Los millones secretos del rey emerito. El diario madrileño El Mundo publicaba este pasado 1 de febrero una relación de los ricachones más ricos de España, 348 riquísimos poseedores desde 50 millones a 62.700 millones de euros. He repasado la lista completa en busca del nombre de Juan Carlos de Borbón y Borbón, pero sorprendentemente el emérito no aparece. Lo que sí parece es que la Prensa española mantiene el acuerdo sellado en 1975, cuando empezó a acumular su fortuna con el inicio de su reinado, para no publicar nada que desprestigie al rey.

Cierto que en muchas ocasiones resultó imposible silenciar las tropelías cometidas por su majestad, porque rebasaron todo lo permisible, como los sobornos a sus barraganas para que no cuenten secretos de alcoba, o la desdichada cacería de elefantes, reducido al de una zorra, en Botsuana. Qué caro nos ha salido el sucesor a título de rey designado por el dictadorísimo para perpetuar su régimen genocida. Y todavía le seguimos abonando el sueldo de emérito sin ningún mérito: 187.356 euros en doce mensualidades anuales, con todos los gastos pagados.

Los millones secretos del rey emérito
Ilustra Ricardo Jurado.

Juan Carlos de Borbón y Borbón es uno de los mayores ricachones de España. Ya en el año 2000 la revista británica Eurobusiness, siempre bien informada, le adjudicó una fortuna personal de 1.681 millones, cifra algo aumentada por la revista Forbes en su lista de 2003 hasta los 1.800 millones. Contribuyeron eficazmente a consolidar ese fortunón tres amigotes financieros del monarca, Manuel de Prado y Colón de Carvajal, Mario Conde y Javier de la Rosa. Casualmente los tres acabaron en la cárcel por su reprensible actividad financiera, sin que fuera salpicado el rey en ninguno de los tres casos. Debe tenerse en cuenta que el monarca es irresponsable de sus actos, según el artículo 64:2 de su Constitución. Nadie puede acusarle de la comisión de nada ilegal, por su bien.

El rey emérito en Nueva York

El 28 de setiembre de 2012 The New York Times publicó un reportaje titulado Chastened King Seeks Redemption, for Spain and His Monarchy, basado en un conversación mantenida por los miembros del Consejo Editorial con Juan Carlos, cuando visitó sus instalaciones el día 24 anterior. Un airado rey católico solicitó esa entrevista, para protestar por la portada de ese día, lunes 24 de setiembre: un reportaje titulado Spain Recoils as its Hungry Forage Trash Bins for a Next Meal se ilustraba con unas tremendas fotografías de pobres hambrientos rebuscando comida en los cubos de la basura en Madrid.

Aunque estas escenas las seguimos presenciando todas las noches en las puertas de los supermercados, el rey se sintió ofendido por el hecho de verlas publicadas, y tal vez por considerarse culpable de haber llevado a sus vasallos a esa terrible miseria por culpa de su continuada inoperancia campechana. De modo que acudió a la redacción de The New York Times en carne mortal para expresar su más enérgica protesta. Pero las fotografías no eran demagógicas, sino tan reales como su mismísima real persona.

Quizá entonces intentó convencer a sus oyentes de que el reino era rico y aireó su fortuna personal, como una demostración de la buena situación de la economía española, que marchaba viento en popa, no había más que verle a él para comprobarlo. Lo cierto es que el 28 de setiembre el prestigioso diario dio a conocer el citado artículo, sobre el escarmiento del rey en busca de la redención, lo que demostraba que los redactores ignoran la historia de los borbones, quienes jamás han escarmentado de sus hechos, por censurables que sean. A lo más que llegó Juan Carlos después de la cacería esperpéntica de Botsuana, fue a decir que no volvería a suceder, cosa muy segura porque la barragana que le acompañaba en la aventura se alejó de él diciendo que era un viejo que no servía para nada, y porque de resultas de esa nueva intervención quirúrgica quedó hecho una lástima cojitranca.

Fue entonces cuando The New York Times calculó la fortuna personal del rey Juan Carlos en 1.800 millones de euros. Además se preguntaba cómo había podido amasarla, aunque hubiese ahorrado hasta el último euro de su asignación en los Presupuestos Generales del Estado, habida cuenta de que tiene cubiertas todas sus necesidades de alojamiento, comida, trajes, vehículos, yates, desplazamientos, y hasta las barraganas, porque se las ha pagado el Gobierno de turno con cargo a los fondos reservados.

La respuesta es secreto de Estado, pero se rumorea que actuó como comisionista en todas las operaciones del reino de España en el exterior, como en la venta de armas o en la compra de petróleo, y hasta en la compraventa de unos laboratorios en su día prestigiosos. Cualquiera sabe la verdad, oculta en las cloacas del reino. Pero lo cierto es que posee un fortunón, y que el diario El Mundo, popularmente conocido por El Inmundo, no debiera ser tan servilón, y colocarle en el listado en lugar preferente. Más que nada para que sirva de ejemplo a sus vasallos, como demostración de que el ahorrador puede llegar a ricachón en este reino. Su hija Cristina la lista y su yerno Urdangarin el listín le imitaron, y ahí están, viviendo como unos borbones. Los que dicen que en el reino hay miseria y pobres son unos conspiradores deseosos de alterar la paz de que disfrutamos, desde que en 1939 los militares monárquicos ganaron la guerra iniciada por ellos mismos. Es que algunos no se resignan a perder.

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