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Nazanín Armanian no da abasto y es normal. No es fácil ser una de las pocas referentes a las que podemos acudir para intentar comprender lo que sucede en Irán y Oriente Medio.

Estudiantes, profesores, periodistas… todos buscamos respuestas para una realidad que se nos escapa entre confusos artículos de prensa y vídeos desinformativos.

Pero Nazanín, politóloga y escritora iraní, está, pese a todo, aquí, tomando un café con nosotros y explicándonos con la claridad en la sonrisa, la compleja historia de su país.

¿Hace cuánto que vive en Barcelona?

En 1983 llegué a Madrid, donde viví hasta que en el `92 me mudé a esta ciudad, donde trabajo como profesora en la Universidad de Barcelona y desde hace un par de años colaboro con el diario Público.

¿Por qué España?

Porque en ese momento era el único país que todavía no había impuesto el visado a los iraníes. Hace 40 años, no necesitábamos visa para casi ningún lugar del mundo. ¡Éramos ricos, solventes! Pero después de la llegada de los islamistas, todos nos exigieron el permiso para entrar.

¿Y por qué no seguir viviendo en Irán?

Después del golpe organizado por la CIA en 1979 para derrocar al dictador Reza Pahlavi, los primeros en ser ejecutados fueron los socialistas, los comunistas, los sindicatos y las organizaciones feministas. Así que tuvimos que irnos.

Luego de una dictadura de tantas décadas, las fuerzas progresistas estaban muy debilitadas y las únicas que todavía podían funcionar eran las islamistas porque estaban financiadas por Estados Unidos y el Sha como un cinturón de seguridad contra los comunistas del Norte (no olvidemos que Irán tiene 1600 km de frontera con Rusia). ¡EEUU no podía permitir que la segunda reserva de gas y petróleo del planeta se convirtiera en otra Cuba! Entonces llevaron a los islamistas para abortar la revolución popular y luego invadieron Irán a través de Saddam Husein.

En realidad, el primer gobierno que formó el Ayatolá Jomeini fue con los liberales islamistas, un ala burguesa moderada. Pero gracias a las maniobras norteamericanas, algunos grupos radicales islamistas organizaron la toma de la Embajada de Estados Unidos para, con la excusa de que eran aliados de la CIA, acusar a los liberales de traidores de la revolución y llevar a la ultra derecha religiosa al poder.

Hace unos meses ha publicado Irán. La revolución constante, un libro en el que nos introduceen la historia moderna de Irán, desde la Revolución Constitucional del 1906 hasta la caída del Sha, Mohammad Reza Pahlaví en 1979, y que concluye con un capítulo titulado: “Irán alerta roja”. ¿Por qué esta afirmación?

Irán está ahora solo en el mundo. Está perdiendo a su principal y único aliado, Siria, Chavez está enfermo y entre el resto de países hay un consenso generalizado para poner fin a la República Islámica. En lo único que no se ponen de acuerdo es en dónde bombardear ¿El palacio presidencial?¿Las instalaciones militares?

¿A qué se debe este acuerdo?

En realidad, se trata de un choque de intereses entre Israel y EEUU. El balance de las fuerzas en Oriente Medio están ahora en perjuicio de Israel, un país que es muy poderoso económica y militarmente pero pequeñito y rodeado de enemigos, sin contar con los graves problemas internos que también está sufriendo, ¡no hay más que ver los 300 mil indignados que hace poco salieron a la calle para protestar por la política de ultraderecha que los gobierna! Entonces Israel no quiere perder el dominio sobre la zona y para eso presiona a Estados Unidos.

Sin embargo, ya desde que Obama era candidato a presidente, insistía en la importancia de llegar a un acuerdo con Irán para cerrar el tema nuclear y no tener que caer en otra guerra como la de Irak. Él llegó al poder con un mensaje pacifista. Quería dialogar con el régimen islámico porque, además, sabía que el verdadero problema de Norteamérica es China y no Oriente Medio. Pero, como el lobby judío y pro-israelí de Estados Unidos es el que paga siempre la campaña electoral del candidato que ganará, a medida que se acercan las elecciones, Obama aumenta su tono contra Irán y a favor de Israel.

¿Cómo cree que continuará la historia?

El plan de Estados Unidos e Israel es producir un ataque militar que desencadene una guerra civil para dividir a Irán en muchos países pequeños, como se ha hecho ya en los Balcanes, por ejemplo. Un país grande es siempre una amenaza (Irán es tres veces más extenso que España) y una sociedad dividida es siempre más fácil de gobernar. El dominio sobre Irán significaría controlar a una de las últimas reservas de petróleo que suministra el combustible a China, después de que ésta perdiera a Libia, Irak y Sudán. Estados Unidos tiene delante de sí la oportunidad de contener a su principal enemigo porque, como de momento no va a atacarlo militarmente, cortarle las vías de energía es otra buena forma de conseguirlo.

¿Cuál es la reacción del gobierno de Irán ante estas amenazas?

Ante el peligro de guerras externas e internas, el Régimen Islámico hace dos cosas: una, recurrir a la violencia para sofocar las protestas populares y, otra, fomentar una guerra con un enemigo externo, que podría ser Israel o Arabia Saudí, para que el pueblo apoye al gobierno como representante de una causa común.

¿Y la población qué opina?

La gente quiere democracia y un estado laico. Por eso en el 2009 votó a Mousavi y no a Ahmadineyad, porque el pueblo veía en él a un candidato menos integrista y, por tanto, a la esperanza de una menor represión religiosa. Por eso también salió a la calle para denunciar el fraude electoral cuando, finalmente, salió elegido Ahmadineyad.

Ahora buena parte del pueblo piensa que la única manera de acabar con el Régimen es a través de un ataque militar exterior porque, después de todo lo sucedido, cree que desde dentro no hay posibilidad de salida.

¿Cómo se posiciona usted frente a esta situación?

Yo soy de la izquierda iraní, soy marxista y estoy en contra de cualquier ataque militar porque sé que, por más moderado que este fuera, mataría a miles de personas. Además nunca se sabe cuánto tiempo puede llevar una acción como esta ni, menos aún, cómo puede acabar. Las fuerzas extranjeras tienen sus propios intereses, y van en contra de los de Irán. Por eso creo que, aunque dure más el régimen totalitario, esto sería menos perjudicial para la historia de Irán que una guerra.

En febrero de 1979 los cronistas internacionales hablaron de primavera iraní para referirse al fin de la dictadura del Sha Reza Pahlavi. Treinta años después, ¿Es otra vez primavera en el mundo árabe?

En una columna del diario Público afirmé no hace mucho que la revolución en Egipto no tendría futuro ¡y casi me matan! Yo lo siento, pero tristemente, si el contexto internacional no ayuda, caen unos y se pone a otros.

En 1979 la situación era favorable para la caída del Sha porque, al ser este un aliado de Estados Unidos, Irán contaba con el apoyo de la URSS. Ahora, en cambio, ningún movimiento progresista tiene respaldo internacional.

En 2009 la Rebelión Verde (nombre que hace alusión al color de la esperanza) volvió a colocar al país en la vanguardia de las luchas por la democracia, pero el pueblo se quedó completamente solo. China y Rusia no quisieron apoyarlo porque pensaban que esto iba de la mano de los americanos. Estados Unidos tampoco porque Obama, que acababa de asumir la presidencia en medio de los graves problemas con Irak, Afganistán, Guantánamo y la crisis económica, no iba a permitir que uno de los primeros exportadores de petróleo se desestabilizara. Así que el Jefe de la Casablanca envió una carta de felicitación a Ahmadineyad y ahí se acabó la historia.

altUsted nos habla de política internacional, ¿pero qué sucede con la primavera del pueblo?

Nosotros somos la generación que hicimos la revolución. Yo, por ejemplo, tenía dieciocho años cuando esto ocurrió. Eso significa que la conciencia revolucionaria está viva todavía. Pero después de treinta años de una dictadura absolutista que ejecutó a cerca de 50 mil activistas, después de un fraude electoral que ha dejado en el poder al candidato que muy pocos han votado, en un país donde actualmente no existen los partidos políticos ni los sindicatos (lo que hay son diversas facciones del régimen), la gente siente que desde dentro no se puede cambiar nada. El pueblo se siente traicionado y piensa que si hace algo caerá de mal en peor, como ya le ha ocurrido en la revolución contra el Sha.

Hace poco vimos en los medios a una mujer encima del poster de Ahmadineyad diciendo “Tengo hambre”…¿Cómo vive la gente hoy en Irán?

Ahora cerca del 35 % de la población vive bajo la línea de pobreza. Hay 12 millones de parados. El régimen ha privatizado todas la industria estatal y, como no hay inversiones extranjeras a causa de las fuertes sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y la ONU al comercio con Irán, las empresas están cerrando.

Ningún banco extranjero puede trabajar con Irán (incluso el Banco Central Iraní ha cerrado todas sus sedes fuera de las fronteras), por lo tanto no se puede enviar dinero al exterior ni los emigrantes pueden enviar dinero a sus familiares. Todo está bloqueado ¡pero somos un país que no está acostumbrado a esto! Siempre ha habido una gran libertad de acción a la hora de montar negocios: Irán es la tierra del petróleo, una tierra rica donde no se paga impuestos para abrir actividades comerciales y donde, entonces, el gobierno no puede controlarlo todo. Sin embargo, ahora el control viene desde el exterior y se ha parado completamente el desarrollo que nos caracterizaba.

Tras el proceso de homogeneización impuesto por el Sha Pahlavi, en el que se prohibía el uso de las lenguas minoritarias y se perseguía toda diferencia étnica en Irán ¿Qué tipo de políticas culturales y lingüísticas lleva a cabo la República Islámica en la actualidad?

El Régimen permite que cada pueblo se exprese en su lengua, lleve su vestimenta y mantenga sus tradiciones aunque aboga por un Irán homogeneizado bajo la norma persa. Pero esto es un error porque en Irán sólo el 45 por ciento de la población habla este idioma y ¡ porque Irán no es Persia! Nuestro territorio tiene cerca de treinta y tres minorías étnicas. El pueblo kurdo, que forma parte de Irán desde hace 4 mil años, siempre ha tenido una conciencia política muy sólida y, por tanto, ya en la época del Sha reclamaba la creación de un Estado Federal. Hoy la reivindicación continúa y desde los movimientos de izquierda la respaldamos, no sin temor de que Estados Unidos se apoye en las minorías reaccionarias de estos grupos para desintegrar el país, tal como lo ha hecho en Afganistán o Irak.

En su libro, usted habla de “una falsa narración sobre Irán que nos ha sembrado la memoria de prejuicios”. ¿Qué hay de falso y qué de cierto en la imagen que el mundo tiene de su país?

La imagen construida desde Occidente da a entender a la gente de a pie que el Régimen de Irán y el pueblo iraní son lo mismo. Se piensa que somos una nación analfabeta, integrista e islamista. Pero lo cierto es que el 85 por ciento de la población está alfabetizada y que somos la sociedad menos religiosa de Oriente Medio. Irán no es un país islámico. Es cristiano, judío, musulmán, ateo… es una cuna de diversas culturas, en donde vive mucha gente joven y preparada que lo que quiere es una democracia como la que sabe que existe fuera. Por eso, por favor, ¡dejad a la religión como un asunto privado! Irán no es árabe ni islámico. Irán es Irán, un país milenario con identidad propia.

Y en cuanto a la situación de la mujer…

También existe una percepción equivocada. Está prohibido no llevar velo, caminar por la calle con un hombre, maquillarse y, sin embargo, la batalla que libran las mujeres cada día en las calles de Teherán es impresionante. Desde la desobediencia civil siguen luchando después de treinta años de azotes, multas y cárcel. Y así es que cuando alguien va a Irán se queda alucinado con lo que ve: muchísimas mujeres maquilladas, operadas ¡o punkis!

¿Qué propósitos cree que existen detrás de esta distorsión de la información?

Los medios de comunicación representan a los poderes financieros, políticos, económicos y militares. En estos momentos las grandes potencias (Estados Unidos e Israel, sobre todo) legitiman su ofensiva contra Irán difundiendo la idea de que éste significa un grave peligro para la región y para el planeta.

Pero todos sabemos que el programa nuclear iraní no puede ser de uso militar porque, si así fuera, ya el resto de países lo hubiera saboteado. De hecho, eso ha ocurrido con el “Complot Marilyn”, un plan por el cual los israelíes acordaron con los alemanes que vendían piezas para las centrifugadoras de la central nuclear iraní, colocar un chip que hiciera que no funcionaran y que en el momento de ponerlas en marcha, volaran por los aires. Efectivamente, 12 mil centrifugadoras nucleares se incendiaron ahí mismo.

¿Cómo podemos, entonces, tener acceso desde Occidente a una información más verídica sobre la actualidad iraní?

Como estamos tan preocupados por nuestra imagen mundial, los iraníes somos, después de los americanos ¡los mayores blogueros del mundo! Existen al día de hoy cerca de 60 mil blogs escritosen todas las lenguas desde Irán, más los publicados por los exiliados en diferentes partes del mundo. Yo, sin ir más lejos, tengo una página web en la que también he colgado enlaces a muchos de estos sitios de la red. Los iraníes nos queremos dar a conocer. ¡No puede ser que yo haya estudiado en el Instituto el Quijote o García Lorca y que aquí no sepan ni dónde está mi país!

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