El libro está amenazado por muchos frentes: desde el cierre de las librerías hasta la pujanza de la lectura a través de medios digitales. O al menos esto es lo que quieren hacernos creer. Porque, aunque lo cierto es que, efectivamente, el libro como objeto físico carece de la relevacia que tuviese en el pasado, por contra, el mayor acceso a la información que nos proporciona internet permite que los más tengan la posibilidad de adquirir ejemplares que, en otro tiempo, no hubiesen estado al alcance de sus bolsillos. Una por otra. Aunque no nos engañemos, los bibliófilos no acuden a misa en público, sino que lo hacen desde la intimidad que les ofrece la red y las reuniones privadas. La librería, como servicio de calle, está de capa caída; en cambio, la venta virtual crece.
Por esta razón es casi un acontecimiento que abra una librería de viejo. Inmediatamente, uno se pregunta: «¿Qué clase de locura les ha arrebatado?». Y asaltan las dudas. Incluso puede llegarse a pensar que la situación ha mejorado, ante el intento de no pocos libreros. Pero no nos equivoquemos: todo sigue igual, en la visible clandestinidad. Mientras no faltan las ayudas y subvenciones a tiendas de electrónica, de ropa y a inmobiliarias, a las de libros nos les queda otra que tirar de fidelidades, de los clientes que aman el libro incondicionalmente, aun a expensas de su propio interés personal. Nadie da duros a cuatro pesetas, claro, y estos libreros ganan, se mantienen, comen y hasta, a veces, les da para darse algún capricho, pero no llegará el día en que un librero aparque un ferrari frente a su anticuario.
Charlamos con Xavi Ciordia, propietario de la Kepos-Canuda, acerca del cierre de la antigua Canuda, otrora situada en la calle de la que tomó el nombre, y de la situación actual de las librerías de viejo en Barcelona.
¿Qué ocurrió con la antigua Canuda?
Nosotros estábamos con alquiler antiguo. Con la Ley de Arrendamientos Urbanos, el propietario vendió el edificio y tuvimos que irnos de allí, sin negociación. La Mango compró tanto nuestro edificio como el de al lado. Era una muerte anunciada: esta ley se sabía ya desde hacía veinte años. Sólo fue cuestión de tiempo.
La librería era un lugar simbólico para el lletraferit barcelonés.
Sí, la librería Canuda abrió en 1947. Aunque apareció antes en los años 30, en la calle Tallers, como Librería Cervantes.
Su cierre fue como una visualización de lo que está pasando con los establecimientos antiguos en Barcelona.
Cierto. Y siguen cerrando. Con el libre mercado, no puedes competir con un negocio así, que no da mucho beneficio. No puedes sostenerte con un alquiler de 6000 o 7000€. Aquí en Barcelona no sé si se ha intentado solventar esta situación, pero yo no tengo oído de ninguna negociación. Y si se ha hecho, ha sido tarde, cuando ya han desaparecido muchísimas tiendas.
¿A qué se dedica ahora el antiguo propietario de la Canuda?
¿Santiago Mallafré? Está jubilado. Coincidió su jubilación con el cierre de la librería.
Al poco de cerrar la Canuda apareció la noticia de que se había incendiado el almacén de la Canuda, ¿puedes explicárnoslo?
La historia es la siguiente: antes de bajar persianas, nosotros estuvimos liquidando todo el stock al 50%. Todo los libros sobrantes, los que no pudimos vender, fueron a parar a la librería El Siglo, en Sant Cugat. Fue a ellos a quienes se les quemó… Ahora bien, no sé si a mala fe. No me atrevo a pronunciarme al respecto. Se llevaron 40.000 o 50.000 libros, eso sí te lo puedo decir. Pero no tenían apenas valor. No se habían vendido. Básicamente eran enciclopedias, mayormente sin valor. Siempre sabe mal que se quemen libros, pero no eran libros de la Canuda.
Cuéntame cómo empezó a surgir la idea de abrir una nueva Canuda en la calle de Bruc.
Hombre, como ya sabíamos que cerraríamos, lo hablamos. Se comenzó a contactar con los clientes más habituales. No teníamos local aún y fuimos informándonos. La facilidad que nos daba llevarnos tantos libros de la antigua Canuda fue un plus. Una de las ventajas más grandes fue continuar con el nombre, aunque sea con una coletilla, ya que mucha gente nos conoce. Por tanto, no es comenzar desde cero. Sumando estas condiciones, dijimos: tira hacia delante. Muchos de los clientes antiguos siguen veniendo. Comenzamos con 3000 libros, que compramos de un piso del Born, que eso fue un poco el detonante, más cuatro o cinco cositas que fuimos picando de otros sitios.
¿Cuál es el perfil de vendedor más habitual? ¿Hijos y nietos que pretenden vaciar sus pisos?
Hay muchas tipologías de compras. Algunos son los típicos que han heredado un piso y quieren vaciarlo, y eso se nota, mucho. Y otros los que saben lo que tienen.
¿Hasta dónde llega la honestidad del comprador, del que hace la tasación, sobre todo en el primer caso?
Ni mucho ni poco. No pagarás la caridad, pero tampoco te aprovecharás, porque si pagas poco tu nombre termina corriendo por ahí y no te llaman para vender. Una compra es como una partida de póquer. En fin, has de ser honrado, porque te ganas una fama. También puede pasar a la inversa, puedes pagar más de lo que vale.
¿De qué criterio os servís para realizar las tasaciones?
Uno de los más útiles es Internet. Claro, con él ahora en 30 segundos consultas el precio de mercado. Pero tiene un hándicap: nos pasa a la inversa también, que nos viene la gente con una lista de precios de lo que quiere vender, normalmente habiéndose fijado en el precio más alto que ha encontrado, ojo.
¿Se ha dificultado la compra de libros antiguos?
Sí. Yo creo que ahora mismo es complicadísimo encontrar algo bueno. En la antigua Canuda, pese a mi corta experiencia en el mundillo, se encontraba más a un precio razonable. Una de las cosas que pasan es que no hay relevo generacional ni bibliófilos, al menos no como antes. También por el poder adquisitivo de cada uno. No es que hayan desaparecido, pero bibliófilos… nunca han abundado.
Aquí en España es más caro comprar libros antiguos que en otros países?
Sí, es más caro que en Francia o en Inglaterra, o incluso que en Alemania. De todos modos, creo que el mercado se ha homogeneizado con internet. Tiene que ver con la capacidad de venta: si hay más interés, los precios bajan, aun sonando contradictorio. Aquí los anticuarios, las librerías, no se han abierto, no han entrado, quizá, dentro de ese mundo. Nosotros lo que hicimos fue rebajar un 40% todos nuestros libros. Lo que no puedes hacer es continuar con los precios de hace diez años. La oferta ha aumentado mucho, y eso hay que tenerlo en cuenta. Antes sólo contabas con el Manual Librero de Antonio Palau, pero ahora tienes el precio a un click.
¿Váis a subastas?
Aquí se hacían subastas. Pero por ciertas razones se han dejado de hacer. Las casas de subastas están reventando los precios.
¿Y a los Encantes?
Allí hay unos círculos que llevan comprando toda la vida, muy cerrados. Una de las cosas que me enseñaron es no ir a comprar a los Encantes. Desde fuera es bastante peculiar la cosa, incluso he escuchado de pequeñas peleas entre los compradores. Algo extravagante, ciertamente.
¿Se puede vivir todavía del libro antiguo en Barcelona?
Sí, sí. Pero es difícil encontrar una buena biblioteca para comprar. Normalmente te llaman y te encuentras lo de siempre: colecciones de Agatha Christie, best-sellers infumables, noveluchas antiguas, entregas de diarios, etc. No siempre te encuentras con la biblioteca de un catedrático que ha estado coleccionando toda la vida, y dependes de eso.
¿Qué opinas del nuevo tipo de librería franquicial que vende a precio fijo?
Es un modelo copiado de las librerías japonesas. Han encontrado una franja de negocio que nadie había pensado. Ahora bien, están llenas de vulgaris. Por este motivo intentamos diferenciarnos, con colecciones de ensayos, filosofía, música, historia; con aquello que no encontrarás allí. Mira, yo he estado en una de ellas. Intenté comprar la obra completa del Pla. Pues bien, entré a comprarla y me dijeron que no. No son tontos. Los comprarían a 0,20€ cada uno y los venderían a saber cuánto. En cualquier caso, ellos no engañan a nadie. El problema es más de quien lo vende. El libro se ha devaluado, en fin. Veremos si a la larga esto aguanta o no; llevan unos añitos. Se pierden también lo mejor del oficio: ir a las casas de la gente a ver sus libros, descubrir bibliotecas, etc. Todo eso te da conocimiento de la materia.
¿Cuál es el libro más caro que habéis vendido?
Un libro francés de cerámica oriental, de finales del siglo XIX. Se vendió por 3000€. Otro de los libros que nos ha reportado un buen pellizco, vendido este verano, fue una edición facsímil de la Biblia de Gutenberg, que compró un pastor de los EEUU por 2000€.
Y finalmente, ¿cómo ves el estado de las librerías de viejo en Barcelona?
Fatal. Y el futuro que se viene no es mejor. Yo no lo veo fácil, para lo que ganas, no sale a cuenta tener un alquiler. Esto no tiene mucho futuro como librería clásica, pero sí a través de internet, ahorrándote los gastos que obliga una librería física. Por eso el 80% de las librerías son digitales. Y ten en cuenta que si quieres tener una librería de viejo, no la puedes tener fuera de Barcelona, porque no te comes un colín. En esta ciudad no hay ningún tipo de regulación de los alquileres; ayudas cero. Y así nos mantenemos, a la deriva.
José Carlos Ibarra Cuchillo
Pensamiento filosófico.