altLas musas ya estaban ahí cuando ella entró con su vestido rojo. En el Palau de la Música es fácil verlas deambular entre los palcos o columpiándose de las magníficas arañas modernistas que lo iluminan. Ute Lemper lo sabe y por eso este sábado las ha venido a visitar

 

 

Las musas ya estaban ahí cuando ella entró con su vestido rojo. En el Palau de la Música es fácil verlas deambular entre los palcos o columpiándose de las magníficas arañas modernistas que lo iluminan. Ute Lemper lo sabe y por eso este sábado las ha venido a visitar con un regalo perfecto: doce canciones compuestas por ella y Marcelo Nisinman sobre los célebres poemas de amor de Pablo Neruda. El Festival Mil.leni ha convocado a esta reconocida artista alemana que ha brillado en escenarios de todo el mundo con sus interpretaciones del cabaret berlinés, para el estreno de su nuevo espectáculo “Forever: The Love Poems of Pablo Neruda”.

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El sonido del bandoneón abrió el camino a los versos del laureado poeta chileno, que junto a violín, piano, contrabajo, guitarra y percusión se acercaron al flamenco, al jazz, al tango y a la chanson de Jacques Brel durante una hora y media de concierto. Ute Lemper introdujo el espectáculo como un homenaje a los poemas de amor de Neruda, aunque hizo mención también de la faceta más política y reivindicativa del escritor. “Para él la poesía es un acto de paz” anunció al empezar la función. Acto seguido, la música emprendía viaje. A ritmo de tango, nos situábamos en las Islas Marshall donde durante los años `70 Neruda le dedicaba a su enamorada algunos de sus más bellos versos. Lemper interpretó en castellano los primeros poemas, para luego incorporar también versiones en inglés y en francés. La artista prefirió dejar afuera su lengua materna porquemanifestó“las adaptaciones de sus textos en alemán no me gustan nada”.

 

Los diferentes idiomas construyeron durante el concierto barcas con las que viajar de París a Buenos Aires, de Buenos Aires a Nueva York y de Nueva York nuevamente a Barcelona. Ute Lemper se iba transformando así, en cada escala, en Edith Piaff, en una tanguera portuaria o en una cantante de jazz de alguna taberna de Brooklyn.

 

Un momento destacado lo constituyó, sin duda, el vendaval desatado por el bandoneón y el violín cuando la artista interpretó una apasionada canción sobre el viento en la emblemática isla negra del poeta. La ovación espontánea que coronó la pieza sacudió el Palau y abrió los corazones del público para recibir con expectativa los últimos temas.

 

La sorpresa llegó con los bises, cuando la cantante alemana, tras despedirse de Pablo, decidió volver a sus raíces. Calzándose el bombín negro, Ute Lemper retomaba la interpretación que en los años ochenta la hizo famosa– el papel de “Lola” de Marlene Dietrich en la película “El ángel azul”– y se pasaba al cabaret. El viaje terminaba, pues, en Berlín, donde la artista, lejos ya de Chile y los versos de amor, se convertía en una glamourosa estrella de burdel para deslumbrar, con su desparpajo, a las musas que la observaban desde las candelas modernistas.

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