Hace diez años salía al mercado el primer Iphone, un dispositivo que pocos podrían haber imaginado que cambiaría la sociedad de una forma tan radical como lo ha hecho. Hoy, España es líder mundial en cuota de penetración de Smartphone. Organismos internacionales han alertado de los múltiples riesgos que comportan las radiaciones emitidas por las nuevas tecnologías, pero no parece que su uso vaya a disminuir. En estos días en qué Barcelona acoge el Mobile World Congress, estas preocupaciones vuelven a ser tema central de debate. De ello hablamos con Pere León, arquitecto y geobiólogo experto en salud geoambiental.

Pere León estaba al mando de un estudio de arquitectura en Sabadell antes de descubrir la geobiología, la ciencia que estudia el impacto que las energías provocadas por la tierra tienen en el ser humano. Cuando su familia empezó a tener problemas de sueño, comprobó de su propia mano las radiaciones naturales eran la causa, y que además también pueden ser muy perjudiciales las radiaciones artificiales, provocadas por las nuevas tecnologías. Desde entonces, en 2006, volcó todo su trabajo a esta nueva disciplina, y nació Habitat Salut, Espais Saludables, con el objetivo de ‘’analizar, proponer y proyectar soluciones y proyectos para adecuar un espacio para que sea biótico, es decir, apto para la vida’’. Además, Pere León es también el autor de dos libros, La buena onda (Grijalbo, 2013) y Vivir en modo avión (Urano, 2015), y está trabajando en el tercero.

 ¿Cómo nos afecta la tecnología físicamente?

La OMS dijo en el año 2011 que las ondas de alta frecuencia, conocidas como radiaciones de telefonía, eran posibles cancerígenas, pero no ha habido ratificación, hay un debate en la sociedad. Sabemos que la presencia de campos magnéticos es un potenciador que triplica o cuadriplica la posibilidad de sufrir una leucemia, y que las radiaciones de campo eléctrico alteran el ritmo circadiano [ciclo biológico regulador del sueño y la vigilia]. Una persona está definida por tres áreas, la genética, que representa el 25%, y de la cual forma parte la predisposición a sufrir enfermedades; el estilo de vida, que representa el 45%, y el tercero, que es el sueño, con un 30%. Todo empieza con el sueño. Cuando vamos a dormir tenemos que darle cuerda a nuestro reloj biológico, y para hacerlo bien tenemos que dormir siempre ocho horas, que la temperatura y el lugar sean los adecuados, y sobretodo no mirar pantallas antes de ir a dormir porque rompen la producción de melatonina, que regula el sueño.

El perfil de cliente que tenemos en Habitat Salut es aquella persona que después de haber vivido X años en un sitio donde ha dormido sin problemas, se va a otro sitio y empieza a dormir mal. Aprieta los dientes, se despierta a media noche, está muy cansada, se levanta con dolores articulares y de cabeza, está triste, irritable, o depresiva. Entonces lo que hacemos nosotros es analizar, proponer y proyectar soluciones y proyectos para adecuar espacios para que sean bióticos, aptos para la vida.

Centrémonos en los dispositivos tecnológicos

Hay campos magnéticos que pueden venir provocados por un radiodespertador enchufado a la corriente, y un Smartphone que tienes al lado de la mesita de noche tiene doble vertiente, porque por un lado está también enchufado y por tanto genera un campo eléctrico y magnético, y por otro el teléfono, si además tiene los datos activados, está emitiendo ondas que son perjudiciales. Así, la propuesta saludable es, no duermas con el móvil al lado.

¿Qué hay de las tabletas y los routers?

Con las tabletas estamos en las mismas que con los Smartphone, y con los routers, que pueden transmitir información por cable o de forma inalámbrica, que sería el wifi, la proximidad del aparato, la intensidad y la modulación pueden afectarte. Hace poco me encontré con dos niños de 7 y 8 años que se meaban en la cama, y vimos que al otro lado de la pared había un router. Lo apagamos y dejaron de hacerlo. No es el primer caso así con el que me encuentro, pero esto no significa que todos reaccionen igual, porque cada uno expresa diferente sintomatología.

Hoy tenemos unas herramientas muy buenas para saber si un dispositivo nos afecta o no, pero cuando no tenemos esta certeza está el principio de precaución y el sentido común. Es de sentido común que no debemos dormir con un móvil al lado de la cabeza. Un neurólogo me dijo que había encontrado jóvenes al borde del derrame cerebral por culpa de esto, además de que si no duermen acabarán petando. Donde dormir para no morir, este es el título de mi próximo libro, que está en proceso.

¿Son los niños los más afectados?

Sí, y las personas mayores, porqué son los más vulnerables. El impacto de las radiaciones funciona como detonante de enfermedades. Los niños están en un proceso de crecimiento brutal, y su sistema inmune es muy potente pero a la vez van a una velocidad estrepitosa. Cuando a un niño le diagnostican cáncer las células cancerígenas van a toda velocidad. En cuanto al efecto de los campos electromagnéticos, los niños tienen la corteza cerebral mucho más delgada y permeable, por lo que les afecta más, y a las personas mayores también, porque tienen menos resistencia y aguantan mucho menos los cambios.

¿Los nuevos dispositivos tecnológicos son más perjudiciales que los de antes?

Sí, los de antes eran inofensivos. Uno de los problemas más graves ha sido que con la aparición de la telefonía móvil y el wifi la tecnología se ha vuelto inalámbrica. Mientras que la longitud de onda que utiliza una antena de TV para transmitir un mensaje es sinuosa y abarca muchos kilómetros, aunque lleva poca información, cuando la información que queremos dar contiene muchos datos, la onda es mucho más delgada y picada, que es el caso del wifi, y entonces el problema es que llevan mucha información pero en la distancia el lenguaje se disipa, por lo que a cuatro o cinco metros se empieza a perder efectividad. Es como si dos personas hablan en el mismo idioma y en el mismo sitio, se establece comunicación bidireccional sin dificultad, pero si hay una gran distancia, que sería una menor longitud de onda, hay que gritar, y entonces se recorre a la modulación para conseguir transmitir una mayor cantidad de datos a mayor distancia.

Además, en este país tenemos un problema con las antenas de telefonía que es legislativo. En Catalunya están emitiendo a 21.000 microvatios (µW), y en España a 40.000, y tenemos que estar gritando para que todo el mundo lo oiga, pero si estamos cerca es inaguantable, mientras que en países como Austria no está permitido que la modulación de las antenas sea mayor a 100 µW, pero hay muchísimas, en cada tejado. En otros como Francia, Bélgica, Luxemburgo o Inglaterra el wifi ha sido eliminado de las bibliotecas y las escuelas públicas, en cambio aquí lo están implantando cada vez más. Si ponen una wifi sola y la tengo lejos, no pasa nada, pero si hay muchas repartidas y a mucha intensidad, es preocupante.

 ¿Qué significa ‘vivir en modo avión’, el título de tu último libro?

Es una filosofía de vida, aprender a saber aparcar las nuevas tecnologías para reconectar contigo mismo. Es tener el móvil en silencio cuando hablo con alguien, y estar solamente por esta persona, es estar pendiente de lo que pasa a nuestro alrededor, porque muchas veces estamos con el móvil y no sabemos ni como le ha ido el día a nuestra pareja o a nuestros padres. Nos estamos perdiendo muchas cosas.

Una de las cosas que con la juventud de hoy en día se ha perdido es la esencia de la comunicación. Tengo dos hijos adolescentes que están todo el día delante de la maquinita, enviando WhatsApp, y se reúnen y juegan en la tableta no sé cuántas horas. Es la mobofobia, llegar a unos niveles de dependencia de ‘’córtame una mano antes que me saquen el móvil’’, de ataques de pánico si se lo quitan. Y esto necesita una limitación, mis hijos tienen prohibidísimo llevarse el móvil a la habitación. Hay un mínimo de normas de higiene a nivel electromagnético que se tendrían que cumplir, hay que saber cortar. Yo cuando llego a casa pongo el móvil en modo avión.

La llegada de los Smartphone es un fenómeno relativamente nuevo. ¿Aún no hemos aprendido a hacer un buen uso?

No hacemos un buen uso, hacemos un uso excesivo. Cuando compras un móvil, las instrucciones del fabricante recomiendan que utilices los auriculares para hablar, y que no te pongas el teléfono en la oreja más de dos minutos. Si no lo haces es tu responsabilidad. Nokia encargó un estudio sobre los efectos de los móviles y luego no quisieron publicarlo. Hay unos 2000 estudios de Bioinitiative.org, de médicos y científicos de alrededor del mundo que hablan de la influencia de los campos electromagnéticos vinculados al cáncer, el CREAL dijo que había muchos indicios de que el campo electromagnético fuera causa de posibles tumores cerebrales, el Colegio de Oftalmólogos ha dicho que las pantallas retro iluminadas de las tabletas matan células retinoicas, y nadie los escucha. Y hasta que no haya pasado más tiempo y haya habido víctimas esto no cambiará. ¿Cuántos años tardaron a decirnos que el tabaco era cancerígeno, que los rayos ultraviolados de las camas de bronceado provocan cáncer de piel? El alcohol es una droga permitida y legal pero todos sabemos que beber mucho puede acabar con nuestra salud. Yo creo que el secreto está en la dosis, más que en el tiempo. La electrosensibilidad es la enfermedad del siglo XXI, hoy en día todos somos electrosensibles porque nos afectan los campos electromagnéticos, pero lo que cuesta es identificar ese efecto. Hay personas que tienen dolor de cabeza, mareos, agotamiento, cefaleas, micciones, pero como se muestran con síntomas que se mezclan con estados de ánimo, cuesta identificarlo.

 En Espais Saludables también hacéis análisis de radiaciones naturales, a parte de las originadas por la tecnología. ¿En qué consisten?

Son las originarias provocadas por la tierra. La tierra tiene un núcleo ferroso que es magnético y que extiende unas líneas de fuerza. Dentro del subsuelo hay materiales que son ferrosos y que por este magnetismo, son lugares altamente energéticos. Hay personas que se ven muy afectadas, las radiaciones naturales las debilitan y les atacan el sistema inmune, pero lo más frecuente son las geopatías, las enfermedades provocadas por la tierra, por aguas subterráneas que circulan a mucha velocidad y que acostumbran a estar muy profundas. La fricción del agua con la tierra produce ionización (diferencia de potencial eléctrico) y esto altera la producción de melatonina de la glándula pineal de la persona que esté durmiendo, de forma que todos los procesos biológicos que debería hacer durante la noche no los hace, y acaba enfermando. Si estás de seis a ocho años en una geopatía tienes muchos números de acabar con cáncer. Mi estadística son 3000 estudios, 12.000 camas vistas y 875 casos de cáncer. Cuando llegue a los 5000 estudios voy a publicarla, espero tardar unos tres años.

¿El cáncer es el tipo de enfermedad que más se detecta en estos casos?

Sí, porque es la consecuencia de que el sistema inmune no pueda luchar contra las agresiones. Somos máquinas perfectas, y estamos fabricados para autorepararnos. Cuando estamos durmiendo no solo dormimos, también nos reparamos, nos damos cuerda, por eso es muy importante que sean ocho horas de calidad. Hay personas que cuando mueren se sabe, mediante autopsia, que han sufrido uno o dos o tres canceres, pero su organismo ha podido luchar contra ellos. Pero cuando una persona duerme mucho tiempo en un lugar inmunodepresivo, ya sea por radiaciones naturales o artificiales, y está sometida a un estrés continuo, llega un momento que ya no aguanta más. Me he encontrado con que entre el 50% y el 60% de los cánceres que hemos detectado podrían haberse evitado.

¿Cuáles son los peores casos con los que te has encontrado?

Hay muchos. Que tres personas hayan muerto de cáncer en el mismo lugar, tener que hacer siete veces un estudio en la misma casa, que haya parejas que no consigan quedarse embarazadas o que hayan tenido abortamientos, y les mueves la cama de lugar y lo consiguen… En ciudades como Aiguafreda habré hecho más de ochenta estudios, y Andorra también es un país cáncer porque hay muchas vetas de agua.

¿Cómo es el proceso desde que detectas una radiación natural?

Normalmente lo hacemos a sensibilidad personal, con radiestesia, con varillas o con un péndulo, y cuando hacemos un terreno donde no hay campos eléctricos alrededor, voy con un geomagnetómetro, un aparato muy complicado y muy lento que mide la diferencia de potencial eléctrico de la tierra. Y entonces hacemos un test de quiniesología in situ con un testimonio.

Cuando detecto que una persona está en geopatía, con un sistema inmune muy bajo, la acompaño a hacerse un test médico, yo colaboro con 17 médicos. Luego se le hace una prueba llamada Electroacupuntura de Voll y una Bioimpedancia para ver qué partes de su cuerpo están afectadas. La máquina utilizada para este proceso, que está en muy pocos lugares, permite ver si hay algún bloqueo en algún órgano o alguna falta vitamínica en alguna parte del cuerpo. Entonces se confirma si hay geopatía, el médico da la mediación adecuada, se cambia la ubicación de la cama de la persona y al cabo de un mes o dos vuelve al médico a comprobar si ha habido resultados. Pero así es como me gusta trabajar a mí, porque a veces puedes encontrarte con personas esotéricas.

¿En qué sentido?

Que les ponen a la gente una manta de lana de oveja debajo de la cama y les dicen que eso va a curárselo todo, o utilizan cajas milagrosas, pegatinas, espejos o esculturas de yeso. Chorradas que son tomaduras de pelo y que les cuestan a la gente una auténtica fortuna. Hay personas que han pagado 3000 euros y les han colocado un trozo de madera pintada e impregnada de cera de abeja debajo de la cama, y la persona se lo traga y cree que mejora, pero no lo hace.

Si la práctica está poco extendida, y no se acostumbra a hablar de ella, la gente no la conoce.

Sí que se habla de ella, pocos médicos tienen la máquina de la Electroacupuntura de Voll, que es la única prueba que da evidencia, además de la moraterapia, pero la gran mayoría de osteópatas, acupuntores, homeópatas y kinesiólogos saben verlo, lo que pasa es que, es muy triste pero, si yo soy martillo, solo veo clavos. Si un especialista ve que el paciente no puede dormir, le dará pastillas para dormir, en vez de preguntarle por qué no duerme. Así, los buenos médicos son los que son integrativos, los que tienen una visión mucho más amplia. Muchos médicos no me envían los pacientes hasta que lo han probado absolutamente todo, y luego a remontar y es espectacular. La parte triste de mi trabajo es que ayudas muchísimas personas y no te lo dicen, y los médicos me dicen, ‘’tranquilo, no news, good news’’, pero es que solo me escriben cuando hay algo que no funciona.

¿Cuánto hace que se sabe que hay relación entre el impacto de las radiaciones y nuestra salud?

Desde los años 30, con el doctor alemán Ernst Hartmann y otros, pero que la influencia de la tierra altera la salud de las personas lo saben en China desde la aparición del Feng Shui y también lo sabían los romanos, que cuando tenían que poblar una ciudad dejaban a las ovejas pasturando y construían las casas donde estas se ponían. También las iglesias se edificaban en grandes corrientes de agua, porque como son lugares muy energéticos, conseguían atrapar la atención de la gente.

Entonces, ¿por qué a día de hoy no hay reconocimiento político y no se aplica en la construcción?

En algunos países como Alemania lo hacen, allí es lo más natural del mundo. Como más civilizado y más cultura tiene el país, la práctica está mucho más extendida. Nosotros, por desgracia, estamos en un país de lerdos, solo hay que ver quien nos gobierna, y desde fuera nos preguntan que qué nos pasa, que cómo puede ser que coloquemos más wifis y que los coches contaminen más que nunca, que no podamos poner placas solares y ser autosuficientes cuando somos el país con más sol de Europa. Y no podemos desconectarnos de la red eléctrica porque hay un monopolio.

En el sistema médico actual hay un médico por cada 5000 habitantes, y ¿cómo va a atender bien un hombre, por mucha voluntad que tenga, con cinco minutos por paciente? Y al final acaban yendo a médicos particulares solo los que tienen poder adquisitivo. Nosotros nos encontramos con tres conflictos: el poder adquisitivo, el nivel cultural y el médico integrativo. Todo el colectivo de personas que atiendo tiene un nivel económico y cultural elevado, con una amplitud de miras muy grande, que entiende estas cosas. Si vas a los que tienen un nivel cultural más bajo, que por desgracia es el 70% de la población, no lo entienden, dicen que esto son chorradas y que no se lo creen.

Tú mismo fuiste reacio al principio. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

Sí, no me lo creía. Mis hijos y mi mujer dormían mal. Cuando movimos la cama de mis hijos, empezaron a dormir muy bien, pero aun no me lo creía, y entonces me puse a dormir en un lugar geopático, durante un año, y empecé a sufrirlo yo. En 2006 cerré mi actividad de arquitectura, en este despacho pasamos de 14 trabajadores a los cinco de ahora, para dedicarme solo a esto.

¿Por tanto la única forma es ver para creer?

Por desgracia sí. En mi trabajo dedico cerca de un 75% en pedagogía, y el resto en práctica.

(Sabadell, 1995). Estudió Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona y escribe sobre cultura, género y política. Actualmente, trabaja como escritora, traductora y Community Manager "freelance".

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