¿Cómo hacer las fotografías más naturales de los ambientes que han dado nombre al conocido Barrio Chino? Pues siendo uno más. Esta es la clave del veterano fotógrafo Toni Garriga. Ir a dar una vuelta por los bares del Raval con este Peter Pan supone olvidar las horas, las convenciones y dejarte llevar por el humo, la música de los Chicos y las anécdotas. Toni Garriga seguramente habrá hecho un pacto con el diablo, conserva aquel espíritu joven, eso sí, si Toni Garriga ha pactado con alguien, ese alguien seguro que va vestido de cuero negro, tiene voz carajillera, es canalla, toma cervezas y fuma puros.

Durante la época que trabajaba de noche y dormía de día, Toni Garriga acababa de la jornada laboral y se iba a bares “raros” del Raval. “Aquellos bares que tenían historias de locas y el rollo de las cañas pasaba de vueltas”. Uno de esos bares era El Cangrejo, aproximadamente estamos hablando del año 1993, donde trabajaba Carmen de Mairena y lo recuerda como “un bar brutal” de Barcelona. Allí Garriga entre copa y copa disparaba el carrete de una cámara pequeña en película de blanco y negro. Era uno más de la fiesta. “Antes hacías las fotos y llevabas las copias a los propietarios del bar y te lo agradecían, ahora con Internet la gente tiene miedo, es imposible, ya no lo podría hacer”, puntualiza Garriga y añade “aunque tengo intención de volverlo a hacer”, confiesa entre risitas.

Toni Garriga recuerda el bar La Concha “que el propietario era un travestido guapísimo, era la época de la Barcelona travestida, ahora ya no queda ninguno, todos han muerto”. Ahora La Concha lleva otro nombre y tiene otro ambiente “con sishas, cutre moderno, es otro rollo”. Garriga nos habla de los bares y la movida que hay actualmente en el Raval que la califica como “caca de lux”. “Es otro rollo, es otro rollo”, comenta Garriga.

Los restos que quedan de lo que fue el Barrio Chino es el bar La Crema, donde se reúnen las mujeres que se dedican al oficio más antiguo del mundo, para hablar con las amigas y con los clientes de toda la vida, comenta Garriga. Entrar en este microclima es traspasar la cortina del humo donde la música de La Martirio te alegra la tarde. El tiempo tiene otro ritmo, el aire respira otro color. Ya lo decía ella “nada te debo, nada te pido, me voy de tu vera, olvídame ya, si has pagado con oro, mis carnes morenas….”

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