La voluntad de la inmobiliaria y el propietario de sacar más dinero de ese alquiler hizo que activaran el proceso para desalojarla, sin miramientos y a la primera de cambio, ante un primer retraso en el pago del alquiler. Los servicios municipales intervinieron y lograron aplazar un mes el desahucio, mientras buscaban un realojo que no llegaba.

Finalmente, viendo que la nueva fecha del desahucio se aproximaba, con todas sus pertenencias ya en cajas, se quitó la vida. Queremos respetar el anonimato de esta compañera y la intimidad de su familia. Enviamos un fuerte abrazo a todas las personas que la conocían y la querían.

Pero no podemos quedarnos en silencio ante un ejemplo más de un sistema injusto, absurdo y enfermo. Cuando se llega a este extremo, todo ha fallado. Pero lo primero que falla es un sistema en el que la población no tiene garantizado un hogar digno, estable y seguro, un sistema que permite e incentiva el rentismo y la especulación con un derecho básico, que rentabiliza incluso la desesperación y el sufrimiento. Ha fallado también un enfoque público que solo ofrece prórrogas y moratorias cuando llega el momento del desahucio, pero que no resuelve el problema.

La amenaza de perder la vivienda, de no poder pagarla, de ser expulsado de casa, es motivo de angustia insoportable para cada vez más personas. Ella estuvo luchando pero no pudo más. Por ella y por tantas personas más, nos organizamos y luchamos por el derecho a la vivienda y por una vida digna.

Comparte: