Cerca de 400.000 niños y niñas no tienen techo y sufren sinhogarismo en Europa, según el noveno reciente informe sobre la exclusión residencial en Europa, elaborado por FEANTSA, la federación europea de organizaciones que trabajan con personas sin techo, y la Fundación Abbé Pierre.

Para estas organizaciones, el aumento del sinhogarismo en una de las regiones teóricamente “más prósperas del mundo” es un reverso del aumento del precio de la vivienda en todo el subcontinente. En un contexto donde “los alquileres se disparan, los precios de las viviendas están cada vez más fuera de nuestro alcance y la escasez de viviendas asequibles empeora día a día”, no es extraño que las situaciones de sinhogarismo, precariedad habitacional, desahucios y pobreza energética se multipliquen en casi todos los países de la Unión Europea.

“Si el valor de una sociedad se mide por cómo trata a la población joven”, enuncia el informe, Europa estaría en grandes problemas. A los 400.000 menores que sufren sinhogarismo, se le suman 14,5 millones de niños y niñas que viven en viviendas inadecuadas, mientras que cinco millones de familias con menores a cargo sufren situaciones de pobreza energética. Uno de cada cuatro menores vive en pisos hacinados.

Los altos precios de la vivienda están forzando a cada vez más familias y menores a vivir en la calle, en centro de acogida, alojados temporalmente en hostales o obligados a vivir en refugios improvisados, barrios marginales o viviendas superpobladas en situaciones que “niegan a estos niños las condiciones de vida que les permitirían crecer con dignidad”. Las consecuencias de esta crisis habitacional en la infancia tiene “consecuencias directas y profundas”, que van desde un gran impacto en la salud y en el acceso a la atención médica, a la nutrición o el acceso a la educación. “Más allá del efecto en la vida cotidiana, la vivienda inadecuada puede obstaculizar potencialmente la trayectoria y las oportunidades futuras de toda una generación”, dice el informe.

El caso alemán

Alemania es uno de los países que más está sufriendo esta crisis de vivienda. A principios de 2023, la Oficina Federal de Estadística contabilizó 372.060 personas sin hogar, una cifra que puede ser mayor porque solo cuenta las personas registradas en centros de alojamiento gestionados por las autoridades locales. Según la proyección de 2022 de la Asociación Federal de Ayuda a las Personas sin Hogar, el total de personas que sufren el sinhogarismo en Alemania podría superar las 607.000. “La falta de vivienda es un problema social grave”, afirma Werena Rosenke, directora de esta organización.

Según el informe, la guerra de Ucrania ha empeorado la situación. El 35% de los homeless en Alemania son refugiados ucranianos, unos 120.000, mientras que apenas había refugiados de este país hace dos años. Ocho de cada diez personas sin techo en Alemania son extranjeros.

Muy lejos de las cifras de Alemania, el sinhogarismo ha crecido en España paralelo al aumento del precio de la vivienda. Según el INE, la media diaria de personas acogidas por los servicios sociales se elevó de 17.000 en 2020 hasta los 21.500, un 22% más, unas cifras que no incluyen a las personas sin hogar que no acuden a los servicios sociales. Según Hogar Sí, organización que trabaja con las personas sin techo, la cifra de personas que sufren el sinhogarismo en España es de 37.000. De ellos, 8.000 duermen cada día en la calle. Esta organización pone cifras a las consecuencias de vivir en la calle en España: 30 años menos de esperanza de vida, una posibilidad mucho mayor de sufrir enfermedades graves —un 37% de las personas sin hogar las sufre— y una mucho mayor posibilidad de morir a causa de un suicidio: el 31% de las personas sin hogar han intentado quitarse la vida, según sus datos. Se trata, además, explican desde Hogar Sí, de un colectivo especialmente expuesto a los delitos de odio: hasta el 47% de las personas sin hogar los han sufrido, aunque solo el 13% los ha denunciado.

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