El Gobierno español asumirá la cuota de refugiados que le impone la Comisión Europea, convirtiéndose en el tercer país de la Unión en número de acogidos, por detrás de Alemania y Francia. Xavier Masllorens, presidente de Fundipau, una organización que lleva 32 años trabajando por la paz y la cooperación exterior, analiza la repentina sensibilización de los dirigentes europeos en materia de inmigración y las condiciones reales de España como país receptor.
La Fundació per la Pau trabaja desde hace 32 años por la resolución de conflictos bélicos, moviéndose principalmente en una dirección: la formación de una opinión pública crítica y consciente. Su presidente, Xavier Masllorens, nos explica que la organización nació, de hecho, tras llegar a la conclusión- en una charla con uno de los fundadores de Amnistía Internacional– de que la opinión pública es determinante para cambiar el curso de la Historia. “Ahora tenemos un ejemplo: [Angela] Merkel hace dos meses ridiculizaba a una niña refugiada hasta hacerla llorar por televisión y hoy son los propios sirios quienes la toman como salvadora”.
Masllorens reflexiona sobre el giro repentino de muchos dirigentes europeos ante la llegada masiva de refugiados, a raíz de la foto del niño fallecido a orillas de una playa turca que conmocionó al mundo. “Una imagen vale más que mil palabras y ha conseguido modificar la opinión pública porque ha hecho llegar al corazón un mensaje que hasta ahora no había calado, pese a que en el sur de Europa estamos ya hartos de asistir a dramas como este”, advierte el director de Fundipau. “La opinión pública es la que ha hecho cambiar a los gobiernos pero lo que nosotros creemos fundamental es llegar al fondo de las cosas porque sino, lamentablemente, dentro de tres meses veremos que el “overbooking” de recién llegados hará que la opinión pública vuelva a la cerrazón en la que estaba antes”, asegura Masllorens.
Lo primero, entonces, es ir hacia las causas y en la actual crisis migratoria que vive el Viejo Continente- en los últimos seis meses llegaron a sus costas más de 350 mil personas huyendo de las guerras en Medio Oriente y al menos 2.600 murieron en el intento- es la propia Europa la que tiene mucho que revisar acerca de su papel. “En Barcelona hubo en 2001 la manifestación más grande de Europa contra la guerra de Irak. Ese fue un momento culminante de concientización ciudadana pero tendría que haberse continuado cuando efectivamente se produjo la invasión a Irak porque eso tuvo mucho que ver con lo que pasa en Siria y los demás países árabes”, recuerda Masllorens.
“En Irak lo único que ha importado es que el petróleo fluyera libremente hacia Europa. [François] Hollande dice ahora que va a tirar bombas, como si esa fuera la solución, cuando precisamente fue eso lo que nos ha llevado hasta aquí y es lo que, además, ha servido de excusa para que Turquía bombardee a la población kurda. Si no miramos hacia atrás, nunca aprenderemos”, insiste el director de la fundación catalana. “Los problemas no se solucionan con bombas sino hablando hasta la extenuación”.
En ese proceso de diálogo y de reflexión que Xavier Masllorens propone, un paso que él considera urgente es la creación de una política común de inmigración por parte de la Comunidad europea y la adopción de la cooperación exterior como base de esa política. “Schengen está pensado para que haya muros externos y libertad interna de movimiento pero eso es un error porque la UE tiene que acostumbrarse a que la cooperación exterior rija su política migratoria”, observa. “Es verdad que la UE ha sido durante muchos años la mayor donante a nivel mundial pero muchas veces ha sido solo a cambio de la compra de sus bienes y servicios. Europa tiene que entender que la gente no se va de su país por gusto y, por lo tanto, lo que tenemos que hacer es trabajar para que en su lugar de origen haya más justicia, menos corrupción y más trabajo. Esta crisis ha venido para quedarse porque, mientras las condiciones de vida sean tan dispares, habrá inmigración siempre.”
En España, presionado por la ciudadanía que se volcó masivamente en la acogida de refugiados y, como remarca Masllorens, por la opinión pública reflejada- o creada- por los grandes medios de comunicación, el gobierno de Mariano Rajoy aceptó la cuota de 14.931 demandantes de asilo que le adjudica la Comisión Europea (cuando a principios del verano se había negado rotundamente a hacerlo). En opinión del presidente de Fundipau la actuación del Ejecutivo español no es la adecuada porque responde a una conmoción que “tendría que llegar a la cabeza antes de pasar directamente a la acción porque sino puede llevar a errores muy graves”, refiriéndose al riesgo de hacer “categorías de refugiados”. Maslorens alerta que “ahora para el Gobierno español Siria y Eritrea son “los” conflictos, pero en el mundo hay en estos momentos cuarenta conflictos armados y los otros 38 no se pueden olvidar”. “Si España se compromete a un cupo de refugiados tiene que acoger primero a los que huyen de la bomba de la miseria y el hambre porque los que huyen de las bombas en Siria están lejos todavía y muchos no quieren ni venir a España”, puntualiza.
Por otra parte, Xavier aclara que la cuota de refugiados que Rajoy acaba de aceptar es mínima y no supone ningún cambio sustancial en la acogida de inmigrantes por parte del país ibérico. “Canadá acepta admitir un 1 por ciento de su población al año, en Europa estamos hablando ahora de aceptar 0,5 por 1000. Yo propondría que todas las regiones y todos los países aceptáramos un 1 por 1000. Si hiciéramos esto en España tendrían que ser 42.000, y no solo refugiados sino inmigrantes en general. Esto es absolutamente asimilable, de cada mil españoles, ¡vendría uno más!”, afirma.
El cambio de actitud hacia el drama de los exiliados lo activó en España la iniciativa de Ada Colau- a la que luego se sumaron decenas de ayuntamientos- de declarar a Barcelona como “ciudad refugio”. Masllorens apoya el emprendimiento porque considera que “comprometer a las administraciones locales está bien porque son entidades de cercanía y por tanto pueden acceder a los espacios de acogida, movilizar a la población y facilitar que los papeles fluyan más fácilmente”. Mariano Rajoy, sin embargo, insiste en que la gestión de los refugiados es de jurisdicción nacional y, por tanto, las ciudades no pueden hacer nada al respecto. “El Partido Popular hace dos años firmó una ley que limita las tareas del ayuntamiento prácticamente a recoger la basura y al alumbrado público porque su Gobierno quiere recentralizar el Estado y volver a un modelo jacobino. Pero las ciudades y los pueblos tienen mucho que decir, y eso ahora está empezando a verse más claro”, asegura el director de la Fundació per la Pau.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.