[Viene del Capítulo VIII – La inteligencia de La Habana] Sin embargo, cuando se marcharon los robots extraterrestres, la Globalización se hizo comunista y decidió ejercer un bloqueo sobre Cuba que quedó confinada como uno de los únicos países capitalistas de todo el planeta. Es más, en Occidente se catalogó como delito hablar del pasado capitalista de nuestra civilización. Mi marido y yo nos dimos cuenta pronto que el nuevo sistema era incluso peor que el anterior, y que teníamos que vivir al margen de ambos mundos. La razón estaba clara, en los dos sistemas se perdió la libertad individual.
En efecto, ya que no parecía haber solución para el problema de la política, nos centramos en buscar un paraíso en el retirarnos a vivir felices lo que nos restaba de vida. Queríamos turismo de calidad. Entonces decidimos poner rumbo hacia unas islas más afortunadas. Por eso nos escondimos con la nave Costaguana en el puerto espacial de Las Palmas de Gran Canaria.
No obstante, nada más llegar había algo en aquel lugar que hablaba muy bien de España. Las islas Canarias eran igual de bellas que Cuba y además carecían de la miseria y de la corrupción de la mayor de las Antillas. Tal vez por eso ahora todo parecía estar bien cuando miraba por la ventana de aquel apartamento de lujo. Aquel lugar era maravilloso y parecía estar diseñado para ser feliz. Sin embargo, todavía quedaba algo por resolver. Es más, en ese momento llamaron a la puerta. Un escalofrío me recorrió la espina dorsal ¿Era la policía? ¿Unos sicarios que había enviado el jefe de Rick para matarnos a los dos? Miré por la mirilla. Eran dos hombres vestidos de negro con gafas oscuras. Aquello pintaba realmente mal. En ese momento ni siquiera sabía si podía fiarme de Rick. Lo dejé que siguiera durmiendo y decidí que debía afrontar sola la situación.
―Venimos a cobrar por nuestros servicios. Queremos nuestro dinero―dijo uno de los hombres de negro.
―¿Habéis terminado el trabajo?―les pregunté.
―Sí. Aprovechando la brutalidad de la policía hemos organizado una revuelta contra el racismo en la Globalización. Nosotros cumplimos el encargo. En ese contexto filtramos los documentos sobre La Corporación. En efecto, hemos derrocado del Gobierno al señor Wagner con las pruebas que nos dieron ustedes sobre su participación en el escándalo del turismo de sangre y de la isla de las orgías. —respondió el otro de los hombres de negro.
―¿Sois sicarios? ―les pregunté.
―En absoluto. Nos contrató Rick. Pertenecemos a una organización secreta llamada Anonymous―respondió el otro.
Al poco tiempo apareció Cortés bostezando y con un maletín en el que estaba la segunda parte del pago. El pago que les ofrecimos era una pequeña parte de todo el dinero que nos habían reportado las esmeraldas del galeón español Nuestra Señora de Atocha.
―Está todo bien. Hemos quedado en paz.―dijo el hombre de negro y luego se marcharon.
Al poco tiempo Rick se despertó y se acercó para besarme.
―Entonces… Dime algo… ¿Tu jefe te mandó para matarme?―le pregunté a Rick.
―Sí, lo hizo, pero me enamoré de ti.―respondió.
Tuvimos mucha suerte porque Rick tenía unos grandes ahorros de su vida anterior. Derrocado el Gobierno del señor Wagner, a partir de entonces ambos podríamos vivir con la conciencia tranquila y en paz.
Unos años después, mientras tenía a nuestro bebé entre mis brazos, me di cuenta de que no quería él pasara por todo lo que había pasado yo. Estábamos en una remota isla de la Polinesia francesa y yo acaba de escribir un libro. Un libro que acababa de guardar en una caja y algún día leería mi hijo. De hecho, cuando abriera la caja, encontraría también una pistola, era la pistola de Meyer Lansky. Junto a ella había una nota que estaba escrita por Rick con su puño y letra. Decía así:
Si algún día quieres integrarte en la civilización humana, llévate contigo esta pistola, la encontré yo en algún renglón de la historia y te aseguro que perteneció a un gánster hace mucho tiempo en un lugar muy lejano. Espero que no te haga falta. Pero guárdala por si algún día tienes que usarla, pues todos los hombres son sicarios en potencia y pertenecen a una especie a la que le gusta matarse a sí misma y que no sabe aprender del pasado.
*FIN*
Escritor sevillano finalista del premio Azorín 2014. Ha publicado en diferentes revistas como Culturamas, Eñe, Visor, etc. Sus libros son: 'La invención de los gigantes' (Bucéfalo 2016); 'Literatura tridimensional' (Adarve 2018); 'Sócrates no vino a España' (Samarcanda 2018); 'La república del fin del mundo' (Tandaia 2018) y 'La bodeguita de Hemingway'.