A principios del siglo XX, Colliure había empezado a atraer la atención de artistas que acudieron a la población costera como centro preferente de sus estancias de trabajo. Ya desde 1905, Henri Matisse y André Derain la tomaron como base. Matisse residió, periódicamente, hasta 1914. Otros pintores fueron invitados a Colliure: Albert Marquet, Juan Gris, Henri Manguin y Charles Camoin. Aquí, Matisse pintó numerosos paisajes. Si Céret fue la meca del cubismo, Colliure se convirtió en la del fauvismo, el movimiento pictórico de raíces expresionistas surgido en París. Su nombre, despectivo, nació de las críticas que se les hicieron en el Salón de Otoño de 1905, llamándoles fauves, bestias.
El fauve Henri Matisse (1869-1954), pionero y promotor del estilo, abogaba por el uso intenso del color en la plasmación de imágenes en las que importaba menos la percepción de estas que la emoción empleada. Él mismo dijo que, en uno de sus cuadros, titulado La Musique, “était fait avec un beau bleu pour le ciel, le plus bleu des bleus. La surface était colorée à saturation, c’est-à-dire jusqu’au point où le bleu, l’idée du bleu absolu, apparaissait entièrement, le vert des arbres et le vermillon vibrant des corps. J’avais avec ces trois couleurs mon accord lumineux, et aussi la pureté dans la teinte. (“Fue hecho con un hermoso azul para el cielo, el más azul de los azules. La superficie fue coloreada hasta la saturación, es decir hasta el punto en que aparecía por completo el azul, la idea del azul absoluto, el verde de los árboles y el bermellón vibrante de los cuerpos. Con estos tres colores tuve mi acorde luminoso, y también pureza en la tonalidad”.) En otra ocasión añadió: “La couleur est une libération, peut-être même plus que le dessin”. (“El color es una liberación, quizás y aún más, que el dibujo”.)

museo arte colliure

Entre los años 1908 y 1911, Matisse dirigió una escuela de pintura en París, la Académie Matisse, por la que pasaron más de un centenar de alumnos, algunos de los cuales le visitarían o seguirían sus pasos en Colliure. El pintor llegó, por primera vez, a la población de la Côte Vermeille en el verano de 1905, acompañado de su esposa Amélie y de su alumna y modelo Olga Merson. Poco antes lo había hecho su amigo Hans Purrmann y el también fauvista André Derain (1880-1954), quien, inicialmente, se instala en el hotel de la estación ferroviaria. En aquella ocasión permanecieron hasta principios de octubre, pero regresaran cada año hasta 1914, último en el que Matisse visita Colliure. Matisse se aloja en una casa de las afueras, desde allí pinta la Fenêtre ouverte, en la que destaca la ausencia de sombras, la pincelada gruesa y los fondos lisos de intensos tonos. Esbozos en tinta sobre papel, como Barques et poulets, o Porte-fenêtre à Collioure, prácticamente monocroma es un lienzo negro enmarcado por unas tiras azules y verdes que evocan una puerta acristalada. Pinta a Amélie sobre las rocas en kimono, una obra que replicará, a modo de homenaje, uno de sus alumnos, Walter Bodman, en Femme au kimono.

Aunque Matisse deja de acudir a Colliure aquel año, son muchos los artistas que siguieron sus huellas en la población costera, empezando por sus propios alumnos. El ruso Léopold Survage frecuentará Colliure entre 1925 y 1932, donde pintará, entre otras, Les Porteuses à Collioure, un óleo sobre tela de 1925, una acuarela titulada Vue de Collioure y otro oleo con un escueto Collioure, ambas en 1929. Ese año llegan los suecos Isaac Grünewald y Sigrid Hjartén, ocho años antes lo hizo la polonesa Mela Muter, a quien seguirán el alemán Oswald Petersen y los suizos Otto Abt, Walter Bodmer, Walter Kurt Wiemken y Max Birrer.

Roland Déchorain, Port D'Avall, 1930
Roland Déchorain, Port D’Avall, 1930

El ayuntamiento de Colliure decidió recuperar la memoria de aquellos años con la abertura del Musée d’Art Modern. Para ello se adquirió en la década de 1980 la Villa Pams, situada en el extremo meridional de la población, en la ruta que lleva a la vecina Port-Vendres. No hay telas de Matisse ni de Derain, pero sí de los primeros fauvistas que acudieron a Colliure, también de los últimos artistas que, ya en este siglo, siguen en la población. Aquí se pueden ver Les Mulets à Collioure, de 1912, de Charles Camoin (1879-1965), quien conoció a Matisse en la École des Beaux Arts de París; cuatro piezas de Rolande Déchorain (1898-1977) pintadas entre 1930 y 1937, son Port d’Avall, Collioure le fauburg, Collioure le chemin du mirador y Une rue à Collioure. Y aun de aquellos años Bord de Mer de Gaspard Maillol, Nature morte aux poissons de Mela Muter, Les Hâleurs de Sébastienne Marre, Après la pêche de Jean Martin Ferrières o Nature morte aux citrons de Max Birrer, quien se casó en Colliure con la hija de un amigo de Matisse, Renée Soulier. También hay una pequeña muestra de dos exiliados de la Guerra Civil Española: Juan Navarro Ramón, quien se instaló en la población hasta el año 1941 y Virgili Batlle Vallmajó (1915-1947). Este último, nacido en Olot, fue militante sindicalista y anarquista, combatió en el frente de Aragón y se exilió a Montauban en 1939, pero entre los años 1940 y 1942 visitará Colliure, alojándose en el taller de su amiga la pintora Sébastienne Marre. En el óleo sobre tela titulado simplemente Collioure, de 1942, se aprecia el campanario, las casas vecinas y, al fondo, el Fort Saint Elme en una simplicidad de formas que, aunque cubista, todavía tiene raíces figurativas. En el museo siguen obras más recientes, ya enmarcadas en el presente siglo, como Les deux clochers de Julien Descossy, de 2014, u otras más vanguardistas de Jean Luc Jehan, Michel Fourquet, Jaume Rocamora, Roger Cosme-Esteve y Frédéric Khodja.

Si Colliure fue, a principios del siglo XX, una población de pescadores, donde se veían las embarcaciones varadas en las playas, cien años después el escenario ha cambiado notablemente, hoy se vive del turismo aunque sigan vendiendo anchoas. Por los que respecta a los artistas, la población acoge ahora numerosas pequeñas galerías de arte y talleres de pintores que, a diferencia de los estacionales visitantes fauvistas, se han establecido aquí.

josep lluís nicolás

Periodista, escritor y editor. Ávido lector ha repasado en infinidad de ocasiones las tiras cómicas de Andy Capp y las de Calvin y Hobbes, particularmente las del primero. Le puede su sentido de la contradicción, desarraigado buscando sus raíces mirando hacia el aire, es ateo, descreído gracias a Dios y, nihilista, convencido, ha triunfado como fracasado. Hoy es feliz, ya ha reformado la cocina.

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