Cuando en 2003 en España salimos a la calle bajo la pancarta de «No a la guerra», entendíamos que estábamos en contra de la presencia, el compromiso y la participación de nuestro país en una guerra que considerábamos injusta e ilegal. Cuando en 1971, en EEUU, se manifestaban contra la guerra, lo hacían contra la participación de su país en una contienda que entendían igualmente que era injusta e ilegal.

Supongamos ahora una manifestación en 1936 en Francia frente a la Embajada española en París bajo una consigna igual. «No a la guerra». Entendemos que se refieren a la guerra civil española, que les pilla precisamente al lado. Pero, ¿qué quieren decir con una pancarta de «no a la guerra»? ¿que cesen las bombas y los disparos? Bueno, esto también lo habrían suscrito Franco y Líster, pero con un objetivo de España diametralmente opuesto.

Es diferente si estás pidiendo que las tropas fascistas de Franco renuncien a su objetivo de derrocar al Gobierno o si estás proponiendo que el Gobierno republicano cese de resistir ante los sublevados. O quizá defiendes ayudar al legítimo Gobierno de la república española y que se le vendan armas para defenderse. Aunque, en este caso, no parece que la consigna más acertada fuese «No a la guerra». O quizás sí. No lo sé.

Ahora, en el conflicto de Ucrania, vuelve a haber manifestaciones bajo el grito de «No a la guerra». Las que se produzcan en Rusia, al igual que las de entonces en España o en EEUU, parece claro que indican su oposición al protagonismo de su país y su Gobierno en ese conflicto. Pero, ¿y las de España? ¿Qué quiere decir ahora «no a la guerra» si entendemos que nuestro país no está participando en ella? ¿Cómo propone parar una guerra en la que su Gobierno no forma parte?

Algunos me dirán que exigen que Rusia deje de disparar y se retire. Es decir, nos estamos posicionando en un conflicto diciendo quién debe rendirse. Pero entonces, quienes piensan que Ucrania debe aceptar las condiciones de rendición de Rusia también quieren «no a la guerra».

Otros de los «No a la guerra» se molestan si sacas a colación a la OTAN como responsable de la situación o gritas «No a la OTAN». Dicen que en este conflicto la OTAN no está teniendo ningún papel, según señalan, es solo una «invasión» de Rusia a Ucrania. Pero no es así, independiente de tu opinión sobre el comportamiento de Rusia, todos sabemos que la ampliación de la OTAN hacia el Este y las intenciones de ingreso de Ucrania en la Alianza están en el centro del conflicto. Decir que la OTAN no está presente porque no está disparando es como decir que el coltán o los diamantes no estaban presentes en las guerras de los Grandes Lagos porque no disparaban, pero todos sabíamos que ese era el motivo. De hecho Rusia ha dicho que si Ucrania se declara neutral y se compromete a no entrar en la OTAN se acaba el conflicto.

Algunos países como Alemania, Reino Unido o Países Bajos y ahora también la UE, han enviado o anunciado que van a mandar armas a Ucrania. Pero eso precisamente no es un «No a la guerra». Por tanto, habrá que decirles también algo de «No a la guerra» a esos gobiernos. O quizás algunos de los «no a la guerra» lo que quieren son más armas para Ucrania, paradójicamente.

De hecho, he oído en un informativo, textualmente, que los manifestantes gritaban «no a la guerra y pedían ayuda a los países de la OTAN». Los países de la OTAN, lo que tienen en común es pertenecer a una organización militar, pedirles ayuda es decir que intervenga la OTAN. Otra interpretación algo extraña de «No a la guerra».

En conclusión, la afirmación genérica «No a la guerra» no tiene sentido si no reconoces que te diriges a un determinado actor pidiendo que renuncie y se salga del conflicto (o se rinda).

Incluso el 27 de febrero, Javier Solana, exsecretario general de la OTAN, ponía un tuit que se limitaba a una foto de un niño orinándole a un tanque. Supongo que era su modo metafórico de decir «No a la guerra», porque escribirlo de forma literal no era muy creíble en un exsecretario general de la OTAN.

Es como cuando se dice que estás «en contra de cualquier violencia, venga de donde venga». Alfonso Sastre lo explicaba muy bien. No es verdad, todos estamos de acuerdo en la violencia para detener a un violador o en la del guardia jurado que impide el atraco a un banco. La discusión es sobre quién está legitimado para ejercer la violencia y en qué circunstancias.

Del mismo modo, si en la guerra no está tu país, cuando dices «No a la guerra» debes decir qué actor quieres que se rinda y cuál debe ganar. Si encima apoyas medidas armadas para que tu «favorito» gane pues, evidentemente, no estás pidiendo «No a la guerra», estás pidiendo que acabe la guerra y ganen los tuyos.

*Publicado originalmente en sputniknews.com

Valencia (1964). Periodista independiente. Corresponsal en América Latina y Oriente Próximo. Uno de los fundadores en 1996 de la web rebelion.org. Colaborador habitual de Le Monde Diplomatique, Eldiario.es, Público,La Jiribilla, Mundo Obrero o Sputnik, entre muchos otros.

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