A la espera de los pases finales de la sección oficial en los que se apuntan algunas buenas intenciones y propuestas y deseando encontrar todavía la “gran película”, la parte central del festival ha entrado en una zona llana de interés muy limitado, con películas que no molestan pero tampoco enganchan. De hecho, salvo el relato contundente y sostenido hacia la demolición de 45 years, ninguna de las películas a concurso vistas hasta ahora me ha conseguido agarrar a la butaca.

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LO MEJOR.- L’arteria invisible, de Pere Vilá, la apuesta más arriesgada de este festival hasta la fecha y, por lo tanto, la peor acogida por el público, poco dado al ritmo lento en el que suelen ocurrir las cosas de la vida cotidiana y lo profundo que llega a ser el agujero que provoca la carcoma de la decepción. El matrimonio formado por Alex Brandemuhl y Nora Navas se encuentra en un punto muerto destinado a la extinción. Los planos en los que los personajes se encuentran distancian a todos ellos, o no se miran cara a cara o quedan arrinconados por puertas y pasillos. L’arteria invisible es la que nos une a aquello que no podemos conseguir, al hijo que quería haber tenido un padre, a la mujer que querría ser madre, al hombre que quería ser alcalde y no quiere ser padre ni hermano. Dos parejas relacionadas por hechos poco confesables, cuatro personajes dispuestos a inmolarse haciendo daño a los demás. Nuestra crisis, todavía presente por mucho tiempo, como telón de fondo que ayuda a destrozar a las personas. Hay profundidad y riesgo en la propuesta del director catalán, como la había previamente en su anterior La lapidación de Saint Etiénne, el riesgo es de agradecer en un festival de cine, acostumbrados a asumir historias lineales y masticables sin esfuerzo. Un poco de aspereza y contención a la hora de plantear los temas y las soluciones se agradece, aunque sea con aspereza, con frialdad, con daño, con figuras paternas absolutamente despreciables o poco recomendables, ejemplos que se trasladan a hijos que tampoco serán capaces de asumir sus decepciones, un poco menos extensa en su narración hubiera mejorado la percepción final (70/100).

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INEXPLICABLE.- La fidelidad del festival con la directora india Deepa Mehta me resulta inexplicable. Sus historias de amores, de misoginia en la India, me han interesado muy poco y me desenganchan muy pronto. Ahora ha optado por pasarse al “noir” con toques de Bollywood. La realización es fea, la interpretación mediocre, las situaciones “basadas en hechos reales” inverosímiles. Trata de trasladar a las calles de Vancouver las guerras mafiosas entre dos clanes indio-canadienses. Uno puede querer parecerse a Scorsese y Tarantino mezclados con Johnny To pero puede quedarse en un simple pastiche de colorido hindú sin sustancia y sin atractivo, eso es lo que me pasa con los gangsters de “Beeba Boys”, un subproducto más televisivo que otra cosa (25/100).

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Otro tanto puede decirse de la israelí “Boda de papel” de Nitzan Giladi, y teniendo en cuenta esos encajes que hacen los festivales para que haya películas de muchos continentes, de todas las religiones, que se mantenga una cuota femenina, que haya alguna comedia, no sería descabellado pensar que esta película quería cumplir con la cuota de presentar una historia de discapacidad a concurso, pero el producto fílmico no debería responder a criterios predeterminados para su selección porque se corre el riesgo de presentar una película mala o muy mala, como esta historia de discapacitada (muy guapa, para hacer atractiva su presencia en imágenes) obsesionada con casarse, con ser independiente y que hace diseños de vestido de novia. No merece muchos más comentarios (32/100).

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CORRECTAS.- Las historias de corrupción rumana de “De ce eu?” de Tudor Giurgiu, uno de los directores rumanos de menor empaque en comparación con los Mungiu, los Puiu, los Poromboiu, Serban… la continua obsesión de la Seminci por traer cine del este de Europa pero no de los directores de campanillas, una historia de corrupción en el sistema judicial y político de un país que accedió a la Unión Europea sin exigencia de depuración alguna, como ocurre con la formalmente correcta pero sin mayor trascendencia que la producción hispano-lituana “La adopción” de Daniela Fejerman, películas en el fondo correctas pero que no suponen ningún riesgo, ninguna aventura formal, ninguna posibilidad de sorpresa, cine de “no autor”, cine convencional, películas que contienen momentos de interés y muchos altibajos en su desarrollo (50/100).

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LO MEDIOCRE.- En la Seminci solemos acoger a los Kaurismaki, la parte mala de la noticia es que quien suele venir es Mika y no Aki. Esta “The girl King”, una revisión del personaje histórico de la reina Cristina resulta tan insustancial y tan plana que uno sale de la proyección con ganas de volver a ver a Greta Garbo vestida de negro y con pantalones. El pretendido preciosismo de las imágenes, el diseño de vestuario y la iluminación para que te fijes en ello se rodea del más absoluto vacío. Intentando presentar a la reina como un personaje complejo, llena de frases inteligentes e ideas brillantes, termina pareciendo poseer con la complejidad mental de una almeja y hace de Descartes una especie de mercachifle vendedor de elixiris milagrosos. Muy mala elección para homenajear al país invitado este año en la Seminci, Finlandia. (37/100)

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