Artur Mas y Mariano Rajoy empezaron hablando de sus vacaciones y acabaron sin ningún acuerdo respecto a la consulta prevista para el próximo 9 de noviembre. «No hay propuesta por parte del Estado más allá de decirnos que no se puede celebrar, que es ilegal«, ha indicado un president de la Generalitat que ha optado por usar un lenguaje más pragmático y flexible que en anteriores reuniones con el presidente del Gobierno.
Artur Mas y Mariano Rajoy empezaron hablando de sus vacaciones y acabaron sin ningún acuerdo respecto a la consulta prevista para el próximo 9 de noviembre. «No hay propuesta por parte del Estado más allá de decirnos que no se puede celebrar, que es ilegal«, ha indicado un president de la Generalitat que ha optado por usar un lenguaje más pragmático y flexible que en anteriores reuniones con el presidente del Gobierno.
“Hay un clima de diálogo abierto; hoy no es el final de nada, no se han cerrado todas las puertas”. Para Mas, con el frente abierto del ‘caso Pujol‘, las dos horas y media de reunión con Rajoy, pueden significar un tiempo muy necesario para extender la legislatura hasta el 2016. El president, en esta nueva fase de diálogo, ha entregado a Rajoy un documento de 23 puntos con demandas concretas sobre economía -financiación– o infraestructuras -presumiblemente, el corredor mediterráneo-, que el presidente del Gobierno se ha comprometido a estudiar. Sin estudio, quedará, eso sí, la consulta. Rajoy ha insistido en su ilegalidad -sigue contando con el apoyo del PSOE en esta cuestión-. Pero Mas ha insistido en que “tenemos la mayoría social y política para celebrarla, ahora falta que haya un acuerdo con el Estado para hacerlo de forma absolutamente legal”. “Si no hay un acuerdo con el Estado la celebraremos igualmente de manera legal”, ha reiterado el president poniendo como referente la ley de consultas aprobada recientemente por el Parlament.
Tras meses de llamadas desde distintos ámbitos para retomar un diálogo roto tras el portazo de la última reunión. Rajoy y Mas han llegado a la reunión con el tono rebajado y han buscado una apariencia de normalidad, sin estridencias, ni caídas en el tremendismo y la épica para explicar el encuentro: “todos debemos ser inteligentes para que esto (la consulta) no lo rompa todo”, resumió el president que reconoció que las posiciones sobre el referéndum del 9-N se mantienen inalterables, pero que no significará, en todo caso, la ruptura de este reiniciado contacto. Mas ha negado la existencia de un plan “b” en el proceso soberanista si la consulta no se pudiese celebrar en unas mínimas condiciones y, hablando de una sucesión fases dentro del mismo plan, ha abierto una rendija a otras posibles opciones. “Voy a poner toda la carne en el asador y todo el sentido común para poder votar el 9 de noviembre, pero el 9 de noviembre tampoco se acaba todo. Si nos obstaculizan la consulta entraremos en otra fase que ahora no voy a comentar”. Sin propuesta alternativa por parte de Rajoy: “La consulta es ilegal y ni se puede ni se va a celebrar” y con el espectro de Pujol sobrevolando cualquier movimiento político por mucha cara de sorpresa que se ponga en las comparecencias públicas, Mas espera un otoño con previsibles sacudidas tanto dentro de CiU como en el resto del escenario político.
Aún así, los dos dirigentes se han emplazado a mantener el contacto y a continuar con el trabajo iniciado hoy a partir de algunos aspectos señalados en el documento llevado por Mas a la reunión. Con el compromiso adquirido por Rajoy de estudiar en qué condiciones se podrían llevar a cabo las demandas concretas de la Generalitat, se emite una señal de cierta tranquilidad en un intento de rehabilitar un camino en el que ha insistido un Duran i Lleida que ha mantenido que la confesión de fraude fiscal de Jordi Pujol “sí afecta” a la consulta prevista para el próximo 9-N. Duran, en la comisión del Congreso que preside, ha comentado que “se equivocan” quienes creen que la confesión del expresident va a acabar con la demanda mayoritaria de la sociedad catalana de ser consultada sobre su futuro político, pero que también se equivocan “quienes piensan que lo sucedido no afecta lo más mínimo a ese sentimiento mayoritario. Yo creo que sí que le afecta”. Todo esto, mientras se extiende la ola de informaciones sobre una familia con numerosos intereses económicos y que, hasta hace apenas una semana, participaba, a través de al menos dos de sus miembros, en la dirección política de Convergència Democràtica de Catalunya, lo que deja muy coja, las explicaciones de una clase política que sabía mucho más de lo que aparenta saber ahora mismo.
Por su parte, y en relación a la reunión entre Mas y Rajoy, éste ha advertido al president de la Generalitat del peligro que un clima de «inestabilidad política» supondría para la, así la considera el Gobierno central, incipiente recuperación económica. Un deseo que, si se no cumple, ensombrecería mucho las perspectivas electorales del Partido Popular en una coyuntura política removida desde las europeas por la aparición de Podemos y las consecuencias que está teniendo en las estrategias políticas de los partidos de izquierda y en un PSOE debilitado y con un recién nacido liderazgo que sigue usando palabras muy viejas. Para Mas, este acercamiento con el Ejecutivo tendrá su prueba del algodón a finales de este año cuando «algunas cosas podrían estar resueltas». El president, que compareció ante los medios de comunicación en la delegación de la Generalitat, recuperó por unos momentos aquella imagen de líder visionario desgastada tras las últimas autonómicas y dibujó un momento épico: “Verán ustedes un 11 de septiembre espectacular y verán la fuerza de la población de Cataluña”.