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El hip hop nace en los años 60 en los barrios neoyorquinos más pobres como el Bronx o Queens. Lo poco accesibles que resultaban para la gente de estos lugares los clubes y discotecas que había en zonas pudientes de la Gran Manzana obligó a los jóvenes a organizarse sus propias fiestas callejeras. Un ambiente más que propicio para que se comenzase a gestar este movimiento musical en clave de denuncia social que rápidamente se extendió por el mundo entero, hasta los lugares más recónditos. Tan recónditos como Libreville, capital de Gabón, en donde se celebra el famoso Festival Gabao Hip Hop. Un evento al que, en 2006, acudieron Lara Navarro y Max Soares; dos brasileños que se dirigieron al país africano, cámara de vídeo en mano, con la misión de recopilar cuantas imágenes pudiesen para posteriormente montar un vídeo promocional del Festival. Sin embargo, cuando esta productora y coordinadora de proyectos freelance y este productor musical llegaron a Libreville descubrieron que el verdadero interés no estaba en el festival, sino en el público del festival. En concreto, en toda la cultura que se había generado en el país en torno al género musical. A su alrededor podían ver niños rapeando, jóvenes que emitían sus quejas y reivindicaciones a través del hip hop… Fue entonces cuando Lara y Max decidieron abandonar su ‘misión’ y comenzar el verdadero proyecto: ‘Gabao Hip Hop, El Latido de África’, un documental homenaje a todos los raperos gaboneses que, a través del lenguaje universal, denuncian la miseria y la injusticia en la que viven. Un corto de 34 minutos que la pasada semana se presentaba por primera vez en Barcelona con motivo de la celebración del Hipnotik Festival 2010.

¿Cómo surge la idea de grabar este documental?

Lara:La idea inicial era realizar un reportaje sobre el festival de música que se hace en la ciudad gabonesa de Libreville. Max colaboraba con ellos y se le ocurrió hacer un vídeo promocional sobre el festival. Entonces me pidió ayuda: ‘Lara, enséñame cómo manejar la cámara porque voy a ir a Gabon y quiero hacer un reportaje y…’ A lo que yo le respondí ¿tú quieres hacer algo para que tu familia y tus amigos lo vean o algo que realmente sirva para algo? Así que, sin duda, le dije que tenía que llevarme.

Max:¡Ella se apuntó sin pensarlo dos veces! Yo inicialmente me iba como invitado a enseñar un poco el trabajo social que desarrollábamos en Brasil y aquí y llevaba un grupo de break dance brasileño. Pero pensaba: dos semanas allí… me gustaría grabar algo. Así que llame a Lara para que me diese unas clases. Me hizo un listado de cosas: desde el manejo de la cámara hasta los encuadres… y me hice un lio enorme (comenta entre carcajadas).

Lara:La empresa organizadora del festival nos dio los billetes y el alojamiento y por otra parte, Hipnotik Faktory nos facilitó una cámara y un micrófono. Así nos fuimos. Max se quedó 4 días porque era el tiempo que el equipo iba a quedarse, pero cuando llegamos allí vimos que había unos personajes muy interesantes y pensamos: por qué no hacemos un documental de verdad y no sólo un video promocional del festival. Hablamos con el director del evento y conseguí cambiar mi billete para quedarme seis días más.

¿Y dónde te alojaste durante esos días?

altLara:Me fui a la casa del director del festival. Una casa muy pequeña, una casita africana, donde dormía en una cama de matrimonio con la madre del director. En la misma cama. Para ellos esa situación no era extraña, pero para mí fue toda una experiencia quedarme ahí esos seis días finales. Fue cuando realmente pudimos profundizar un poco en la vida de los personajes. Aunque 10 días fueron muy pocos para profundizar, por eso el documental es como un flash de sus vidas y sus ideas.

Ambos aseguráis que 10 días son pocos para grabar un documental, que os hubiese gustado haberos quedado más tiempo, pero en estos cuatro años pudisteis haber regresado a Libreville ¿Por qué no lo hicisteis?

Lara:Al volver a Barcelona intentamos conseguir dinero para volver allí, para regresar y ver cómo seguían sus vidas un año después. Pero cuando son proyectos independientes que ya están rodados nadie te lo financia.

Pudimos saber algo de ellos por teléfono. De hecho, las últimas noticias que sabemos son las que aparecen al final del documental y son de hace un año. Nos hubiese gustado tener imágenes de cómo son sus vidas ahora mismo.

No sabemos ni siquiera si han podido ver el documental. Yo hace meses que envié una demo que hicimos de 10 minutos al centro cultural de allí pero a día de hoy aún no sé si llego o no. Nunca me dijeron nada.

Entonces, ¿por qué tardasteis tanto en sacarlo a la luz?

Lara:Estuvimos 4 años montándolo porque intentábamos sacar un documental más largo, pero no lo conseguimos porque el material no llegaba. Había mucho material del festival, porque era la idea inicial, pero poco de los personajes. Por ejemplo, nos faltaba material de B-Good, el rasta que hace reggae, y para conseguirlo me fui hasta París. Allí vivía una chica que conocimos en Gabón que tenía algunas imágenes de B-Good cantando en el escenario, en el estudio… Gracias a ella pudimos montar lo que era la historia de este personaje; verle en acción y en situaciones de su vida.

¿Cómo conocisteis a los cuatro personajes que protagonizan El Latido de África?

Lara:A todos los personajes los conocimos en el festival. Dickson es así como se ve en el documental,  un poco histriónico, y cuando nos vio con una cámara ya se acercó para hablar y ya quería contar quien era él: que yo soy una artista, hago grafitis…

Max:Fue muy divertido porque de repente nos encontramos con este chico y fue él el que nos empezó a ‘dirigir’. Era genial, su historia era genial.

Estabais en un país desconocido para vosotros, ¿en ningún momento tuvisteis miedo de lo que os pudiese pasar?

Max:No conocíamos el sitio, sus códigos, su geografía… en Brasil jamás nos hubiésemos metido en los sitios que nos metimos en Gabón. Pero allí no hay delincuencia. Hay una represión bastante fuerte y por eso no hay delincuencia. No hay armas, casi no hay drogas. Hay otro tipo de revuelta, de rechazo de parte de ellos hacia los europeos.

Lara:Los días que me quedé sola iba por la calle: yo, blanca, medio rubia… Me insultaron varias veces. Escuché a un coche al pasar y decirme: Eh, blanca, ¿qué haces? ¿Qué filmas con esa cámara? Incluso cuando ibas acompañada con alguno de ellos tenias que explicar que estabas grabando un documental sobre el hip hop. Normalmente los europeos van ahí a grabar su miseria y eso les da mucha rabia.

¿Cómo sobrellevan ellos vivir en un país con tan elevado grado de represión y censura?

Lara:Viven con una contradicción: por un lado el sueño de que un día van a poder salir de allí, de que un día llegara un productor que les invite a Europa para que presenten su trabajo. Viven con este sueño y a la vez con la tristeza de saber que sus vidas no pasaran de aquello, que su realidad es aquella y nadie hará nada por ellos.

Con la situación tan complicada que viven en Gabón, ¿ninguno de los personajes os pidió ayuda para salir del país?

Lara:No. Yo creo que por la vida que tienen allí podían haberme ‘molestado’ mucho más. Dickson me llamaba algunas veces pero porque quería saber cómo estábamos y cómo iba el documental. Sólo me llamó tres años después para pedirme un favor porque estaba a punto de palmarla. Tenía malaria y no podía pagarse las medicinas ya que aunque se supone que la sanidad es pública hay mucha corrupción y te obligan a pagar.

Además, a ellos les está prohibido abandonar Gabón. No tienen ni pasaporte.

¿El Latido de África se emitirá en algún canal de televisión?                 

Lara:Por el momento enviamos el documental a festivales.

Max:Aunque hay un montón de gente que se ha interesado para emitirlo en cadenas de televisión en Brasil

Lara:Pero hay un problema porque la duración del documental es complicada, 34 minutos, y para emitirlo en una cadena tendría que ser de 26. Y yo no me imagino cortando 10 minutos del documental porque sería cortar a un personaje entero. Intentamos hacerlo de 52 minutos para venderlo a las televisiones pero no lo conseguimos. O hacíamos uno muy malo de 52 u otro satisfactorio de 34.

¿Qué pretendéis transmitir al público con este documental?

Lara:Queremos que sea una ventana para que la gente conozca un poco más lo que pasa en Gabón. Yo creo que un poco lo que impresiona a la gente es: ¿hay hip hop en Gabón?

Max:La gente se pregunta: ‘Gabón, ¿Dónde está Gabón?’ Con este documental queremos que la gente lo conozca más. También pretendemos que sirva para que el público interesado en el hip hop conozca también otra realidad.

Lara:Es una mirada diferente de África. No nos centramos en la pobreza, la ablación… sino en una esperanza. Están intentando comunicarse, enseñar su talento… Ellos sólo intentan ser felices y eso es lo que intentamos mostrar.

Max:Nos quedo muy marcado que más que uno nos dijese: ‘estamos cansados de ser el agujero del mundo. Es que no lo somos.’

Lara:(irónicamente) Allí no hay McDonald’s. Una capital en la que no se haya montado un McDonald’s es un claro signo de que no quieren saber nada de ellos.

Lara, este no es tu primer proyecto como freelance, pero ¿es el último?

Lara:No. El tercer proyecto ya está en marcha y gira en torno a la ayahuasca, una bebida considerada alucinógena, pero que no lo es. No usamos ese término porque es una palabra despectiva. Es una bebida que te altera tu nivel de conciencia. Muy usada por los indígenas de la amazonia y que se usa mucho en Europa (todo muy escondido porque está prohibido) por parte de algunos médicos que tratan drogadictos.

La ayahuasca, ¿se usa como la metadona?

Lara:No es tan directo. En este caso los drogadictos van a sesiones de ayahuasca, sesiones chamánicas. En realidad las personas que toman drogas intentan cubrir un vacío, un espacio interior. La ayahuasca, a través de toda la experiencia que te produce, te hace llenar este vacío. Entonces la persona no tiene más la necesidad de tomar drogas. Eso sí, está todo muy controlado. Te hacen mil entrevistas. Están muy cuidados todo el tiempo y siempre tienen a alguien al lado.

¿Dónde se grabará?

Lara:Se grabará entre la Amazonia y Barcelona, porque es aquí donde tengo el contacto médico.

(Entre risas) Es el primer documental que hago como se tienen que hacer, conforme mandan las reglas, buscando antes la financiación. Antes yo primero iba con la cámara, filmaba e intentaba conseguir el dinero para acabarlo. Esta vez no. Esta vez hay una productora interesada en el proyecto y se están buscando subvenciones.

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