Continuamos sin tener ni idea de si iremos, o no, a unas nuevas elecciones. La situación es similar a la de hace una semana: todo depende de ERC, y ERC no sabe lo que quiere porque se encuentra inmerso en una batalla interna para decidir qué quieren ser en el futuro. A la vez, la decisión que deben tomar es la decisión de siempre, el ser o no ser de los republicanos. Deben decidir si se abrazan a Junts per Catalunya o si intentan combatirlos. Es decir, deben decidir si apuestan por incidir en la diferencia ideológica que los separa en materia económica y social, o si intentan “ganar” abrazándolos y emprenden conjuntamente un nuevo proceso 2.0.
De alguna manera, el Partido Socialista de Cataluña se empeña en poner las cosas fáciles a los republicanos. La obsesión socialista de ser el gran partido de “centro” de Cataluña a la manera de la antigua CiU hace que cada vez haya más espacio vacío en el centroizquierda de los socialistas. Mientras Pedro Sánchez canta la Internacional en los mítines de campaña, el PSC se alió con VOX, el PP y Junts per Catalunya para tumbar la propuesta de regulación de los precios de los alquileres de temporada. Una ley complementaria a la histórica ley de regulación de los alquileres que iba dirigida a tapar la sangría que está sufriendo el mercado, que desde la aplicación de esta ley un tercio de los pisos han ido a parar al alquiler de temporada. Era lógico que esto pasara, porque los alquileres de temporada no se ven afectados por el tope de precios, y porque al capital no le interesa nada más que sus propios rendimientos (y estos se miden en euros).
A diferencia de sus compañeros de la derecha, que votaron en contra, los socialistas contribuyeron a tumbar la propuesta mediante una abstención cómplice. Se distinguieron así, de forma cosmética, de las fuerzas de derechas que Illa ha criticado tanto. Pero esto no quiere decir que la estrategia socialista no sea coherente. Con una izquierda adormecida, los socialistas deben mantener todos aquellos votos de Ciudadanos que han ido acumulando en los últimos años como partido “constitucionalista” y los votos no independentistas de la antigua CiU. Ramón Espadaler cumple con esta función.
El proyecto de las élites de Barcelona implica convertirse en la gran ciudad de las clases medias-altas propietarias del país. Lo dijo hace tiempo el candidato a la alcaldía del Partido Popular Josep Bou y no iba mal encaminado. Si la tendencia continúa así en Barcelona, dentro de unos años, solo podrá vivir allí quien haya heredado una vivienda (o dos, o cincuenta). El resto serán pisos turísticos al servicio de la economía de los macroeventos. Los socialistas quieren ocupar este espacio —tradicionalmente convergente— que apoya al empresariado del país; pero para hacerlo sin perder muchos votos del cinturón rojo, deben hacerlo de manera silenciosa, sin aspavientos. Por ejemplo, con una abstención “constructiva”.
Pasarela de Louis Vuitton en el Parc Güell
Y mientras la diputación permanente del Parlamento de Cataluña hacía caer una ley pensada para proteger a la mayoría precaria respecto de la minoría propietaria (nacional y transnacional), los mossos d’esquadra cargaban contra los vecinos de la ciudad que se manifestaban frente al Parque Güell denunciando el uso privado de este para realizar una pasarela de Louis Vuitton. Unos días antes, una de las escalinatas del Parque (Patrimonio de la Humanidad desde el año 1984) había sido dañada durante el montaje de la pasarela. El valor simbólico de todo esto es tan fuerte que no se necesitan muchas metáforas. En la era del socialismo Louis Vuitton, las cosas funcionan de esta manera.
*Fuente: https://catalunyaplural.cat/es/socialismo-louis-vuitton-en-el-parc-guell-y-en-el-parlament/