial Pegasus, a Kessler se le ocurrió la idea de esta monolibrería y se convirtió en un monolibrero, si me permiten el atrevimiento de emplear estos nombres.  Kessler dice que se inspiró en una creciente moda que recorre Manhattan, los establecimientos de comida especializados en un único producto, más concretamente en un bar donde sólo venden albóndigas, para llevar o comer allí. ¿Y cómo se llama el restaurante?, pues está claro: La Tienda de Albóndigas (The Meatball Shop), que está situada en el Lower East Side. Con la idea y el libro bajo el brazo, el autor habló con el dueño de un local que tenía un letrero de “Se alquila”. Mientras no llegara un inquilino para montar un negocio estable, él le alquilaba el espacio por un tiempo limitado. Aún así, los alquileres en la zona son carísimos, y luego estaba la necesaria reforma, por lo que Kessler tuvo que echar mano de la ayuda económica de amigos y familiares.

No sé si el experimento será rentable, por el momento han ido más curiosos y periodistas que compradores, ya que el “librero” declara que lleva vendidos 200 ejemplares de los 3.000 editados.  Aunque la idea me parezca simpática y curiosa, una vez que has llamado la atención y has podido destacar del maremágnum de títulos que se publican al año, cerca de los 300.000 en EE. UU., la cuestión es que el libro interese, no digo que sea bueno, porque sabemos que en cuestión de ventas no es necesariamente una condición indispensable para triunfar, sobre todo con una industria editorial que vende los libros como las albóndigas citadas, al peso. Eso sí, podríamos decir que esta experiencia es como una instalación artística, que pone en valor un objeto que es el verdadero protagonista de toda esta vaina, el libro. Sí ya son varias la iniciativas de autores que ponen sus libros directamente a la venta por Internet, no es raro que aparezcan algunos que lo hagan en un espacio físico, de hecho es un fenómeno que ya hemos visto en los libros autoeditados, que se han llegado a vender puerta por puerta.

La sección  de local de la prensa neoyorquina no sólo se ha interesado en la librería de Kessler, sino que ha buscado un precedente, y lo ha encontrado en un antiguo albañil reconvertido a escritor, Walter Swan, que durante años vendió su único libro en una librería que se llamaba así: “Librería Un Libro” (One Book Bookstore), claro que eso sucedió en un pequeño pueblo de Arizona, en Bisbee. En fin, mientras los más pesimistas augures nos hablan del final del libro impreso, como está pasando con la fotografía analógica, los que amamos a uno y otra, nos felicitamos de estos eventos, y esperamos que el tiempo y la autoridad no lo permitan seguir contando.

NOTA: Se han fijado que he terminado este artículo hablando de Nueva York y no he utilizado la expresión “La Gran Manzana”… ¡Carajo!, ya lo hice.

Web de Andrew Kessler:

http://kessleronmars.com/

Web de la Misión Fénix: Phoenix Mars Mission:

http://phoenix.lpl.arizona.edu/index.php

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