«Mr. Right» no es una película redonda. Ni falta que le hace. El carisma que desprenden sus protagonistas soporta el peso de la película con sobriedad y mucho humor disparatado, donde el contraste entre locura y… más locura dota de un mundo propio y personal en el que se desenvuelven los personajes, ajenos, en gran medida, a la realidad que les envuelve o, directamente, renegando de ella.
Que Sam Rockwell es un gran actor es una obviedad de tal calibre que no merece la pena subrayar. Sólo su probada haraganería a la hora de elegir papeles le ha privado de mayor reconocimiento. En «Mr. Right» no se come la pantalla, sino que la trasiega sin tan siquiera masticarla. Cada una de sus apariciones reduce a la mínima expresión a sus compañeros de escena. La sobria majadería que destila a lo largo del film domina el tempo de los acontecimientos y hace innecesaria la explicación que, imprudentemente, el guion nos ofrece para su comportamiento. Rockwell es la estrella, lo sabe, lo disfruta y lo clava, logrando que un personaje que podría bordear peligrosamente el ridículo, salga no sólo airoso de la empresa, sino que presida la empresa.
Anna Kendrick, a su vez, no fracasa en el intento. Sin estar a la altura de su partenaire, no desentona y tiene grandes momentos cómicos, que se sustentan en la constante réplica-contrarréplica con Rockwell. La gran victoria de la película es convertir su desquiciado personaje en la voz racional durante gran parte de la historia, para finalmente, dejarse llevar por la vorágine que se nos presenta durante los primeros minutos. Aún así, cierto histrionismo juega en su contra y su intento de slapstick, más que continuo, fracasa. Su dependencia de Rockwell en muchas escenas es patente y las que son dedicadas a su mayor gloria quedan más flojas.
El resto del reparto, donde destaca un, como no, desquiciadamente psicopático Tim Roth, flaquea en comparación. Ésta es demasiado grande y sólo el rapero RZA, sorprendentemente, parece seguir el ritmo a los protagonistas, en las breves escenas en que aparece.
Cabezas ha dotado la película de un gran dinamismo, que combina el humor y unas cuidadas coreografías de acción casi a la perfección, que flaquea un poco en las motivaciones de los personajes, pero que logra una nueva vuelta de tuerca dentro de la comedia romántica.
Y es que, evidentemente, estamos antes eso. Una atípica, pero tópica comedia romántica, en la que no falta ningún cliché del género, pero deformado e hiperbólico hasta lo ridículamente loable.
La influencia de cine clásico es evidente y, así, podemos imaginar a Gene Kelly bajo la lluvia, en cada escena de tiroteos, a Warren Beatty y Faye Dunaway como carismática pareja criminal o a Clark Gable y Claudette Colbert como representantes de la, distorsionada, guerra de sexos patente.
Su banda sonora encaja a la perfección con el estrambótico panorama que se nos presenta. Pegadiza y derrochadora de felicidad, acompaña con sorna las escenas de acción y evita sensiblerías innecesarias en los momentos más «románticos«.
«Mr. Right» es una película fácil, en el sentido de que no busca trascendencia y sólo pretende entretener. Pero también es cierto que el mimo y el cuidado para hilvanar las situaciones que se van sucediendo es plausible, lo que evita que el metraje se reduzca a una serie de escenas intermedias, hasta el siguiente sketch o set piece. Hacer reír siempre se ha visto como algo muy complicado y, sin embargo, aquí nos vamos a «deshuevar» en más de una ocasión. Quizá son eliminables ciertos chistes visuales que coquetean, sin ninguna necesidad, con la escatología o el humor tontorrón, pero gran parte del humor presente es tan elaboradamente simple, directo e inteligente, que haremos la vista gorda. ¿Que Rockwell se pone a hacer el ganso en pantalla? Lo aceptamos, porque hace el ganso de forma magistral. ¿Qué Anna Kendrick nos taladra el tímpano con sus insufribles gritos? LO aceptamos, porque son unos gritos entrañablemente irritantes. ¿Qué… etc?
No pasará a la historia del cine, pero nos hará pasar un buen rato sin tratarnos de deficientes mentales, sino buscando nuestra respetuosa colaboración.
Denle una oportunidad. Cabezas, ninguneado en nuestro país, se la merece.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.