El Cambridge Advanced Learner’s Dictionary, conocido popularmente como el diccionario de Cambridge, al igual que otras obras de consulta, está permanentemente revisando sus definiciones para que sean lo más exactas posible. Sin embargo, en el contexto social actual, donde una cabra es un gallo y un gallo un parasol, vocablos que creíamos tener más o menos claros pasan a ser confusos. Es el caso del término «mujer», que por definición, según la RAE, es «persona del sexo femenino».
No obstante, a las mentes privilegiadas de Cambridge esta definición les parece demasiado escueta, excluyente y, sobre todo, poco imaginativa. Por eso, desde hace unos días han propuesto una nueva tesis. Mujer es ahora «un adulto que vive y se identifica como mujer, aunque se le haya dicho que tiene un sexo diferente al nacer». Bien. Parece obvio que los británicos han querido contextualizar el significado de «mujer» a partir de una influencia ideológica que en realidad no se ajusta a la verdad por meras razones empíricas.
No estamos hablando de transfobia, ya que, la definición habla de «un adulto que se identifica como mujer aunque tenga un sexo diferente». Es decir, cualquier adulto, ya sea de sexo masculino o femenino, sin necesidad de haber pasado un proceso de transición, puede identificarse como mujer. Eso va más allá de lo que conocemos por ideología de género -en la que, razonablemente, entran en conflicto diversas corrientes feministas- y se adentra en el universo alucinógeno woke.
Estas líneas no pretenden ahondar en esta especie de religión cesarista, básicamente por pereza, la falta de alcohol de alta graduación y nuestro compromiso de mantener las mentes de nuestros lectores lo más asépticas posible. De hecho, para nosotros wok continuará siendo esa sartén que usan los asiáticos para saltear los alimentos. Eso sí, en la cocina no queremos parasoles.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.