Entrevistamos a Paco Camarasa, librero y comisario del festival literario del género policiaco “BCNegra”, que en febrero de este año cumplió su séptima edición y promete seguir siendo uno de los encuentros de referencia de la novela negra en el mundo. De cómo capean la crisis las pequeñas librerías especializadas y de otras cosas, conversamos con este valenciano de apasionado verbo y conocimientos enciclopédicos sobre las novelas que en Catalunya tradicionalmente se conocían como de lladres i serenos (ladrones y serenos).

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Paco Camarasa. Foto: Francesc Sans

Un sábado soleado llegamos Francesc y un servidor a la Barceloneta, el barrio marinero de Barcelona, perteneciente al distrito de Ciutat Vella. Eran las doce del mediodía, una hora un tanto intempestiva para gente de malvivir como nosotros, sobre todo en fin de semana. Después de desperezarnos con café y sendas barreges nos dirigimos a buscar a nuestro sospechoso. Lo localizamos en el número 5 de la calle de la Sal. Al advertir nuestra presencia, el sujeto corrió a esconderse tras las puertas del garito que regenta, una librería llamada “Negra y Criminal”, tapadera de los negocios turbios de este elemento. Como si vender libros no fuera ya una actividad que ronda el delito, no en vano nuestras autoridades políticas ya penalizan este comercio cultural con el 21% de IVA.

Francesc, más rápido que el tal Paco Camarasa, que así se hace llamar el tipo, lo acorraló y lo acribilló a disparos de su cámara fotográfica. Luego entré yo en juego, llevándome al librero ante una pared, donde comenzó el interrogatorio.

Su carrera delictiva como librero y editor ya la comenzó en Valencia, ¿no es cierto?

No, sólo como librero. Estoy loco para ser librero, pero no lo suficiente como para ser editor. En Valencia trabajé en una librería generalista que se llamaba “La Araña”, y después se transformó en “Pablo Neruda”. Después lo dejé, pero siempre he sido un lector de género negro.

¿Y cómo empezó a leer policial?

En mi época de universitario, leer novelas policiacas era pura evasión y estaba mal visto. Había que tragarse los tochos de “Así se templó el acero”, “La joven guardia” o los libros de López Salinas y esas cosas. Recuerdo que en aquella colección fantástica de los libros de bolsillo de Alianza Editorial, donde se podían encontrar desde los poemas de Bertolt Brecht y Chi Minh, hasta cosas de música o ciencia-ficción, descubrí “Cosecha roja”, que creí que era una novela sobre los campesinos andaluces. Después vi que era de un tal Dashiell Hammett, además estaba prologada por Luis Cernuda y pensé: esto deber ser bueno. Eso fue mi primer contacto con la novela negra más clásica.

Y su aventura como librero negrocriminal en Barcelona, ¿cómo va?

Vamos aguantando desde el 4 de diciembre de 2002. Nadie se creía que una librería de menos de 50 metros cuadrados, en la Barceloneta y especializada radicalmente en la novela policial llegará hasta aquí. Intentamos tener DVD y cómic, pero no lo hacíamos bien y lo dejamos.

¿Y la crisis?

Nos afecta la crisis, claro, pero sobre todo una cuestión.

¿Cuál?

Que la novela negra se pusiera de moda, desde la fiebre nórdica. Antes los espacios de las librerías generalistas y de las grandes superficies no tenían casi espacio para estas novelas, ahora . A nosotros nos siguen viniendo a buscar aquellas cosas que no encuentran en las librerías del centro, porque somos una librería con fondo sobre autores del género.

No lo entiendo… ¿la gran demanda les perjudica?

Cada vez más esta sociedad está compuesta por consumidores y no por ciudadanos, y eso a nosotros nos perjudica.

¿Por qué?

Nos va mal porque el consumidor compra allá donde se encuentra y le es más fácil. La última novela de Eduardo Padura, “Herejes”, se puede comprar en el aeropuerto o en una gran superficie. El ciudadano tiene un hábito de compra diferente, le gusta que le aconsejen y si descubre por casualidad un autor, sigamos con Padura, le gusta conocer más cosas de este autor. Nosotros tenemos, por ejemplo, todas las novelas de Padura, entre otros autores.

¿Se añaden nuevos lectores al género?

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Paco Camarasa. Foto: Francesc Sans

Nosotros tenemos unas 90 personas en los clubs de lectura, que vienen cada mes. Y clientes que repiten, pero no podemos decir que hay nuevas generaciones de lectores. No si en el libro electrónico hay nuevos lectores, pero por lo que yo conozco, tanto en los clubs de lectura de las bibliotecas públicas y librerías, es difícil encontrar jóvenes lectores.

¿Quiénes son sus cómplices?

Ja, ja, ja… “Cómplices” es un club de amigos de la librería que nos permite sobrevivir. Es como una especie de minimecenazgo. Damos un carné que, en realidad, sirve para poco. Estuvimos a punto de cerrar y escribimos un manifiesto que se titulaba: “Nos hemos quedado sin balas y queremos  seguir disparando”. Las ventas habían bajado mucho, sobre todo las institucionales, las bibliotecas públicas no compraban, las de la Generalitat no si compraban, pero que no pagaban. Pedimos ayuda y eso es el club “Cómplices”, amigos y clientes que pagan una cuota de 10 € mensuales para que la librería siga abierta. Tenemos “Cómplices” en Nueva York, Buenos Aires, México… Nosotros tenemos sueldo de libreros, no nos imputarán por sobresueldos en consejos de administración y esas cosas.

¿El futuro de la feria literaria BCNegra está garantizado?

BCNegra ya ha pasado por cuatro concejales distintos, lo cual es importante. Y hemos sufrido incluso un cambio de administración, en la cual estuvimos a punto de desaparecer como feria. Yo creo que se ha consolidado, las editoriales están contentas, y a la ciudad le salimos baratos.

¿Por qué hay tan poca novela negra sobre el franquismo y los casos de corrupción actual en España?

, la novela negra española está llegando tarde a estos casos. En Francia, por ejemplo, Dominique Manotti te habla de los tejemanejes de Sarkozy en las últimas elecciones, con las nucleares detrás. Esta semana vendrá a la librería un mexicano,  Jorge Zepeda, con una novela de título muy actual: “Los corruptores”, porque para que haya corruptos, tiene que haber corruptores… Y hoy sale en la prensa que las donaciones de las grandes empresas y bancos a los partidos españoles no van a ser investigadas por la fiscalía. Tampoco, en Barcelona, hay novelas sobre el Liceo y su historia negra daría para muchas novelas.

¿Y la ETA?

Sí, hay muy pocas novelas sobre la ETA y la situación en el País Vasco. Ahora la ciudad de Bilbao empieza a ser un escenario de género, cuando parece que se ha normalizado una situación. Las novelas de Jon Arretxe, Javier Abasolo…, hay más novelas ahora que hace 20 años, cuando había más cosas que explicar. Una curiosidad, la escena más brutal de torturas a un etarra la encontramos en una novela de dos catalanes: Andreu Martín y Carlos Quílez, en “Asalto a la Virreina”. El origen de los GAL, no lo he leído más que en “Piel de policía” de los mismos autores. Falta una tradición de novela que hable del país o de una realidad concreta. Todos nos hicimos muy modernos con la salida de la dictadura y despreciamos la novela de género.

Dejamos a Paco Camarasa cuando las calles de la Barceloneta comenzaban a abarrotarse de turistas y el aire se llenaba con los  aromas de las paellas y los mariscos que se cocinaban en los restaurantes del barrio. Prometimos volver. Al final el tipo nos cayó bien, y además todos los sábados a las 13:00 h en la librería se pueden degustar mejillones y vino por cuenta de la casa, y no hay catalán que se precie que diga que no a una invitación.

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