Analizando la influencia del movimiento 15-M en el proceso electoral, los señores de la prensa y de la universidad llegan a conclusiones interesantísimas, según La Vanguardia.  Así, nos informan de que «la influencia del movimiento 15-M sobre la intención de voto fue mínima», de que «el aumento de la abstención no fue especialmente alto», de que «el de los indignados es un voto irrelevante» y de que «si el movimiento de los indignados continua se puede ver «rebosado» por los violentos o «en su forma más fuerte» por los antisistema alternativos».

Nuestros amigos de la prensa ―y los intelectuales― parecen olvidar algunas cuestiones de cierta importancia:

  • 1.    Que el aumento «no especialmente alto» de la abstención (5 puntos sobre el 26,15% de las últimas elecciones generales) es muy superior al escaso punto de aumento del PP (sobre el 29,3% de las últimas elecciones generales) que le valdrán formar gobierno.
  • 2.   Que la abstención (31,08%), aunque no alcanzó su cota máxima de 1979 (31,96%), superó los votos obtenidos por el partido que formará gobierno (30,35%)
  • 3.   Que el voto de protesta (la abstención, el voto nulo, el voto en blanco y el voto a “Escaños en blanco”), es decir, el conjunto del voto que rechaza la farsa parlamentaria, alcanza un 34,02% que supera en casi 4 puntos al partido “ganador”.
  • 4.   El PP ha obtenido la mayoría en el parlamento de la corrupción y el chalaneo, pero con su 30% queda en franca minoría social ante un 34% de voto de protesta y un 36% de ciudadanos que, desesperados por cerrarle el paso, han votado incluso al PSOE. Es decir, que de un modo u otro un 70% de la población en edad de votar lo ha hecho contra el PP. Es decir,
  • 5.   Ni el PP ni ningún otro partido está legitimado para regir los destinos del país y mucho menos para imponer las medidas de austeridad (para el pueblo) que proyectan.
  • 6.   Que si el movimiento 15-M ha influido mucho o poco en el resultado electoral es lo que menos importa, lo que importa es que es la articulación de una protesta permanente y autoorganizada y que puede y debe convertirse en una alternativa no al proceso electoral, sino al sistema político y económico del capitalismo.

No, no nos representan. El camino está ya esbozado: democracia directa tanto en política como en economía, substitución del estado por una federación de asambleas ciudadanas, substitución de la rapiña capitalista por un sistema orientado a la satisfacción de las necesidades humanas y la conservación del planeta. Esto es lo que deberían tener presente los periodistas y los intelectuales. Esto es lo que tenemos presente nosotros.

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