“En octubre de 1974, Georges Perec se instaló durante tres días seguidos en la plaza Saint-Sulpice de París. En distintos momentos del día anotó todo lo que veía: los acontecimientos cotidianos de la calle, la gente, los vehículos, los animales, las nubes, el paso del tiempo. Hizo listados de todos aquellos hechos más insignificantes de la vida cotidiana. En definitiva, nada, o casi nada.”

Un libro insólito y raro como su propio autor, una especie de inventario de lo que pasa cuando no pasa nada, o aparentemente no pasa nada. Un texto desprovisto, a propósito, de todo artificio literario y que recoge, más que narrar, cosas como estas.

“Ahora estoy en el Fontaine Sain-Sulpice, sentado de modo que doy la espalda a la plaza: los coches y las gentes que va descubriendo mi mirada vienen de la plaza o bien se apresuran a cruzar (a excepción de los pocos peatones que puedan venir de la Rue Bonaparte).

Han pasado algunas abuelas enguantadas empujando sus cochecitos.

Se está preparando el Día Nacional de la Tercera edad. Ha entrado una señora de 83 años, ha presentado su cachorro al dueño de la cafetería, pero ha vuelto a salir sin dejar que lo cojamos en brazos. (…)

París-Visión: un autocar de dos pisos, bastante lleno.

Son las cuatro y cinco. Cansancio en los ojos. Cansancio en las palabras…”

Todo escritor es un voyeurque mira la realidad a través de un objetivo fotográfico simbólico, y Georges Perec escenificó esa imagen de voyeur durante los tres días que estuvo en esa plaza parisina. Lo que hubiera dado yo por fotografiar a Perec en su papel de notario, sería como el observador observado, situación que me recuerda a las historias de la artista conceptual Sophie Calle cuyas obras han inspirado al escritor Paul Auster, ya saben, el detective que cree vigilar a alguien cuando es él el vigilado. En fin, una obra curiosa que ahora ha publicado Gustavo Gili con traducción de Maurici Pla y un interesante diseño gráfico de Toni Cabré.

Georges Perec (París, 1936 – Ivry-sur-Seine, 1982) está considerado como una de las figuras preeminentes de la literatura de la segunda mitad del siglo XX. Publicó su primera novela, Las cosas, en 1965, que rápidamente cosechó un gran éxito y le valió ser galardonada con el premio Renaudot. Dos años después, Perec se unió al OuLiPo, el Taller de Literatura Potencial que había sido creado en 1961 por Raymond Queneau y por el matemático Le Lionnais. En 1978 publicó La vida, instrucciones de uso, cuyo éxito lo consagró como autor y le permitió abandonar su trabajo de archivero para dedicarse de lleno a la literatura.

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