Batlló tose repetidamente, carraspea, da la bienvenida al personal, y una alusión suya al carácter conflictivo del tema del libro que se presenta esta tarde en su librería (la tarde de ayer, un martes de mayo) le hace recordar con gesto melancólico lo decepcionante que resulta siempre para un hombre de izquierdas el hecho de que «la izquierda se pelee con la izquierda».

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Ton Barnils, editor de Edicions Dau, creyó conveniente empezar su intervención aclarando que La Catalunya antifeixista es ante todo el resultado de las investigaciones que el Dr. Josep Antoni Pozo realizó en vistas a su tesis doctoral; una aclaración que resulta interesante no tanto en sí misma sino por cuanto quien la dice es un editor, personaje que no suele sentirse atraído por el aspecto –y tamaño– que de ordinario ofrecen los trabajos de investigación, especialmente las tesis doctorales. Tampoco quiso Barnils ahorrarse la referencia al trabajo de campo que exige una investigación historiográfica de este tipo, la cual debe siempre bucear en archivos esparcidos a lo largo y ancho de nuestra geografía para descubrir quiénes eran el alcalde o el regidor del espacio y momento histórico estudiado. Lo que sin duda quiso decir el editor de Edicions Dau es que con tal raigambre no es casual que leyendo La Catalunya antifeixista se note el peso y la consistencia propios de una auténtica investigación histórica. No estamos pues ante un libro de divulgación, sino ante un estudio crítico que revisa y cuestiona estudios históricos previos.

Por otra parte, La Catalunya antifeixista es un libro de dos, es decir, en él su autor continúa esa línea de investigación cuyos primeros resultados había recogido en Poder legal y poder real en la Cataluña revolucionaria de 1936 (Sevilla 2012).Si este primer libro se ocupaba del momento de hundimiento del Estado en 1936, el segundo quiere centrarse más bien en la recomposición estatal en el año siguiente. A fin de situar correctamente las tesis sostenidas en este último libro, el Dr. Pozo enumeró ante su no tan reducido auditorio los temas principales de su libro, a saber: 1. el surgimiento del poder revolucionario, 2. la relación de este poder con el poder real, 3. el papel de la CNT en el proceso de hundimiento del Estado, así como los mecanismos que luego intervienen en la recomposición del aparato estatal.

Uno de los conceptos que vertebraron la exposición del Dr. Pozo fue el de «comité revolucionario», agrupación que llegó a tener en Cataluña un carácter más representativo que el de los organismos legales del momento; un comité era, pues, una autoridad de facto, si bien no de iure, razón que para el autor de La Catalunya antifeixista aclara la escisión entre, por una parte, el poder real del Comité Central de Milicia (CCM), que controla el aparato policial-militar, y, por otra, el poder meramente nominal del gobierno de la Generalitat. «Sería lo que hoy llamaríamos una invasión de competencias», aclara Josep Antoni Pozo, que no deja de referirse al hecho de que no todos los historiadores aceptarían esta dualidad de poderes por sonarles demasiado «marxista», «bolchevique incluso». Como prueba de la colisión de dos poderes que pisan un mismo terreno el autor citaba el caso del control de paso de ciudadanos en la frontera; «el control por parte del gobierno era algo más ficticio que real, pues los visados y los pasaportes eran controlados realmente por el CCM».

En relación con el papel de la CNT en la formación del nuevo gobierno Pozo dice haber falsado la hipótesis que decía algo así como que la CNT catalana se oponía a cualquier participación en los gobiernos de la República y de la Generalitat; los archivos –sostiene– muestran claramente que fueron los miembros mismos de la CNT los que dieron el primer paso hacia esa participación, de modo que la Constitución del gobierno de J. Tarradellas dejó atrás la escisión mencionada y, con ella, la CCM. Precisamente la disolución de los comités revolucionarios mediante una serie de decretos («cañones contra la revolución») desmanteló los reductos de poder revolucionario a la vez que restablecía los mecanismos del estado mediante –entre otras cosas– la creación de un nuevo cuerpo policial que destruyese todos los cuerpos previos, no solo la Guardia Civil, sino cuerpos cuya expulsión fue sentida por los mismos como un ataque contra cualquier mínima noción de gratitud; de ahí surgió la disidencia, el descontento y la oposición que culminarían en las barricadas y una huelga general.

Especialmente interesante sonaron a nuestros oídos dos declaraciones del autor a propósito de dos preguntas del público. «Estamos en una situación que tiene muchas similitudes con una situación prefascista», decía Pozo; «el desprestigio de políticos e instituciones, junto al hecho de que las soluciones aportadas por un entramado de instituciones europeas que no son democráticas pueden desvelarse ineficaces, deja en el aire la pregunta: ¿qué pasará?»; recuerda asimismo titulares del Boletín de la Conferencia Episcopal de la España de los años 30, y dice que, en efecto, no hay muchas diferencias con el Boletín que se publica a día de hoy; por último, y a raíz de la repetidísima pregunta «¿por qué fracasó la revolución»), el autor del libro que ayer se presentaba en Taifa Llibres (c/Verdi 12), La Catalunya antifeixista, dejó escaparse de sus labios las siguientes palabras: «la revolución no se hizo porque no había revolucionarios que la defendiesen», «la explicación que dice “no se podía hacer de otra manera” es fatalismo histórico».

Según su autor, La Catalunya antifeixista es un libro que pone en cuestión el establishment académico, revisa fuentes que durante largo tiempo no habían sido extraídas de su lecho de polvo, y hace hablar de nuevo a los documentos desde una perspectiva, quizá, un poco más hermenéutica.

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Doctora en Filosofía por la Universidad de Barcelona. Su trabajo de investigación se centra en la hermenéutica de los textos griegos antiguos.

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