Las nuevas tecnologías han implicado cambios profundos en la vida cotidiana. Las fronteras físicas han caído para darle paso a la conexión inmediata entre personas de diferentes países, el alquiler de películas en la tienda de la esquina fue reemplazado por las tardes en las plataformas de streaming y los juegos con el balón por los videojuegos.
De un grupo reducido al impacto global
En el pasado, los videojuegos eran para un público reducido, casi como un sector de nicho. Las consolas primitivas (Saturn, NES, Mega Drive y otras) eran la fuente de entretenimiento de unos pocos que se juntaban en la casa del propietario para disfrutar de las nuevas maravillas que ofrecía la tecnología.
Quizás el impacto más fuerte que tuvo la industria para atrapar a nuevos tipos de jugadores fue la llegada del primer juego de Pokémon, tanto en Japón como en Occidente. De repente, las consolas ya no eran el extraño pasatiempo de una persona solitaria, sino un entretenimiento para todos, desde niños hasta adultos.
En tiempos pasados, partíamos de un grupo de amigos que se reunía en un solo sitio a disfrutar de los videojuegos (Pokémon se aprovechó de este fenómeno al incentivar el intercambio de criaturas exclusivas de cada entrega por generación). Ahora, parece ser que primero entramos a un videojuego, y luego hacemos amigos para él.
Este proceso inverso ha sido influenciado por los juegos online, en los que muchas veces la comunicación es primordial. Los foros, las comunidades en línea, el chat interno de los videojuegos son factores que facilitan la comunicación entre usuarios con los mismos intereses.
Así nos dimos cuenta de que, en realidad, los gamers son más numerosos de lo que parecía a simple vista. Es un mundo que ha ido captando poco a poco a nuevos integrantes y reuniendo a los ya existentes. Eventualmente, llegó a un punto en el que se creó la comunidad de gamers.
Una comunidad con costumbres
Podemos afirmar sin miedo que el mundo del gaming es ya una cultura, y no un pasatiempo pasajero. Cuenta con millones de integrantes en todo el mundo, siendo una de las más grandes. Tan solo hace falta ver que los espectadores de la final del mundial de League of Legends, el juego online más jugado, fueron más numerosos que los de la NBA.
Siendo un grupo de personas tan grande, es normal que se hayan estandarizado ciertos comportamientos. Quizás el más evidente es la evolución natural de las reuniones en la tarde después de clases o el trabajo: conectarse todos los del mismo grupo de juego a la misma hora todos los días, en la medida en que se pueda.
La adopción de una jerga también ha sido significativa. ¿Has escuchado que una persona diga que va a estar AFK? Es el acrónimo de Away From Keyword, y se refiere a cuando una persona va a estar fuera del teclado, por lo que no podrá o no quiere jugar. Irse AFK incluso ha empezado a formar parte de las conversaciones diarias cuando alguien se va a desconectar un tiempo.
También cuenta con sus códigos éticos, que sirven para facilitar la interacción entre todos. Por ejemplo, los trucos o cheats están mal vistos porque dan una ventaja significativa al jugador. Incluso si no se trata de un videojuego competitivo, se considera inmoral, a menos que ya se haya pasado antes el juego.
Es una serie de normas que se han establecido de forma natural entre personas de todas partes del mundo. Son normas y comportamientos que caracterizan a los gamers, que los diferencian de otras comunidades y forman una cultura alrededor de lo que alguna vez comenzó como un pasatiempo y empezó a formar parte del estilo de vida.
Una industria con influencia descomunal
A pesar de que anteriormente los gamers eran considerados un grupo muy reducido, ajeno y extraño, están empezando a estar de moda. Ahora, es interesante que una persona esté al tanto de pequeños detalles con respecto al mundo de los videojuegos, lo que es normal si pensamos que son parte primordial de la cultura pop.
Ahora bien, ¿cómo hemos llegado a este punto? De cierta forma, es debido a la actividad de la propia industria. La comunidad gamer es tan grande que es imposible que no tenga un fuerte impacto en la economía y, por ende, en la socieda. También, las grandes marcas han comenzado a convertirlo en un fenómeno para aumentar el impacto de la ola de gaming.
Es cierto que tener un set up gaming propio está de moda. Desde el ordenador que puede jugar todo lo inimaginable, hasta las famosas luces LED y otros accesorios. No es raro que muchos de los que están conectados con las tecnologías digitales quieran las mejores sillas gaming si pensamos en el tamaño de la industria de los videojuegos.
Es similar a lo que sucede con la mercancía deportiva: incluso personas que no practican deporte o siguen a un equipo, adquieren indumentaria de los más famosos, pero esto no significa que no exista una comunidad de hinchas por detrás. Lo gamer está de moda, pero el gaming es mucho más, una cultura.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.