Cuando el detective Rick Bourbon, llegó a la colonia marciana número tres, rápidamente encontró las pruebas que llevaron a la cárcel a los asesinos de aquel humilde trabajador. Sin embargo, nunca pensó que aquel caso iba a ser tan complicado. Sospechaba que la comida que había consumido estaba en mal estado. Para distraerse, en otro orden de cosas, pensó en la edad del universo. Una vez le enseñaron en la universidad que cuando los científicos estaban desentrañando su antigüedad, a través de complejo proceso con uranio, un ilustre investigador se dio cuenta de que toda la Tierra se estaba contaminando de forma invisible con plomo. Luego de una larga lucha y de visitar el Ártico, se dirigió al congreso de EE UU y una sola persona consiguió que se estableciera una normativa mundial prohibiendo la gasolina con plomo. Galielo Galilei también luchó solo contra la adversidad. Pero volviendo a su trabajo, la verdad era que obviamente, ya sabía por qué habían asesinado al cocinero, pero eso no le alegraba en absoluto. Quería tener sentido del humor, incluso darle cierto crédito navideño a los disfraces colorados de las muchachas más hermosas que había visto nunca. Los colonos no paraban de fumar y de beber, hasta parecían ser politoxicómanos. Estaban de fiesta, pero con su duro trabajo diario, eran ellos los que hacían posible que el resto de la humanidad tuviera el aliento necesario para vivir un día más. En el nostálgico hilo musical sonaba Radio Futura, en concreto la canción Semilla Negra. La Policía del espacio había sido avisada por enormes tiroteos en los subterráneos, entre los clanes de la droga. Observó una pareja de astronautas que le recordaban a Romeo y Julieta. Rick no se encontraba bien. De hecho, pensaba que se estaba enfermando y había pedido una cita con el doctor de la plataforma central. Sin embargo, el Ministerio del Espacio le había dado una cita diferida. Es decir, sin fecha. Aquello le sonaba mal, muy posiblemente podía ser una estrategia para no atenderle nunca y dejar así que se llevara con él sus secretos a la tumba. Mientras los céfiros del espacio soplaban fuera, se dispuso a ponerse el traje espacial para hacer un último reconocimiento, es decir, el paseo exterior que casi había completado el finado la noche de autos. Si no fuera por lo funesto de las circunstancias confesaría que le gustaba aquel insólito lugar. No en vano él era una persona taciturna. La colonia marciana era un sitio aislado y hermoso, que se dedicaba a la producción de oxígeno y vegetales para terraformación del planeta marciano y del satélite terrestre. Para agasajarlo, Incluso le habían asignado una asistente especialmente bella. Su desconfianza llegaba a tal extremo que, en lugar de hacerle el amor, en un estupendo festival de lujuria calculada, el día anterior cuando se presentó dispuesta a comer juntos, después de haber ido a la peluquería con los labios pintados y un vestido casi transparente, al despedirse sólo le propinó un breve beso en la mejilla. Se sentía totalmente desahuciado. Y es que había descubierto algo muy grave. En efecto, no solo había un departamento en el que la comida estaba contaminada. Era en toda la colonia. Tirando del hilo descubrió uno de los principales motivos de la alta mortalidad de la zona. A pesar de que aquello superaba con mucho sus responsabilidades, elevó un informe a sus superiores pensado que se trataba de algo puntual y localizado. Sin embargo, pronto descubrió con estupor que era algo generalizado, debido a la ausencia de controles porque aquella era una colonia marginal. Sin duda era un problema de índole mafioso, ya que debido a la desidia de los responsables estaban envenenando con la comida lentamente a miles de seres humanos. El tabaco también provoca cáncer, pensó. Y eso le hizo plantearse muchas preguntas. ¿Si había allí había un grave problema de delincuencia y narcotráfico, a quién le importaban las personas marginales, que tal vez estaban despreocupadas de los controles sanitarios?
Escritor sevillano finalista del premio Azorín 2014. Ha publicado en diferentes revistas como Culturamas, Eñe, Visor, etc. Sus libros son: 'La invención de los gigantes' (Bucéfalo 2016); 'Literatura tridimensional' (Adarve 2018); 'Sócrates no vino a España' (Samarcanda 2018); 'La república del fin del mundo' (Tandaia 2018) y 'La bodeguita de Hemingway'.