Durante la guerra civil española (1936-1939), Barcelona se convirtió en uno de los primeros objetivos de los bombardeos sistemáticos contra la población civil. Como respuesta a esta amenaza, la ciudad desarrolló una extensa red de refugios antiaéreos que hoy constituyen un testimonio histórico fundamental de aquel período.

Según datos del Archivo Municipal Contemporáneo de Barcelona (AMCB), la ciudad llegó a contar con más de 1.400 refugios antiaéreos durante la guerra. Esta cifra extraordinaria refleja la magnitud de la movilización ciudadana y la urgente necesidad de protección que experimentó la población barcelonesa.

La construcción de estos refugios fue un ejemplo notable de organización civil. La Junta de Defensa Pasiva, creada en 1936, coordinó su construcción junto con el Ayuntamiento de Barcelona. Sin embargo, lo más destacable fue la participación ciudadana. Como relata Mercedes Vilanova, historiadora y testigo de la época: «Los vecinos se organizaban por turnos, trabajando día y noche. Mujeres, ancianos y hasta niños colaboraban en la medida de sus posibilidades».

Entre los refugios más significativos que pueden visitarse actualmente destaca el Refugio 307, ubicado en Poble-sec. Este refugio, con sus 400 metros de galerías, representa uno de los mejores ejemplos de construcción defensiva de la época. Según Joan Roca, director del MUHBA (Museo de Historia de Barcelona): «El Refugio 307 no solo muestra la capacidad técnica de su construcción, sino que transmite la angustia y la solidaridad de aquellos momentos».

Refugios Antiaéreos de Barcelona

El proceso constructivo seguía patrones específicos. Los refugios se excavaban a una profundidad de entre 10 y 15 metros, con muros de hormigón armado y bóvedas reforzadas. El arquitecto Josep Maria Miró i Gili, que ha estudiado estas construcciones, señala: «La ingeniería empleada era sorprendentemente avanzada para la época, considerando los recursos limitados disponibles».

Otros refugios notables incluyen:
– El refugio de la Plaza del Diamant en Gràcia
– El refugio de la Plaza de la Revolución
– El refugio del Palau de les Heures
– Los túneles de la Vía Augusta

Tras la guerra, el destino de estos refugios fue diverso. Muchos fueron sellados o reconvertidos en almacenes, mientras que otros quedaron integrados en la red de metro o en los cimientos de nuevos edificios. Como explica el historiador Josep Maria Contel: «La ciudad creció sobre sus refugios, pero estos nunca dejaron de existir bajo nuestros pies».

La recuperación y preservación de estos espacios comenzó en los años 90. El Ayuntamiento de Barcelona, a través del MUHBA, ha liderado un programa de recuperación que ha permitido abrir algunos refugios al público. Montserrat Sintes, coordinadora del programa, afirma: «Estos espacios son fundamentales para entender nuestra historia y transmitir a las nuevas generaciones la importancia de la paz».

La visita a estos refugios ofrece una experiencia única. Rosa Martínez, guía del Refugio 307, comparte: «Cuando los visitantes entran, especialmente los jóvenes, pueden sentir la atmósfera de aquellos días. Las marcas en las paredes, los espacios reducidos, todo habla de la experiencia humana durante la guerra».

El impacto de estos refugios en la memoria colectiva de Barcelona es innegable. Como señala el antropólogo Manuel Delgado: «Los refugios representan la capacidad de resistencia y organización de una sociedad civil enfrentada a circunstancias extremas».

Actualmente, el acceso a los refugios visitables requiere reserva previa a través del MUHBA. Las visitas guiadas ofrecen una perspectiva completa que incluye aspectos históricos, técnicos y humanos. Los testimonios recogidos por el Archivo Histórico de Barcelona complementan la experiencia, proporcionando voces directas de quienes vivieron aquellos momentos.

La preservación de estos espacios no solo sirve como recordatorio histórico, sino también como advertencia sobre las consecuencias de los conflictos bélicos. Como concluye la historiadora Mary Nash: «Los refugios de Barcelona son más que simples construcciones subterráneas; son monumentos a la resistencia civil y recordatorios permanentes de la necesidad de preservar la paz».

[Fuentes consultadas: Archivo Municipal Contemporáneo de Barcelona, MUHBA, testimonios orales recopilados por el Archivo Histórico de Barcelona, publicaciones académicas de historiadores especializados y documentación técnica de la Junta de Defensa Pasiva]

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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